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"¡Fosas cerradas, heridas abiertas!"

Víctimas del franquismo arropan a Garzón a las puertas del Supremo

ELENA HERRERA

'No sé qué miedo tienen. Tan sólo les pido que me reconozcan que mi familia fue exterminada como tantas'. Albino Calvo no podía evitar mirar con desprecio a la fachada del Supremo, donde el juez Baltasar Garzón acababa de sentarse en el banquillo por investigar crímenes como los que cambiaron la historia de su familia para siempre.

Su padre, su madre y su abuelo, que era militante de UGT, fueron apresados en la primavera de 1939. Pero antes que a todos ellos los falangistas asesinaron, el 5 de abril de ese mismo año, a su tío, según cuenta Albino. 'Después encarcelaron durante un año a mi madre, se fue con un hermano mío de seis meses que enfermó y falleció debido a las malas condiciones de la cárcel. A mi abuelo también lo apresaron, lo trasladaron de Guadalajara a Burgos y allí murió de frío, congelado a más de 20 grados bajo cero. Era el 19 de enero de 1940', relata.

Las víctimas piden la 'depuración de los jueces franquistas'

Al padre de Albino también lo fusilaron. La sentencia dictada por el tribunal militar que le juzgó, recuperada por él en 1983, detalla sus delitos: 'Afección al ejército rojo' y 'rebelión militar'. Y lo condena a de muerte. 'Una barbaridad si se tiene en cuenta que los de la rebelión fueron ellos', afirma Albino. Él era sólo un niño cuando ocurrió todo esto, pero asegura que son miles las veces que ha pensado durante su vida que si la noche que aquellos falangistas asesinaron a su tío hubieran matado a toda la familia les habrían hecho 'un gran favor'.

Albino es uno más de los varios centenares de personas que, convocadas por la plataforma Solidarios con Garzón, se acercaron a las puertas del Supremo para dar su apoyo al juez y pedir la 'depuración de los jueces franquistas' que, aseguran, todavía ejercen en este tribunal.

Pancartas

'¡Hay que juzgar al fascismo criminal!', coreaban los asistentes

Gritos de '¡Hay que juzgar al fascismo criminal!', '¡Garzón, amigo, el pueblo está contigo!' o '¡Fosas cerradas, heridas abiertas!' fueron los más escuchados detrás de las pancartas bajo las que se agolpaban los convocados, entre ellas la de la asamblea de pensionistas veteranos del 15-M. No obstante, la más impresionante era la de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que reproducía una fosa exhumada a tamaño real sobre la que podía leerse: '¿No hay justicia para estos crímenes?' Los descendientes de las víctimas volvieron a concentrarse por la tarde en la Puerta del Sol para respaldar al juez.

Julia Merino, que portaba una pancarta con la fotografía de sus padres, se trasladó desde Valladolid para dar su apoyo al juez, al que hace casi cuatro años entregó documentación sobre su padre, Modesto Merino, fusilado en octubre de 1936 sin juicio previo. Modesto era moldeador en una fábrica y secretario de la Casa del Pueblo de Medina del Rioseco (Valladolid). 'Ese fue su delito', afirma su hija.

'Me parece una sinrazón, no hay derecho a que a una persona como Garzón, que es juez estrella para los crímenes de Chile y de Argentina, la obliguen a tener silenciado lo de España', lamenta.

Una pancarta reproducía una fosa de la Guerra Civil a tamaño real

En una bolsa llevaba toda la documentación sobre la historia de su familia Beatriz Pereda, que se resguardaba del frío con una bufanda de lana tejida con los colores de la bandera de la Segunda República. Beatriz se emociona contando la historia de su padre, a pesar de que no llegó a conocerlo. 'Era comisario político durante la República. Tenía dos penas de muerte, así que se alistó en el maquis cuando acabó la guerra'. Miembro también del PCE, fue asesinado en una emboscada en la sierra de Villuercas (Cáceres), una noche de abril de 1945, según ha podido investigar después su familia.

El libro de muertos de la parroquia del pueblo cacereño de Roturas de Cabañas, cuenta Beatriz, da cuenta de la 'crueldad' de la época. 'El cura dijo que lo enterraran en la puerta del cementerio, para que todo el mundo pisara la tumba del rojo', explica. De allí lo rescataron en 2007 en una labor de la que, según Beatriz, debería haberse encargado el Gobierno.

No tiene deseo de venganza. De la investigación iniciada por Garzón esperaba sólo 'una reparación'. 'Es injusto que ellos tengan los monumentos y yo un papel en el que dice que mi padre es un bandolero, cuando lo que hizo fue defender la República', denuncia.

También acudieron a dar su apoyo al juez políticos como los parlamentarios de IU Cayo Lara y Gaspar Llamazares. Lara calificó el proceso de 'esperpento' y Llamazares no dudó en asegurar que existe un 'linchamiento' contra el juez. El exfiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo también estuvo y dijo que el juicio era un 'atropello a los derechos humanos'.

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