Este artículo se publicó hace 13 años.
3.000 afiliados eligen a Cascos presidente y candidato por Asturias
El exministro fustiga al PP por mantener una "entente degradante" con el PSOE
Sin cambiar nada de su viejo estilo directo y sin concesiones al adversario, Francisco Álvarez-Cascos volvió por aclamación a la política activa. Sus partidarios querían que fuera candidato a la Presidencia del Principado y ya lo han conseguido. Por el camino, ha hecho falta romper la organización regional del Partido Popular y diseñar una nueva formación a su medida. En casi 12 horas de congreso constituyente, más de 3.000 militantes hicieron de Cascos presidente de Foro Asturias y, en una segunda votación, candidato del partido recién fundado para las elecciones del 22 de mayo. Con el apoyo del 99% de los presentes, el exvicepresidente del Gobierno aceptó el encargo con una intervención de fondo regeneracionista y formas bruscas con el PP y el PSOE, a los que acusó de mantener "una entente degradante" en el Parlamento autonómico.
Fue una larga jornada en un complejo hostelero de Llanera especializado en bodas y banquetes. Hasta 3.076 afiliados (algo menos de la mitad de los casi 7.000 que sus responsables afirman haber reunido) acudieron a aclamar a Cascos. Muchos llegaron en autobuses especiales contratados por la organización. La mayoría sobrepasaba la mediana edad, pero gritaba con entusiasmo de adolescentes las consignas del día: "Sí, sí, sí, Cascos ya está aquí", "¡Presidente, presidente!".
Afea a su expartido que aupara a Pérez-Espinosa por "falsa unanimidad" Tuvo mérito que los espíritus aguantaran en alto hasta el final, cerca ya de las nueve de la noche. El congreso había empezado con un debate de los estatutos que dejó algunas discrepancias sobre la conveniencia de limitar los mandatos de los dirigentes o de establecer un sistema de primarias. Ambas enmiendas fueron rechazadas por la mañana. Después fue cuando se vio que, cuestiones de procedimiento aparte, la figura del exministro sólo suscita adhesiones. No apareció ningún otro aspirante a encabezar el Foro y la elección de candidato fue casi una entronización. Entre los 3.076 votantes, ni uno se opuso a Álvarez-Cascos, que barrió con el 99,25% de los sufragios. Sólo 23 papeletas, entre nulas y en blanco, no contaron en su favor.
Y luego, entre vítores, ovaciones frecuentes y gritos de ánimo ("da-i fuerte" y "sólo contigo" fueron los más repetidos), el viejo Cascos que en el PP suscitaba reverencia como general secretario, volvió al centro de un escenario político. En realidad, llevaba meses ocupado en intentar ser candidato del PP y, cuando esa opción falló, en dar vida a su nueva plataforma. Pero ni siquiera el día 2 de enero, al anunciar su marcha del PP, había roto su silencio de siete años sobre la actualidad. Y quedó claro que en ese plazo había acumulado mucho que decir.
Fue un discurso-río, por cuyos meandros y afluentes comparecieron ante la audiencia decenas de figuras políticas, académicas y literarias desde Alfonso II el Casto y Carlomagno hasta Rodrigo Rato. Tras el orador, dos grandes pantallas proyectaban en diversos momentos recortes de prensa o fotografías de los aludidos en el discurso. Así fue cómo el presidente del PP regional, Ovidio Sánchez, recibió un abucheo en efigie.
Dice que quiere un Principado pequeño pero potente, como Suiza o Luxemburgo Porque Álvarez-Cascos saldó las cuentas pendientes de su largo silencio. A Sánchez y a los dirigentes regionales del PP –al equipo nacional de Mariano Rajoy no hizo una sola alusión– les reprochó la elección como candidata de Isabel Pérez-Espinosa "con apariencia de falsa unanimidad conformada en órganos sin legitimidad representativa" y con "consensos de trastienda cocinados en mesas de restaurante a la hora de los postres". A sus excompañeros les criticó también su tibieza en la oposición al PSOE, cuyo tiempo también dio por acabado.
"En Asturias la era socialista que comenzó en 1983 llega a su final", proclamó sin tener en cuenta el paréntesis de 1995, cuando el PP llegó al poder hasta que en 1998 se fracturó en plena lucha interna entre el entonces presidente del Principado, Sergio Marqués, y el propio Cascos. A los socialistas, tanto en Madrid como en Oviedo, también les dedicó abundantes críticas. Por la situación económica y el paro, por los retrasos en las infraestructuras y por lo que considera amenazas a las libertades. Ya por la mañana, había marcado el tono el exsenador Isidro Martínez Oblanca. "Un saludo a [Alfredo Pérez] Rubalcaba, que sé que nos está escuchando", bromeó.
Sin promesas concretas, que quedan para la campaña, Álvarez-Cascos, sí que trazó un discurso regeneracionista basado en la lucha contra el descenso de población y la creación de empleo. En una alocución trufada de nombres y citas, escogió como mentor y antecedente a Melquíades Álvarez, promotor del reformismo en el primer tercio del siglo XX. Sus clásicos, Jovellanos y Flórez Estrada, también salieron a la palestra. Como Pérez de Ayala, Clarín o el recientemente fallecido presidente socialista de la preautonomía, el socialista Rafael Fernández.
También dijo Cascos qué quiere. Una Asturias pequeña, pero potente en lo económico. Similar a Suiza o a Luxemburgo, la nación más pequeña de la Unión Europea y, al mismo tiempo, la de mayor renta per cápita. De sus palabras se deduce también un cierto componente nacionalista en la formación. El exministro de Fomento se refirió a Asturias como "nuestro país" y se remontó a las relaciones diplomáticas entre Alfonso II y el reino carolingio para reivindicar su antigüedad.
El exvicepresidente animó a sus fieles a romper un pretendido pacto entre el PSOE y el PP para repartirse las instituciones asturianas: el Principado para los socialistas y el Ayuntamiento de Oviedo para los conservadores. Nadie está seguro de que exista pero a los 3.000 entusiastas de esa idea de enfrentarse a los dos grandes les encantó. Salían todos con intención de dar caña.
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