Este artículo se publicó hace 2 años.
China combina la peor parálisis económica y el mayor riesgo inversor desde la gran pandemia
El motor del PIB global emite señales de gripaje. El descenso del precio del petróleo revela un vestigio nítido de que el primer comprador de crudo del mundo no exhibe una demanda boyante. En parte, por la estricta política de covid cero de Pekín. Pero también por nuevas disrupciones productivas y un acceso al crédito más restringido.
Madrid-Actualizado a
En plena convulsión del mercado energético, con Europa tratando a marchas forzadas de reducir su dependencia energética de Rusia, la guerra de Ucrania en punto muerto militar y estratégico, EEUU ofreciendo un millón más de barriles al día de sus reservas estratégicas y la OPEP + lanzando mensajes más o menos velados de sus nulas intenciones de regar la oferta petrolífera mundial, China ha sido, en las últimas fechas de marzo, el catalizador del respiro -leve y probablemente más que momentáneo- del oro negro. Porque, en esta especie de viaje al pasado, a la crisis petrolífera de los años setenta, la gran factoría mundial, el habitual termómetro del dinamismo del planeta por sus cuotas de consumo de energía, ha rebajado sus necesidades energéticas.
En Nomura Holdings, banco de inversión japonés, alertan de que el crecimiento oficioso del 5,5% para este año está puesto en cuestión, después de que el Decimocuarto Plan Quinquenal (2021-2025) se asegurara de no establecer ninguna meta de crecimiento específica, aunque admitiera la imposibilidad de que el viraje del sistema productivo chino hacia la demanda interna no podía alcanzar tasas próximas a los dobles dígitos como en las últimas décadas. Pero el diagnóstico de Nomura va más allá, al avanzar la peor ralentización económica desde la primavera de 2020, cuando emergió la primera oleada de covid-19 y elevar el factor de riesgo inversor. "Las carteras de capital deberían estar más preocupadas por un descenso más intenso de la actividad china", dicen sus expertos en una nota a inversores.
El aterrizaje del PIB chino en el primer trimestre del año es ya preocupante y será más virulento en el segundo, asegura Lu Ting, para quien el descenso de mayor calado "se ha producido en el mes de marzo", cuando se han concentrado las nuevas restricciones a la movilidad decretadas por Pekín en su política de covid cero. En primer término, en los 17,5 millones de habitantes de Shenzhen -su Silicon Valley tecnológico y puente con Hong-Kong- y, en segundo, en Shanghái, su principal pulmón financiero, cuyos 25 millones de residentes deberán guardar cuarentena dentro de una escrupulosa división en dos mitades exactas. Estas dos decisiones "propagarán la parálisis por el resto del territorio", que se empezará a apreciar "en el sector inmobiliario", pero también en las inversiones empresariales, en medio de una paulatina, aunque oscilante, carestía del dinero. Pese al ligero movimiento a la baja, de una décima, el primero realizado por el Banco Central de China desde el estallido de la guerra en Ucrania, y que ha dejado los tipos de interés en el 3,7%.
El parón ha afectado de forma súbita a sectores como los servicios, la construcción o la industria manufacturera, que hará "difícil, casi imposible, alcanzar el objetivo del 5,5% de crecimiento del PIB en 2022", se aventuran a anticipar en Nomura, cuyos cálculos predictivos han pasado de dar una previsión anual del 4,2%, a comienzos de año a avanzar un repunte más modesto, del 2,9%, pese al buen comportamiento del consumo hasta el estallido de la contienda bélica en Ucrania. También pese a la inversión de empresas y grupos industriales, que, sin embargo, se han visto en la obligación de abordar nuevas disrupciones en las cadenas de valor, tensiones y volatilidad en los mercados y una escalada de los precios energéticos. Con 5.600 nuevos casos de covid, el mayor grado de contagio en más de dos años. El banco de inversión japonés anticipa otro recorte de tipos, de medio punto, en los próximos dos meses, "para facilitar el flujo prestamista".
En la consultora Focus Economics también comparten esta coyuntura. El estricto mandato de cero covid incluye a Hong Kong, el otro gran polo bursátil, inversor y de contratación comercial, que ya contempla una disminución del tránsito de mercancías entre los puertos del Sudeste Asiático, desde Singapur hasta los surcoreanos, y que ha elevado la amenaza "sobre las economías" china y del resto de la región. "Los cuellos de botella marítimos y las obstrucciones en las cadenas de valor han surgido de nuevo" por la oleada de covid en la zona y las tensiones levantadas tras la intervención militar del Kremlin en Ucrania.
Las secuelas de la guerra en Ucrania y los confinamientos por Covid desacelerarán la expansión china de forma drástica en 2022
Al igual que en Goldman Sachs. Los tres factores -dos externos, la crisis logística y la parálisis de la producción empresarial y uno interno, la nueva propagación del coronavirus- se unen a otro geopolítico -la guerra en Ucrania- para sumar vulnerabilidad y riesgos y "podría dirigir a China a un escenario de pérdida de dinamismo de mayor dimensión que el del inicio del pasado verano", porque las ciudades cercadas por confinamientos "contabilizan más del 30% del PIB y cuatro semanas de hibernación de la actividad en todas ellas restan un punto al crecimiento anual". En opinión de sus analistas, "la expansión se desacelerará drásticamente en 2022, y afectará en una mayor porción a la inversión empresarial, aunque también al consumo privado, que reducirá sus niveles de gasto, así como al desempleo, con lo que saltarán las tasas de economía sumergida".
El barril de crudo, termómetro de China
El mercado de futuros registró una semana, la pasada, con un barril más próximo a 100 dólares, con caídas de hasta 8 dólares, que coincidieron con el confinamiento de Shanghái, y a pesar de que la OPEP + mostrara su primera carta productiva y no precisamente a favor de una mayor oferta de crudo en el mercado con el que cubrir la merma de crudo ruso a Occidente.
"La demanda china es de aproximadamente 15 millones de barriles al día", dice a Bloomberg el presidente de Lipow Oil Associates LLC, Andy Lipow, con sede en Houston. Cifra que se ha recortado notablemente por el temor a que se expanda la covid. Junto a ello, las exportaciones energéticas rusas entre el 17 y el 23 de marzo se redujeron a la mitad por efecto de la guerra, lo que alentó la advertencia del ministro de Energía de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Suhail Al-Mazrouei, de que el cártel no elevará su producción más allá de los 430.000 barriles diarios en mayo que habían anunciado a comienzos de año.
La pérdida de demanda apunta al frenazo económico del triángulo Hong Kong -de momento, no confinada, pero amenazada por los contagios y con un descenso de actividad-, Shanghái y Shenzhen, convienen en afirmar fuentes del mercado de la energía, que también aducen como factores de estabilización de los precios otra tregua temporal de los hutíes en Yemen, tras los ataques a instalaciones petrolíferas saudíes en Yeda, y las perspectivas de un acuerdo nuclear con Irán que añada más oferta de crudo.
El mercado inmobiliario es uno de los focos principales de preocupación inversora. Tras el caso Evergrande, la quiebra del gigante chino controlada desde Pekín, que mantiene aún réplicas tras el tsunami desatado a finales del pasado verano, ha reestructurado un negocio en el que surgen nuevos y grandes trusts como MinMetals o Zhongrong, que se han hecho con activos y proyectos inmobiliarios y con fondos que han superado los 280.000 millones de dólares. Pero que todavía no cubren, ni con creces, el pasivo del sector, valorado en más de 3,4 billones de dólares. Todo forma parte de la reestructuración de Evergrande, admite Zhu Yiming, un analista de China Real Estate Information Corp.
El sector inmobiliario navegará en medio de altas volatilidades con caídas de compraventas de entre un 6% y un 9% y de precios en torno al 3% en 2022
En UBS enfatizan el riesgo en este sector, a pesar de que la estrategia de trocear proyectos está siendo bien acogida por bancos y conglomerados industriales y empresariales para evitar tener que asumir activos tóxicos inmobiliarios o crear, con en la pasada crisis financiera, bancos malos. El problema esencial -explican en UBS- es que el sistema financiero y el mercado inmobiliario no están plenamente restaurados, sino que mantienen una pesada losa de deuda que rebajan tanto el volumen como la fiabilidad prestamista y dejan a las empresas inmersas en la reestructuración al borde del precipicio hipotecario. En el banco de inversión suizo reconocen que la actividad en el mercado de la vivienda ha descendido y que queda aún mucho por reestructurar, algo que no será sencillo dadas las condiciones monetarias tendentes al encarecimiento.
"A medio y largo plazo, la estrategia inversora será relativamente restrictiva". Por mucho que el régimen de Pekín "ayude a reducir las presiones económicas, financieras y empresariales", los márgenes de venta son todavía muy considerables, lo que induce a pensar en "volatilidades" en las compraventas -entre un 6% y un 9%- en los precios -más difícil de cuantificar por la oscilación de la inflación- y en las inversiones, que retrocederán más del 3%, explican en UBS.
Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico en Natixis, apunta otro revés inversor. Porque China, que había registrado fulgurantes incrementos de superávit comercial y de capital extranjero desde el inicio de la pandemia, hasta alcanzar unos ingresos netos de divisas por los dos conceptos de 356.000 millones de dólares en 2021, ha consignado, en febrero pasado, el primer déficit en más de 22 meses, en las entradas de inversiones exteriores, lo que genera no pocas "incertidumbres" sobre si China logrará otra contribución positiva a su balanza por cuenta corriente de sus flujos de exportación y sus inversiones directas del exterior. Pese a la creciente demanda de productos electrónicos y a que las compañías extranjeras "siguen nutriendo de más inversiones en sus operaciones" en el gigante asiático que las que "realizan las empresas chinas en otros mercados".
Para la analista de Natixis hay tres razones de esta reversión de los flujos de capital hacia China. La primera, la aversión al riesgo desatada en los mercados por la guerra de Ucrania y que se ha concentrado en la segunda economía global, donde la capacidad de captación de las inversiones preferenciales de los mercados emergentes parece haberse diluido en la percepción gestora de los fondos de capital. "Los inversores ya no ven a China como un mercado tan seguro como antes del estallido del conflicto armado". En segundo término, por los rumores de que inversores rusos con más de 140.000 millones de dólares en bonos chinos podrían vender sus activos en busca de liquidez. Porque el diferencial de rentabilidad soberana entre Rusia y China se ha reducido de los 127 a los 32 puntos básicos en marzo; también debido al encarecimiento del dinero en EEUU y a la excesiva prudencia del Banco Central de China. Y, finalmente, porque la nueva etapa de confinamientos añade dudas sobre el dinamismo y la evolución de los mercados de capital.
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