Posos de anarquía

Un año de la moderación ultra

Un año de la moderación ultra
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, interviene durante el Foro Joly a 19 de septiembre de 2022, en Madrid. -MARTA FERNÁNDEZ / Europa Press

Se cumple un año de la mayoría absoluta del PP en Andalucía. Aquel junio de 2022, muchas personas se consolaron pensando que, perdida la izquierda, al menos Juan Manuel Moreno no dependería de Vox, alejándose de ese modo de las políticas ultra. Un año después, el presidente popular ha evidenciado que no le hace falta tener fascistas en el cogote para ser ultra.  Las elecciones municipales del 28 de mayo refrendaron sus políticas en los ayuntamientos. ¿Dará Andalucía de nuevo la espalda a la izquierda en las próximas elecciones generales?

Aquella noche electoral del 19 de junio de 2022 se vieron ondear más banderas andaluzas que nunca en una celebración del PP. Moreno quiso presentarse como un andalucismo renovado con encaje en los mensajes patrioteros de la derecha, pero a la vuelta de un año ha demostrado que en ninguno de los dos ámbitos ha destacado. Nadie como él ha perjudicado a los intereses de Andalucía, contribuyendo al negacionismo climático en entornos como Doñana, sin ejecutar ni los fondos europeos que le llegan, pese a tener una de las regiones a la cola de la Unión Europea, ni los que le llegan desde el Gobierno de España, como el bono de alquiler joven.

La Sanidad Pública en Andalucía sigue cada vez más desguazada y, lo que todavía es peor, sin disimulo alguno, poniendo precio oficial a la privatización aprovechando el rodillo parlamentario del PP. Las citas para Atención Primaria (AP) no bajan de la semana, colapsando las Urgencias que, en muchos ambulatorios han sido cerradas hasta las 20:00 horas, cuando terminan la AP. A estas alturas de junio, ni siquiera se ha aprobado el 'Plan Verano' para programar las sustituciones por vacaciones de verano en una Comunidad en la que en muchos municipios se duplica o triplica la población. La otra joya de la corona, la Educación Pública, continúa con cientos de barracones e incumpliendo leyes andaluzas, como la de bioclimatización, que ha llegado a obligar a mandar al alumnado a las 12:00 horas a casa cuando el calor es insoportable y pone en riesgo la salud de los menores.

Tampoco se han producido avances en materia de violencia de género, manteniendo las políticas de violencia intrafamiliar que instauró Vox en la anterior legislatura. En cuanto a la pobreza, buena parte de las ayudas a los colectivos más vulnerables depende del tercer sector, de entidades y las ONG, así como de fundaciones cuyas aportaciones millonarias ya computan por defecto en los presupuestos tanto de la Junta como de los ayuntamientos de Andalucía.

En este primer año de mayoría absoluta, Moreno ni ha cumplido con Andalucía ni con España, a  cuyo gobierno ha acusado en Bruselas de perjudicar los intereses de la región en un acto de deslealtad institucional inaudito. A pesar de ello, continúa disfrutando del apoyo en las urnas. El escándalo de los ERE tiene una resaca muy prolongada para el PSOE, al que parece que todavía le resta travesía por el desierto. Un desierto en el que hasta la fecha, la otra alternativa de la izquierda no ha pasado de espejismo, pero sin oasis.

¿Se ha 'derechizado' Andalucía o, más bien, se ha 'der-hechizado'? Da igual como lo pinten, la  respuesta definitiva llegará el próximo 23 de julio, cuando comprobemos si esta tierra apuesta mayoritariamente por una derecha radicalizada como la de Moreno o Feijóo, cuyos postulados se dan de bruces con Europa, con la ciencia e, incluso, con los tribunales. Quizás sea entonces cuando veamos si es cierta la máxima de que la abstención, que mayoritariamente se alimenta de mujeres, personas en paro y las clases bajas, penaliza a la izquierda. Si no consigue movilizarse el voto, continuaremos padeciendo un participación del 60% que cronifica la fragilidad democrática y abre margen para que la derecha arrase con los pilares del estado de bienestar. Ojalá no sea necesario que volver a sufrir a la derecha en el gobierno central y que ésta reproduzca su gestión de la crisis de 2008, cuando abrió brechas de desigualdad tan profundas que todavía sangran.

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