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Argentina, ante unas elecciones que ponen a prueba la democracia

Argentina vota este domingo entre Sergio Massa y Javier Milei en una segunda vuelta que pone en debate los consensos democráticos construidos durante los últimos cuarenta años.

Varios simpatizantes de Sergio Massa sostienen carteles del candidato sobre una imagen de Javier Milei en la provincia de Buenos Aires, a 15/11/2023.- Luis Robayo / AFP.

Marco Teruggi

Argentina solo mira las urnas del domingo. Se trata de una elección donde parece estar en juego más que un gobierno, como si el resultado abriera las puertas a dos países radicalmente diferentes: uno gobernado por Sergio Massa, al frente de un peronismo conocido que promete renovación, y el otro por Javier Milei, el outsider de ultraderecha que anuncia o amenaza con cambiarlo todo, o casi.

Ambos terminaron sus campañas el jueves por la tarde. El primero, rodeado de jóvenes en un colegio de la ciudad de Buenos Aires. El segundo, en la provincia de Córdoba, una de las regiones de mayor fuerza opositora. Allí, Milei estuvo acompañado de Patricia Bullrich, tercera en la primera vuelta y su aliada para el balotaje junto al expresidente Mauricio Macri, quien intervino en los últimos días para respaldar al ultraliberal.

“Todas esas cosas que a ti no te gustan, no van a suceder (...), y sí las que sí te gustan”, afirmó Macri en un intento de apaciguar el temor que se expandió ante una hipotética presidencia de Milei. “No vamos a privatizar la salud, no vamos a privatizar la educación, no vamos a privatizar el fútbol, no vamos a permitir la portación irrestricta de armas”, afirmó el propio candidato, desdiciéndose de lo dicho durante meses.

En su último vídeo, Milei, al frente de La Libertad Avanza (LLA), buscó hablarle a quienes están aún indecisos. Esa franja del electorado, al que ambos candidatos apuntan, oscila alrededor del 10% según algunos sondeos, y podría inclinar la balanza hacia un lado u el otro en una elección que se anuncia apretada.

El fantasma del fraude

Milei tuvo otro mensaje central de cierre de campaña. Lo transmitió su hermana y mano derecha, Karina Milei, estratega y apoderada legal de LLA. Ésta denunció la existencia de un “fraude colosal” que habría ocurrido en la primera vuelta, orquestado por la Gendarmería Nacional.

Según Karina Milei, la Gendarmería habría “cambiado el contenido de las urnas”, una acusación sin respaldo de pruebas. Su palabras fueron en línea con lo dicho días atrás por el candidato, al afirmar que habían “ocurrido irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado”.

La denuncia causó desacuerdos dentro de LLA, como el expresado por la candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, el mismo jueves por la noche. “Pueden haber ocurrido situaciones puntuales que la Justicia deberá investigar (...), pero sabemos que los hombres de la Gendarmería están con LLA y desempeñan su función con todo esmero”, aseguró.

La nueva aliada de Milei, Bullrich, también se sumó a las denuncias, con la mira puesta en la fiscalización. “Lo último que les queda es ganar de manera ilegal”, afirmó, denunciando una estrategia de “robar” y “romper” papeletas.

A este respecto, la Junta Electoral con jurisdicción sobre la provincia de Buenos Aires denunció que LLA entregó menos papeletas que las necesarias para el balotaje. En lugar de las 350 necesarias para cada una de las 38.074 mesas de la provincia, “en algunos casos no alcanza a un cuarto de la cantidad máxima sugerida”, afirmó la Junta. ¿Por qué entregar menos boletas de las necesarias al tiempo que se denuncia que habrá un robo de papeletas?

La incertidumbre y la calle

“Al loco no lo voy a votar. El otro tampoco me gusta, pero a alguien hay que votar, y voy a votar al mal menor”, dice Javier, un taxista de 60 años de la ciudad de Buenos Aires. El loco es Milei. “Todas las cosas de dolarizar a mí no me convencen para nada”, explica. También se refiere a la posición de Villarruel y su defensa encubierta de la dictadura: “Esa es otra de las locuras”. “A mí no me van”, agrega.

“Por la gente que sube al taxi, creo que ambos sectores están bastante empatados. Se justifican, de un lado porque están muy enfadados con el Gobierno, y por el otro lado porque Milei no les gusta nada. Tienen razón los dos, qué se le va a hacer”, afirma el taxista.

Javier votó a Juan Schiaretti en la primera vuelta, que resultó cuarto con el 6,73% de los votos, debajo del 23,81% de Bullrich, del 29,99% de Milei y del 36,78% de Massa. Esos 1.802.062 votantes de Schiaretti podrían ser parte de los que terminen por volcar el resultado hacia un lado o hacia el otro, razón por la cual Milei y Massa direccionan una parte importante de sus discursos hacia esa franja.

Massa cuenta ahí con dos elementos a su favor: su tradicional discurso centrista, ahora bajo el llamado a la “unión nacional”, y una campaña espontánea que creció en las calles, trenes, metros y paredes de Argentina. Esa micromilitancia, cuerpo a cuerpo, red social a red social, tomó un gran volumen en los últimos días: cada sector social potencialmente afectado por las políticas de un gobierno de Milei salió a las calles a expresarse.  

La resistencia de los consensos democráticos

Argentina cumple 40 años de democracia el 10 de diciembre. El listado de sus deudas es grande, visible en la distancia entre la promesa de que “con la democracia no solo se vota, sino también se come, se educa y se cura” con la que asumió Raúl Alfonsín la presidencia en 1983, y las crónicas crisis económicas, hasta llegar al 40,1% de pobreza actual.

Sin embargo, la democracia también tiene una serie de consensos, como la defensa de las islas Malvinas frente a Gran Bretaña, el nunca más respecto a la dictadura, la educación y la salud pública. Cada uno de estos puntos fue atacado por Milei, que reivindicó a Margaret Thatcher, repitió el discurso de los jerarcas de la dictadura para explicar lo que había sucedido, y planteó privatizar la educación y la salud aunque su último vídeo lo niegue.

El otro gran acuerdo durante 40 años ha sido respetar los resultados electorales, algo que Milei ahora intenta poner en crisis. Esto ha llevado a que la elección del domingo no sea solamente para saber quién estará en la Casa Rosada, sino para saber si Argentina continuará dentro de sus consensos democráticos o si ingresará a un terreno peligroso de la mano de un presidente de una notoria inestabilidad emocional y conductas violentas, y una vicepresidenta que forma del que parecía extinto partido militar.

Massa reúne a su alrededor a todos aquellos que ven en Milei y Villarruel una amenaza democrática. Una alianza acrecentada en el tramo final hacia las urnas de este domingo 19 de noviembre, en lo que será la elección más importante desde el regreso de la democracia.

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