Opinión
Desde la boca del lobo: el fascismo en el ADN de EE UU

Profesora Emérita de Filología Hispánica en la Universidad de Duke (Carolina del Norte). Actualmente reside en Boston.
Aunque nací en EE UU, siempre he visto este país con los ojos de una extraña, porque crecí y me licencié en Canadá. Volví a Estados Unidos en 1980, a tiempo para votar en contra de Ronald Reagan, para estudiar un doctorado en literatura española. Como hispanista, casi sin querer, tiendo a comparar la política de Estados Unidos con la historia reciente de España, lo que me ha servido para prever el devenir fascista del país en el que vivo.
Ahora que Trump y Musk desmantelan las instituciones democráticas, una parte importante de la ciudadanía parece que se ha quedado pasmada: a muchos de mis conciudadanos les cuesta asimilar que el sistema de gobierno sea tan débil y que el fascismo se esté instaurando con tanta facilidad. A mí, sin embargo, no me resulta sorprendente en absoluto, porque Estados Unidos ya era un país muy facha en los años 80. La contradicción entre la imagen de país de los derechos y las oportunidades y el país represivo, violento y racista que es me llevó a la prensa progresista y a otras lecturas para intentar entender este territorio. Quisiera compartir aquí algunos aspectos de la historia estadounidense que no suelen tener cabida en los libros de texto, y que demuestran que el fascismo y la democracia, en perpetua tensión, forman parte del ADN de este país.
Fascistas 'avant la lettre'
Ya los fundadores de ‘la tierra prometida’ eran conscientes de la contradicción que supone elaborar una Constitución basada en los derechos humanos para todos y tener esclavos. Desde entonces, como ha demostrado la historiadora Carol Anderson en su libro White Rage, cada vez que los afroamericanos han hecho progresos significativos en su lucha por la igualdad, ha habido una reacción violenta de la élite blanca para intentar revertirlos, muchas veces con éxito.
Aunque el norte de Estados Unidos se considere inocente en términos de esclavitud, en realidad, las raíces del capitalismo estadounidense tienen su origen en el algodón recogido por los esclavos, que financió la industrialización del norte del país y creó la riqueza de todo el territorio. La gran mayoría de prácticas capitalistas de hoy nacieron durante la esclavitud; de ahí que el capitalismo de nuestro país tenga un carácter especialmente implacable.
Por otra parte, la brutalidad de la policía estadounidense tiene sus orígenes en las ‘patrullas de esclavos’, formadas por varones blancos encargados de devolver esclavos cimarrones a sus dueños y castigarlos. Desde entonces, la policía estadounidense nunca ha dejado de asesinar impunemente a las personas de color, quienes han vivido desde siempre en un Estado semipolicial, en contraste con la ciudadanía blanca, que siempre ha tenido la sensación de vivir en un Estado con derechos democráticos garantizados.
El 6 de enero de 2021 no fue el primer intento de golpe de Estado en este país, aunque sí fue el primero en el Capitolio. Ya en 1898 se produjo un golpe de Estado exitoso en Wilmington, la ciudad más grande de Carolina del Norte. Con una próspera clase media negra tras la Guerra Civil, Wilmington había elegido un gobierno multirracial. El miedo de la élite blanca a la alianza entre las razas provocó un golpe de Estado que derrocó al Gobierno democráticamente elegido. No solo eso: la masacre que se produjo provocó que muchas familias negras huyeran de Wilmington para no volver jamás. Los negros no volverían a votar en Wilmington hasta más de 60 años después.
La época de la segregación en el sur de Estados Unidos (1877-años 60), inspiró a un Hitler recién elegido, quien envió a sus letrados a estudiar las leyes de cada Estado sureño como modelo para las Leyes de Nuremberg que segregaron a las comunidades judías del resto de la ciudadanía alemana. En otras palabras, nosotros éramos fascistas avant la lettre.
Durante el auge del neoliberalismo, las infraestructuras requeridas por el fascimo para encarcelar a migrantes y también al resto de la población se han desarrollado enormemente. En la actualidad, EE UU tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo: dos millones de personas viven entre rejas, la gran mayoría de ellas, personas negras. La población reclusa ha aumentado un 500% en los últimos 40 años, sin que haya habido un aumento de crímenes. Esto se puede interpretar como una reacción a los avances democráticos que los afroamericanos lograron en el movimiento de los derechos civiles. Al mismo tiempo, en las últimas décadas, bajo presidentes tanto republicanos como demócratas, se ha desarrollado una red de 200 centros de detención para encerrar a migrantes. Si Obama, el del yes, we can, fue conocido por la comunidad migrante como “el deportador jefe”, el presidente Trump ya tiene la infraestructura necesaria para detener a todos los ciudadanos que se opongan a sus políticas.
A pesar de que la extrema derecha mata a muchas personas todos los años, el FBI no lleva la cuenta de las víctimas, ni ha abordado el problema de manera seria
Cualquier fascismo que se precie necesita de grupos paramilitares, y nosotros tenemos un surtido para elegir. A pesar de que la extrema derecha mata a muchas personas todos los años, el FBI no lleva la cuenta de las víctimas, ni ha abordado el problema de manera seria. Hace unos días, Mike German, antiguo agente especial del FBI y que acaba de publicar Policing White Supremacy: The Enemy Within (Vigilancia de la supremacía blanca: el enemigo dentro) sobre su experiencia trabajando de incógnito en grupos nacionalistas de extrema derecha, explicaba en Democracy Now que no se lleva el recuento de estos asesinatos porque dentro del FBI hay simpatizantes de estos grupos, así como también los hay dentro otros cuerpos policiales del país. Contaba también cómo se han infiltrado en el Ejército y cómo están armados hasta las cejas.
Ahora que Pete Hegseth, defensor del nacional cristianismo extremista, ocupa el cargo de Secretario de Defensa, cabe preguntarse si, a imitación de lo que ocurría en la Edad Media, apostará por nuevas cruzadas. En 2020, cuando Hegseth era copresentador del programa Fox and Friends, de Fox News, y en el contexto de las protestas nacionales por el asesinato de George Floyd, aseguró que la única manera de salvar la ciudad de Seattle de los manifestantes era enviar al Ejército. En enero de este año, cuestionado por los senadores antes de su nombramiento, se negó a contestar si utilizaría el Ejército contra los estadounidenses.
A pesar de todo lo expuesto, este país, cuya oligarquía y sistema político compran y se venden siempre al mejor postor, también tiene una historia ininterrumpida de resistencia y lucha por la democratización, por parte de esclavos cimarrones, abolicionistas, feministas, luchadores por los derechos civiles, activistas del movimiento LGBTQ , del Black Lives Matter, y el movimiento de resistencia migrante que hoy enseña a los migrantes sus derechos contra el Servicio de Inmigración y Aduanas (Immigration and Customs Enforcement’s, ICE por sus siglas en inglés). Prácticamente abandonado por un Partido Demócrata casi siempre pusilánime, el pueblo se está movilizando. Tarde o temprano, venceremos. ◼
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