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Un cosaco, héroe de las protestas en Kiev

Desnudo, aterido de frío, medio inconsciente, este hombre de 34 años mantuvo la dignidad en condiciones extremas durante los enfrentamientos con la policía. Esto le ha convertido en un símbolo de la resistencia contra el

IGNACIO ORTEGA (EFE)

Cada revolución tiene su héroe y en Ucrania su nombre es Mijaíl Gavriliuk, un cosaco que se ganó la admiración de la gente después de que la policía se ensañara con él en Kiev al desnudarlo y apalearlo sobre la nieve en pleno invierno ucraniano. 'No me siento un héroe. Soy un defensor del pueblo ucraniano al que prometí lealtad. Héroes son aquellos que mueren en combate. Simplemente cumplí con mi obligación. En mi lugar, cualquier cosaco hubiera actuado de la misma forma'.

Desnudo, aterido de frío, medio inconsciente, este hombre de 34 años mantuvo la dignidad en condiciones extremas, lo que le ha convertido en un símbolo de la resistencia contra los temidos Berkut (destacamento especial antidisturbios). Jóvenes, adultos y abuelas hacen diariamente cola en el campamento cosaco que hay en el Euromaidán, bastión de las protestas opositoras, para poder hablar con él, hacerle un regalo o simplemente abrazarlo y darle las gracias por no bajar la cerviz ante la policía. 'Cada día me siento mejor. Entonces, casi no podía ni andar y ahora corro como un galgo. Gracias a sus oraciones estoy mejorando de salud', asegura el joven, que aún conserva en el rostro numerosos moratones.

El atamán, jefe de los cosacos, una tradición aún arraigada en Ucrania, entra en el campamento con sus grandes bigotes, su gorro de piel y botas altas, y mira orgulloso como uno de sus hombres despierta tanta admiración. El 23 de enero, Gavriliuk estaba en la línea de frente de las inmediaciones del estadio del Dinamo de Kiev, cuando los antidisturbios avanzaron, los manifestantes recularon y, de repente, el cosaco se encontró en tierra de nadie a merced de la policía.

En realidad, él se había quedado para ayudar a los heridos, algunos de los cuales yacían en el suelo, cuando estalló una granada aturdidora que le causó una pequeña conmoción, lo que fue aprovechado por los Berkut para capturarlo.

Uno de los policías grabó las imágenes y las colgó en Youtube, lo que convirtió a Gavriliuk en una celebridad, ya que se puede ver como resiste estoicamente sin ropa al abuso, aunque despertó la indignación de la oposición y de las cancillerías occidentales. Él cuenta cómo los antidisturbios le pincharon con puñales, le propinaron innumerables patadas en la cabeza, 'como si fuera una pelota', y le cortaron el pelo, signo distintivo de los cosacos, como se puede ver en Taras Bulba, el personaje legendario de Gogol.

Uno de los policías grabó las imágenes y las colgó en internet

Aunque recuerda haber oído como algunos agentes intentaron evitar que sus compañeros se ensañaran con él, esos hicieron oídos sordos y se sacaron fotos de recuerdo subidos con todo el peso de sus cuerpos sobre la cabeza del manifestante. El cosaco no parece guardarles rencor, ya que considera que los Berkut 'son simplemente unos lacayos que cumplen las órdenes de sus superiores', pero advierte que la venganza de los cosacos será implacable.

Ya en el autobús, Gabriliuk perdió la consciencia en varias ocasiones y tuvo que ser trasladado en una ambulancia al hospital, donde fue rescatado por los veteranos de la guerra de Afganistán (1979-89), tras lo que no dudó ni un momento en regresar a las barricadas. 'Las autoridades nos quieren amedrentar y convertirnos en esclavos, pero no lo conseguirán. Son unos bandidos que lo único que quieren es tener cada vez más dinero', dijo.

Uno de los efectivos antidisturbios aseguró al diario 'Vesti' en condición de anonimato que Gavriliuk era uno de los mejores lanzadores de cócteles mólotov y que había causado quemaduras a numerosos de sus compañeros, por lo que tenían ansias de echarle la mano encima.

El ministro del Interior, Vitali Zajarchenko, cuya dimisión es exigida por los manifestantes por la represión violenta de las protestas, pidió disculpas públicamente por lo que llamó 'acciones inadmisibles' y anunció una investigación.

Gavriliuk se opone firmemente a las negociaciones de la oposición con el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, al que aconseja que 'se vaya con Dios y deje de hacer sufrir al pueblo'. '¿De qué negociaciones podemos hablar cuando matan a los manifestantes en plena calle? Ya hay seis muertos y 200 inválidos entre los opositores. Algunos se han quedado sin manos, otros sin un ojo', asegura.

En su opinión, 'el mejor diálogo es que Yanukóvich se vaya. Mejor que se esconda bien, en un lugar donde nadie lo vaya a buscar. Ya que si el pueblo ucraniano decide encargarse de él y cae en nuestras manos, le costará muy caro'.

Gavriliuk, que llegó a Kiev para sumarse a las protestas el 30 de noviembre pasado, no tiene pensado regresar a su pueblo, donde le espera su esposa y una tierra que cultivar, ya que no puede imaginarse su vida sin el Euromaidán. 'No sé cómo voy a vivir cuando esto se acabe. Me encanta esta vida. Aquí todos somos hermanos. Me quedaré aquí hasta las elecciones presidenciales de 2015', asegura.

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