Ya lo escribieron en el manifiesto que dio origen a lo que la prensa internacional no tardó en bautizar como Spanish Revolution. Eran personas 'normales y corrientes' que se sentían 'indefensas' ante un sistema económico que no atendía a sus prioridades y una clase política que no era capaz de llevar su voz a las instituciones. Les unía un estado de indignación permanente. Y creían que podían cambiar las cosas. Corría la primavera de 2011 y parecía que, por fin, una ola de rebeldía podía agitar el tablero político y plantar la semilla de un cambio social.
Cuando se cumplen cuatro años de la explosión de la crisis, numerosos economistas, sociólogos y politólogos están analizando los movimientos sociales surgidos al calor de la escalada de la prima de riesgo y los recortes en el Estado del bienestar. En España, el 15-M actuó como altavoz y dio visibilidad a un malestar ciudadano que venía gestándose en pequeños grupos desde mayo de 2010, cuando el entonces presidente del Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, dio un golpe de timón y comenzó a meter la tijera en el Estado social: congeló las pensiones, suprimió el cheque bebé y bajó el sueldo a los funcionarios, entre otras medidas. En los barrios de Madrid se crearon entonces asambleas para preparar la huelga general del 29 de septiembre de 2010. Tras esta convocatoria siguieron funcionando hasta constituirse en coordinadora a principios de 2011.
A principios de ese mismo año, en las calles, en las facultades y en las redes sociales empezaron a florecer otros grupos y plataformas cuyos nombres han acabado siendo familiares. Se trata de colectivos como Democracia Real Ya (DRY), Juventud Sin Futuro, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la Asociación de Desempleados o No Les Votes, entre otros.
Urquizu: 'Estos movimientos perdurarán si los políticos no dan respuestas'
Ignacio Urquizu, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y colaborador de la Fundación Alternativas, ve en su surgimiento una reacción de defensa. 'Son movimientos creados como respuesta a situaciones determinadas y que permanecerán en el tiempo si los políticos no son capaces de dar solución a sus reivindicaciones', asegura. 'La crisis ha hecho que las demandas de grupos que llevaban años trabajando hayan cristalizado en algo más amplio, en movimientos que, sin ser anticapitalistas, cuestionan un sistema capitalista que no es capaz de dar respuesta a sus demandas', analiza, por su parte, el también profesor de Sociología de la UCM Marcos Roitman.
Urquizu señala, no obstante, que la repercusión que alcanzan estos grupos es algo que fluctúa con el tiempo: 'Todo movimiento social tiene primero una fase expansiva y después pierde fuerza'. Según esta teoría, ¿en qué estado se encuentra el movimiento de los indignados? 'El 15-M está en una fase reducida, con igual apoyo en las encuestas, pero con menos capacidad de movilización', analiza.
'El 15-M es visto con el alma dividida por el PSOE y con envidia por IU', analiza Cotarelo
Pero, ¿cuál es la capacidad real de influencia de estas olas de rebelión ciudadana? Ramón Cotarelo, catedrático de Ciencia Política, cree que todavía es 'pronto' para calibrar este aspecto. 'Son movimientos espontáneos y horizontales que se están gestando, que responden a un sentir generalizado, pero que no tienen una infraestructura fuerte', señala. Sin embargo, es optimista: 'Es de suponer que acabarán siendo influyentes porque tienen una gran carga moral'. Cristina Ares, politóloga de la Universidad de Santiago y exconcejala en el Ayuntamieno de Lugo por el PP, se expresa en términos diferentes. Considera que estos grupos tienen 'problemas' para incidir en la actividad institucional si no son capaces de buscar la aproximación a los partidos políticos o instituirse como grupos de presión. Y pone de ejemplo al movimiento ecologista, que acabó conformando partidos políticos de corte ecosocialista como ICV o Equo.
Precisamente su relación con los partidos, de los que estos movimientos critican sus estructuras jerarquizadas y su lejanía a los problemas reales de la ciudadanía, es algo de lo que también se ha hablado mucho desde que el altavoz del 15-M llevó la política a las plazas. 'La derecha ve al 15-M con animadversión, el PSOE con el alma dividida e IU con cierta envidia', analiza Cotarelo, que considera que su eclosión es la prueba de que las formaciones políticas no lo han hecho bien. Urquizu, por otro lado, cree que hay 'incomprensión' entre ambos. 'Cuando se miran, lo hacen con recelo', asegura. Roitman, por su parte, cree que el nacimiento de estos movimientos sociales, que, a su juicio, 'reivindican la política desde abajo y desde la izquierda' surgen como consecuencia de la crisis de valores de las fuerzas políticas.
De hecho, el primer estudio cualitativo realizado sobre el Movimiento 15-M, realizado por el Laboratorio de la Fundación Alternativas, determinó que las personas que participaban en las asambleas y actividades del 15-M tenían 'una tendencia política definida' claramente de 'izquierdas' y que sus denuncias no sólo eran contra el poder político o financiero, sino también contra el mediático. En este sentido, Ares señala que, aunque no toda la gente que participa en estos movimientos se siente más cercana a la izquierda, la mayoría sí comparte esa posición ideológica. Sin embargo, en el texto con el que DRY llamó a la movilización del 15 de mayo de 2011, los promotores evitaban los corsés: 'Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos...', señalaban.
El futuro del 15-M dependerá de su propio devenir y de la reacción de partidos y sindicatos
'En sus inicios, uno de los factores que explicó el éxito del 15-M fue su trascendencia ideológica, aunque ahora su diversidad es mucho menor', observa Urquizu. Lo cierto es que las demandas del movimiento de los indignados son equivalentes al programa socialdemócrata de derechos y servicios públicos que la izquierda institucional no logró mantener.
¿Y qué ha cambiado con la eclosión del 15-M? Roitman cree que los indignados han puesto el acento sobre la necesidad de 'rescatar la política' y ha supuesto un toque de atención para las izquierdas, a las que llaman a su 'refundación'. Que la indignación siga estando en primera línea a partir de ahora dependerá, según los expertos, por un lado, de cómo el 15-M se reorganiza y, por otro, de cómo comparte la calle con los partidos y los sindicatos que se vieron 'desbordados' tras su eclosión.
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