Este artículo se publicó hace 2 años.
Biden se juega su mandato en unas elecciones legislativas que medirán el peso real de Trump entre los republicanos
En los comicios de medio término de este martes se renueva la Cámara de los Representantes al completo y un tercio del Senado. Las últimas encuestas dan una ligera ventaja al Partido Republicano.
Manuel Ruiz Rico
Washington-
Este martes, 8 de noviembre, Estados Unidos dirimirá su futuro, al menos, para los próximos dos años. El país celebrará elecciones legislativas de medio mandato en las que se renovarán los 435 escaños de la Cámara de los Representantes y 35 de los 100 asientos del Senado. El presidente demócrata, Joe Biden, se juega mantener la mayoría de su partido en ambas cámaras, lo que le permitirá poder seguir aprobando leyes; de lo contrario, la segunda mitad de su mandato se irá al traste.
Ésta sería la consecuencia inmediata de un éxito republicano, un escenario que servirá además de termómetro para medir el músculo y la vigencia reales de Donald Trump en la sociedad americana y especialmente dentro del partido conservador casi dos años después de su salida de la Casa Blanca y en medio de una investigación criminal del Departamento de Justicia, que lo acusa de haberse llevado documentos oficiales, algunos de ellos de alto secreto y relacionados con la seguridad nacional, a su mansión privada de Florida.
No serán las únicas urnas que se saquen este martes. Junto a estas elecciones de ámbito nacional, ese día habrá también comicios para gobernador en 36 estados (entre ellos, algunos tan decisivos como Nueva York, California o Florida), además de elecciones para otros cargos estatales (como fiscales generales, tesoreros o secretarios de estado) o referéndums estatales sobre asuntos como la crisis climática o el aborto.
Pero la clave central de estas elecciones de medio mandato será ver qué partido se hace con el control del nuevo Senado que tome posesión en enero de 2023; el resultado de esto dependerá sobre todo lo que suceda en cinco estados en disputa: Pensilvania, Wisconsin, Nevada, Georgia y Arizona (salvo Wisconsin, los mismos que jugaron un papel clave en la victoria de Biden sobre Trump en las presidenciales de hace dos años).
Otras claves secundarias pero importantes para el futuro político de Estados Unidos serán ver hasta qué punto el aborto podrá ser un tema decisivo que aúpe a los demócratas y erosione a los republicanos. También, cómo afectará la crisis económica al partido de Joe Biden, si habrá negacionistas electorales y si esto puede provocar episodios de violencia. Asimismo, será importante hasta qué punto ganarán sus elecciones particulares los candidatos apoyados por Donald Trump y, aunque esto ya más en segundo plano, si las previsibles abultadas victorias de los gobernadores de Florida -Ron DeSantis (republicano)-, y California -Gavin Newsom (demócrata)- impulsarán a éstos como candidatos a liderar sus respectivos partidos para las elecciones presidenciales de 2024, como alternativas a Donald Trump y a Joe Biden, respectivamente.
"Dos visiones muy diferentes para EEUU"
Tras las últimas elecciones de hace dos años (los comicios presidenciales que ganó Joe Biden), el Partido Demócrata ha tenido el control de ambas cámaras del Congreso, aunque por un margen estrechísimo: tienen mayoría en la cámara baja por una exigua ventaja de 222 escaños frente a 213 de los republicanos, y controlan el Senado por el voto extra para desempatar al que tiene derecho la vicepresidenta Kamala Harris, puesto que en dicha cámara ambos partidos empatan a 50 senadores.
El pasado 26 de octubre, en un acto en Washington con voluntarios y organizadores de su campaña, Biden ofreció un argumento preclaro de qué significan estas elecciones de medio mandato, que determinarán lo que su partido y su administración podrán hacer durante los próximos dos años. "Todo el mundo quiere convertir estos comicios en un referéndum", dijo, "pero no se trata de un referéndum sino de una elección, la elección entre dos visiones muy diferentes para Estados Unidos". Eso es lo que está en juego el martes.
Por el lado demócrata, éstos se presentan, entre otras cosas, como adalides del derecho al aborto, la organización sindical de los trabajadores, los impuestos a las grandes fortunas y las grandes corporaciones, la apuesta por los seguros públicos de salud o una sanidad más asequible para los ciudadanos y por políticas federales que combatan la crisis climática. Los republicanos se postulan como lo opuesto a todas estas políticas.
El Senado, la gran disputa
La Cámara Alta está compuesta por 100 senadores, a razón de dos senadores por cada uno de los 50 estados del país. Esta cámara es la encargada de aprobar las leyes que afectan al funcionamiento interno de Estados Unidos. Por este motivo, en sus dos años de mandato, Biden ha podido sacar adelante un plan de rescate, otro de infraestructuras, una ley de clima, energía y sanidad, otra de impulso industrial, etcétera. De perder el control del Senado, los republicanos bloquearán cualquier intento legislativo del Partido Demócrata, por lo que Joe Biden se arriesga a tener un vacío en sus últimos dos años de mandato, lo que sería una mala tarjeta de presentación para las elecciones presidenciales de 2024, y más en medio de una crisis inflacionaria como la actual.
Como los márgenes entre ambos partidos son tan estrechos, el propio margen de error de las encuestas las hace menos fiables que nunca en los estados especialmente en disputa, que son cinco: Pensilvania, Wisconsin, Nevada, Georgia y Arizona. En ellos se va a decidir el futuro del Senado y el de Joe Biden. Y como ya sucedió hace dos años, el recuento de votos en esos estados podría durar días. Las últimas encuestas tienden a dar ligera ventaja a los candidatos demócratas en Pensilvania y Wisconsin, y los republicanos tendrían ventaja en los otros tres.
Con todo, en general, la tendencia de las encuestas en las últimas semanas favorece al Partido Republicano. La web FiveThirtyEight, que elabora una media de los sondeos publicados, ha señalado esta semana que los datos sobre el Senado favorecen por primera vez desde julio a los republicanos, quienes, de este modo, se harían con el control de esta cámara.
Según la web, el modelo había favorecido a los demócratas desde el 26 de julio, cuando este partido empezó a ganar terreno debido a la sentencia del Tribunal Supremo sobre el aborto y el descenso de los precios de la gasolina, pero los republicanos, a partir del pasado martes por la noche, volvieron a estar mejor posicionados. En estos momentos, según FiveThirtyEight los republicanos tienen un 53% de posibilidades de tener la mayoría del Senado, frente al 47% de los demócratas.
Los demócratas recuperaron el control del Senado en 2020 después de unas elecciones disputadísimas en Georgia, donde obtuvieron finalmente los dos senadores de ese estado y, con ello, 50 en el total de la cámara alta. Esto les ha dado una mayoría mínima con la que han podido gobernar estos dos años. El problema para los demócratas es que esa mayoría está cogida con pinzas. En 2020 en Georgia, sin ir más lejos, Jon Ossoff le ganó en segunda vuelta a su rival republicano David Perdue por apenas 50.000 votos. De la victoria de uno u otro dependía el control de la Cámara Alta y por este motivo las elecciones por ese escaño al Senado fueron las más caras de la historia de Estados Unidos: la recaudación de ambas campañas ascendió a casi 470 millones de dólares.
La inflación, un asunto más clave que el aborto
El aborto no es el asunto principal que tendrán los americanos en mente cuando vayan a votar, sino la inflación y la salud de la democracia. Son los datos de la 13ª encuesta anual sobre valores estadounidenses del Instituto de Investigación sobre Religión Pública y la Institución Brookings.
Con todo, el aborto tendrá un papel importante. El porcentaje de votantes que lo mencionó como una cuestión clave para su voto fue del 45%, 12 puntos más que la encuesta realizada por ambos entes en septiembre de 2021 (33%).
Este incremento está motivado sobre todo por la sentencia del pasado junio del Tribunal Supremo que derogó el derecho al aborto en Estados Unidos. De hecho, además del 45% de personas que consideraba este asunto como clave para ir a votar, otro 37% de los encuestados lo describía como "uno de los muchos temas importantes".
El Partido Demócrata, ante la inflación que aún sigue siendo elevada y los datos no tan positivos de la actividad industrial (a pesar de que el país tiene pleno empleo técnico: el dato del pasado viernes fue del 3,7%, después de que el país creara 261.000 empleos en octubre), está apostando por el tema del aborto como palanca para atraer votos sobre todo en las mujeres del sector republicano. Desde luego, cualquier captación de papeletas del rival político, por poca que sea, pueden acabar inclinando la balanza en un sentido o en otro en unas elecciones que en algunos territorios se resolverán por apenas unos miles de votos.
Y los demócratas tienen un antecedente esperanzador en cuanto al aborto. El único estado del país que hasta ahora ha planteado un referéndum para restringir este derecho en su Constitución lo acabó perdiendo. Se trató de Kansas, estado socialmente conservador, cuyo Gobierno republicano hizo un referéndum a primeros de agosto para restringir el aborto en la carta magna estatal y, contra todo pronóstico, la propuesta fue rechazada por el 59% de los votos.
El aborto, a votación en cinco estados
En las elecciones de medio mandato, algunos estados aprovecharán la cita para someter a votación cuestiones relacionadas diversos temas, como el cambio climático o el aborto.
Sobre este último asunto votarán cinco estados. En tres de ellos (California, Michigan y Vermont) los electores tendrán que decidir si aprueban que se propongan enmiendas constitucionales para garantizar ese derecho. Sin embargo, en otros dos territorios (Kentucky y Montana) se someterán a votación propuestas en sentido contrario y lo que se plantea es restringir el acceso al aborto.
No sólo Biden se juega su futuro; atentos a Trump
En estas elecciones de medio mandato, no sólo el presidente Joe Biden y su partido se juegan su futuro inmediato. Hay otros candidatos para los que estos comicios pueden suponer un gran tropiezo y hasta un carpetazo a su carrera política, entre ellos, el expresidente Donald Trump.
Trump lleva varias semanas recorriendo el país dando mítines y participando en eventos públicos, aupado por la recaudación de fondos de su movimiento político. El expresidente, que ha sugerido en varias ocasiones que va a presentarse a candidato republicano para las elecciones presidenciales de 2024, está además envuelto en una investigación del Departamento de Justicia, que lo acusa de haberse llevado documentos oficiales, en torno a un centenar de alto secreto, a su mansión privada de Florida, en Mar-a-Lago. Puede ser el entorno ideal para Trump de anunciar finalmente su candidatura. Ello dependerá de si los candidatos a los que ha apoyado tienen buenos resultados. Así que el exmandatario se juega mucho el martes.
Trump, en cualquier caso, lleva semanas dejándose querer y centrando la atención sobre sí mismo. El pasado jueves, en un mitin en Iowa, dijo: "Es muy, muy, muy probable que lo haga de nuevo, ¿de acuerdo? Muy, muy, muy probablemente. Prepárense. Eso es todo lo que os digo. Muy pronto. Prepárense. Prepárense". The New York Times, citando fuentes del entorno del expresidente, publicó el viernes que éste anunciaría su candidatura el 14 de noviembre.
Esto va en la línea de lo publicado esta semana por la agencia AP, según la cual el equipo del expresidente estaría ya haciendo los preparativos para lanzar una campaña presidencial para 2024, de manera que Trump anunciaría su candidatura poco después de las elecciones del martes para tratar así de capitalizar las esperadas victorias republicanas y convertirse en el favorito para la nominación de su partido en unas primarias.
Junto a Trump y Biden hay otros pesos pesados que se juegan su presente y futuro político. Uno de ellos el gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, que es en estos momentos el político republicano con más peso de cara a tener que disputarle el liderazgo del partido a Donald Trump.
DeSantis tiene elecciones a gobernador y, según el promedio de las encuestas elaborado por la web electoral RealClearPolitics, aventaja a su rival demócrata Charles Crist en 12 puntos. Una ventaja tan amplia consolidaría a DeSantis frente a Trump, mientras que, si finalmente hay un resultado más estrecho, su futuro político podría quedarse dentro del estado de Florida.
En una situación similar está el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom. Éste se presenta a reelección para un segundo mandato y aventaja en las encuestas a su rival republicano en 20 puntos. De cerrar esa ventana, lanzaría su carrera hacia la Casa Blanca para las elecciones presidenciales de 2024, cuando Joe Biden estará al borde de los 82 años.
Nancy Pelosi, la líder demócrata en la Cámara de los Representantes, se juega también su futuro político el martes. Pelosi tiene 82 años y si su partido pierde la mayoría en esa cámara (entre ambos partidos sólo hay nueve escaños de diferencia), la política californiana dejaría esa posición y, debido a su edad, habría muchas posibilidades de que no optara a recuperarla en los comicios de 2024.
La republicana Liz Cheney, presidenta de la comisión del Congreso que investiga el asalto al Capitolio y la máxima detractora de Trump en ese partido, se juega lo suyo el martes, aunque, curiosamente, no es candidata al Congreso: Cheney perdió en las primarias republicanas de agosto en su estado, Wyoming, frente a una rival apoyada por Trump, Harriet Hageman. De hecho, Cheney ha apoyado a algunos candidatos demócratas, como a Tim Ryan para el Senado (por Ohio) y a Elissa Slotkin para congresista (por Michigan), ambos enfrentados en sus estados a rivales proTrump.
La política republicana estará siguiendo de cerca el martes el resultado de los candidatos apoyados por Trump y si éstos obtienen un mal resultado, la política republicana agudizará su lucha interna contra el trumpismo y hasta podría, como sugirió en un mitin en agosto, presentar su candidatura a liderar el Partido Republicano.
Nueva York, de apuesta demócrata segura a disputa
El gobierno del estado de Nueva York, considerado un fijo para los demócratas, ha pasado el último mes a ser un estado en disputa. Los demócratas llevan 20 años gobernando ese estado con facilidad, pero la situación ha dado un vuelco en las últimas semanas debido a que la narrativa de la inseguridad y la crisis está calando en la sociedad neoyorquina.
"Todos los demócratas deberían estar preocupados, yo estoy preocupado. La gente cree que la delincuencia está fuera de control. La mayoría de los demócratas lo han combatido con estadísticas que demuestran que, de hecho, no es así, pero si la gente no se siente segura física o económicamente no puedes mostrarles estadísticas y se acabó", ha asegurado esta semana Rich Azzopardi, estratega electoral y portavoz del exgobernador Andrew Cuomo, en declaraciones recogidas por el medio de Washington The Hill.
Los candidatos son, por un lado, la actual gobernadora demócrata Kathy Hochul, que llegó al cargo tras la dimisión en noviembre del año pasado del gobernador Andrew Coumo, que se vio envuelto en varias denuncias por acoso sexual; y, por otro lado, está el republicano Lee Zeldin, que no deja de insistir en la delincuencia, la inflación y el declive económico neoyorquino.
En el último año, la media de las encuestas de la web FiveThirtyEight ha dado invariablemente una ventaja de más de diez puntos a la actual gobernadora demócrata, hasta el punto de que a mediados del pasado agosto la distancia entre Hochul y Zeldin era de un 18,4% a favor de la primera. Desde entonces, esa brecha no ha hecho más que estrecharse: a mediados de octubre bajó del 10% y el viernes pasado la diferencia entre ambos candidatos era ya de apenas el 6,8%.
La violencia y el antecedente del asalto al Capitolio
Otro de los puntos de atención en las elecciones de este martes está en el riesgo de que se produzcan episodios de violencia. El antecedente del asalto al Capitolio de enero de 2021 está muy presente en Estados Unidos y en los días previos a estos comicios ya se ha producido algún incidente que preocupa mucho a las autoridades, más cuando no pocos candidatos republicanos, en general los apoyados por Trump, son lo que se conoce como negacionistas electorales (del resultado de los comicios de 2020) y bien podrían negarse a aceptar el resultado de éstas en el caso de que pierdan.
El antecedente violento cercano más preocupante sucedió el viernes 28 de octubre, cuando un hombre de 42 años asaltó la casa de Nancy Pelosi en San Francisco, California, con el objetivo de secuestrar a la líder de la Cámara de los Representantes. Como ésta no se encontraba en su domicilio, el asaltante atacó con un martillo a su marido, Paul Pelosi, de 82 años, que tuvo que ser hospitalizado en la UCI con lesiones de cierta gravedad.
En este contexto, el jefe de la policía del Capitolio de Estados Unidos, Tom Manger, ha asegurado hace unos días en un comunicado que su cuerpo policial requiere de más recursos para proporcionar seguridad a los legisladores debido al polémico clima político. "El ataque del viernes contra Paul Pelosi es un recordatorio alarmante de las peligrosas amenazas a las que se enfrentan los funcionarios electos y las figuras públicas durante el polémico clima político actual", aseguró Manger.
En un mitin en Washington el pasado miércoles, el mismo Joe Biden alertó de este extremo: "La democracia estadounidense está siendo atacada [porque Trump] se niega a aceptar la voluntad del pueblo, se niega a aceptar que perdió [en 2020]". Si el próximo martes se producen situaciones de negación de los resultados, la aparición de nuevos episodios de violencia volvería a estar sobre la mesa.
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