Decálogo para entender el tránsito económico y financiero entre 2022 y 2023
El año que acaba deja 33 conflictos armados, con la guerra de Ucrania como foco de máxima tensión geopolítica, un horizonte de inflación y tipos de interés en niveles demasiado elevados para generar riqueza y empleo sostenible, y unos mercados al borde de
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El destino tenía reservado un examen complejo a 2022, a juzgar por el amplio abanico de actos extraordinarios que se han acumulado en sus doce meses que acaban de expirar. Desde la guerra de Ucrania a los largos confinamientos sociales en China por la aplicación de la férrea política de covid-cero de Pekín, pasando por la espiral inflacionista y la inmediata escalada de los tipos de interés que se han encargado de precipitar a la economía global hacia una recesión que parece inevitable. También los altos voltajes en las relaciones entre EEUU y China y elecciones en las que se han puesto a prueba las fortalezas de alguna de las grandes democracias del planeta.
Sin embargo, el resultado de la prueba ha certificado algunos puntos positivos. Entre otros, una doble capacidad de resiliencia. Por un lado, la de los socios occidentales que han hecho causa común a favor de Ucrania, cuando apenas un año antes se fueron en desbandada de Afganistán, en una retirada precipitada y humillante, hasta el punto de parecer haber revertido el pulso entre Moscú y Kiev, al menos a la conclusión del año, y de exhibir acciones concertadas de condena y sanciones al Kremlin y de apoyo militar y económico al gobierno de Volodimir Zelenski.
Por otro lado, la de las empresas en la difícil reordenación de sus cadenas de valor y del negocio logístico global en plenos cuellos de botella del transporte marítimo. El epitafio al 2022 deja en este sentido un panorama más despejado.
El paso de página a 2023, pues, deja un elenco nutrido de riesgos e incertidumbres en el que se plantean no pocas cuestiones de compleja resolución. Este decálogo puede ayudar a despejar la ecuación con múltiples incógnitas que ha emergido dentro de un nuevo orden mundial.
1. Una treintena de conflictos bélicos activos
Irene Mia, editora del International Institute for Strategic Studies (IISS), think-tank de seguridad, riesgo político y confrontaciones armadas, cifra en 33 el número de enfrentamientos militares en el planeta en 2022. Si bien la invasión rusa de Ucrania ocasionó los mayores shocks sobre la economía global, disrupciones en los intercambios de materias primas –energéticas, metálicas y alimenticias–, así como en las cadenas de valor.
"Es la hostilidad militar más grave desde la Segunda Guerra Mundial", aclara Mia. Y sus daños colaterales han propiciado una espiral inflacionista sin parangón desde la crisis petrolífera de los setenta al trasladar presiones de precios de los cereales, fertilizantes y la energía.
La guerra en Ucrania ha intensificado la pobreza, elevado la desigualdad y generado inseguridad en el suministro de los alimentos. Justo cuando el planeta se desperezaba de la gran pandemia económica tras la covid-19.
"Inevitablemente, esta tendencia –destaca– exacerbará las causas del conflicto y creará inestabilidad en países frágiles; en particular, los altamente dependientes de energía y de alimentos", además de haber provocado una "crisis humanitaria sin precedentes y con una reconstrucción incierta". Las tensiones geopolíticas han ocupado el centro de la agenda mundial.
2. ¿Será más pacífico 2023?
Matthew Kroenig, catedrático de Asuntos Internacionales en la Universidad de Georgetown, no observa grandes evoluciones pacíficas. Predice que "la invasión de Ucrania seguirá en 2023, casi con toda probabilidad en 2024 y posiblemente en 2025". Con la población de Irán y China protagonizando protestas en las calles que no tendrán éxito en 2023, aunque "sembrarán las semillas" de lo que denomina la "Cuarta Ola Democrática" contra ciertos regímenes autoritarios, después de las primaveras árabes del tránsito de la primera a la segunda década de este siglo.
Kroenig explica a Foreign Policy que el ejercicio que acaba de comenzar va a perpetuar la Guerra Fría desatada por Vladimir Putin en 2008 con su intervención armada en Georgia y agudizada en 2012 con la subida al poder de Xi Jinping en China, tal y como ya alertaban varios historiadores, y que se ha acentuado con la invasión de Ucrania.
Xi ha advertido de "tormentas peligrosas" en el futuro
La unidad europea y la alianza con EEUU frente a Rusia y China tensará el multilateralismo y la globalización y la OTAN podría incorporar a Pekín como objetivo geoestratégico por Taiwán con países como Alemania y Japón alejándose de su reciente historia pacifista y elevando a contrarreloj sus partidas de Defensa. Y Xi ha advertido de "tormentas peligrosas" en el futuro si la isla que reivindica cae bajo "influencias externas que interfieren" sobre su gobierno y a las que considera "provocaciones de brocha gorda".
3. La economía global se precipita a la recesión
Es el consenso del mercado. La fulgurante alza de los tipos de interés no ha logrado frenar la inflación, que seguirá siendo en 2023 el enemigo público número uno de las autoridades económicas y monetarias. Desde el Centre for Economics and Business Research (CEBR) se decantan por números rojos, después de que en 2022 el PIB mundial rebasara por primera vez los 100 billones de dólares.
Esta consultora británica prevé el sorpasso de China a EEUU como mayor economía global en 2036. "La recesión es inevitable con las condiciones crediticias actuales y la respuesta meteórica que los bancos centrales han inculcado para actuar contra la espiral de precios", explica Kay Daniel Neufeld, director de previsiones en el CEBR.
Un análisis que va en línea con la predicción del FMI de que más de un tercio de la actividad internacional se contraerá con un 25% de opciones de que el PIB mundial crezca menos del 2%, tope que determina la raya del receso productivo del planeta.
4. La inflación sigue ganando la batalla económica
En 2023 los bancos centrales continuarán disparando sus armas y restringiendo el crédito con un dinero más caro, pese a que esta gestión empuje a las economías al abismo. Y lo que es peor: traerá varios ejercicios de anemia a los PIB. Aunque desde el CEBR alerten de que, en 2037, la economía global se duplicará por la llegada al club de las rentas altas de mercados emergentes. Eso sí, con cambios substanciales.
El Sudeste Asiático y el Pacífico albergarán más de la tercera parte de la producción mundial, con Europa en descenso, hasta totalizar menos de la quinta parte del PIB mundial. Este año marcará el punto de inflexión de este horizonte lejano. Todo por mantener a raya la inflación.
La subida de los precios energéticos desde el otoño de 2021, catapultada por el conflicto armado en Ucrania, ha acabado generando la desestabilización económica en EEUU, Reino Unido y la UE que proclamó el Kremlin. Todos ellos con IPC en dobles dígitos durante 2022 y con unos tipos de interés repuntando a una velocidad y con una intensidad como no se había visto en décadas.
También emergen en estas cumbres borrascosas riesgos geopolíticos, energéticos, económicos y financieros sin precedentes. Más evidentes en Europa con un par de inviernos –el actual y el de 2023– bajo escenarios de serias amenazas en las interrupciones del suministro de petróleo y de gas, dificultades para impulsar el gasto del consumo y la inversión empresarial y perspectivas sombrías sobre el empleo.
5. El año que pondrá techo a la subida de tipos
Aunque en algún momento aún indeterminado, al igual que el tope al que se encaramará la inflación. En este sentido, la Reserva Federal lleva la delantera. También ha sido la autoridad monetaria global que más rápida y vigorosamente ha encarecido el dinero desde su primer toque alcista, en enero de 2022, y la que antes ha ingresado en recesión, si bien aún no ha admitido oficialmente sus números rojos –entre enero y junio– por la vitalidad que sigue mostrando su mercado laboral.
La docilidad monetaria en China generada para añadir capacidad prestamista a una economía asolada por una triple crisis –inmobiliaria, del sistema bancario y de los recursos municipales– la relega a un limbo preocupante para 2023. De igual manera que a la zona del euro –con el BCE en un recorrido tardío respecto a la Fed– y al BoE, que debe sopesar si el receso del PIB del Reino Unido será profundo o abismal, admiten en The Economist, que observa todavía incrementos de tipos a uno y otro lado del Atlántico.
6. El dólar encarecerá el acceso a la financiación global
Por la inercia de los aumentos de la Fed, el curso que tomen las sanciones económicas occidentales a Moscú y de EEUU hacia China –en el mercado transnacional de componentes, chips y material tecnológico made in US– y que ya ha empezado a debilitar al rublo. El billete verde ser revalorizó en septiembre a su nivel más alto en décadas –en casi un 20%– respecto a una cesta de divisas con presencia en reservas internacionales de bancos centrales.
El billete verde ser revalorizó en septiembre a su nivel más alto en décadas
También por la aversión al riesgo inversor durante un año convulso en los mercados energéticos y en el orden geopolítico donde el euro se ha instalado en la paridad, el yen nunca valió tan poco frente al dólar, al igual que la libra, que ha coqueteado con el intercambio 1-1 y el yuan muestra cada vez más signos de devaluación con la moneda de EEUU. En general, es la tendencia dentro de las divisas del G-10 más Nuevas Zelanda y Australia.
7. El endeudamiento se agravará por la fortaleza del dólar
El endeudamiento mundial se contrajo en 2021, según los últimos datos del FMI, pero sigue lejos de su nivel pre-covid y bajo el tensor del dólar fuerte. Con un doble rasero a la hora de medir su calibre. Porque cae en relación a un PIB mundial en merma respecto a 2019, motivo por el que se contrae diez puntos, hasta el 247% del tamaño de la economía global, aunque, por otro lado, y al mismo tiempo, se dispara hasta totalizar 235 billones de dólares por su denominación en dólares.
Victor Gaspar, director del Departamento Fiscal del FMI, avisa que el montante de deuda soberana, empresarial no financiera y familiar aumentará aún más en 2022 –cuando se contabilice en la Global Debt Database de la institución– y probablemente en 2023 debido a los recursos que gobiernos de todo el mundo deben emplear para contener la espiral inflacionista, si bien debería ser el año en el que se inculquen las primeras medidas de disciplina presupuestaria, sin metas de equilibrio o consolidación a medio plazo.
En una atmósfera de retirada de la confianza de los inversores en los mercados de bonos, que perdieron en 2022 más de 75.000 millones de dólares. En esencia, por cancelación de emisiones pospuestas durante los tumultuosos meses de verano y otoño en las operaciones de bonos, así como en los créditos y en los activos vinculados a valores bursátiles que se vieron atenazados por las tensiones geopolíticas y las subidas de tipos de interés.
8. El teletrabajo se someterá a un año beligerante
La recesión elevará la tentación empresarial a corregir el trabajo en remoto que se instauró durante la gran pandemia, fenómeno que, pese a haber venido para quedarse, no tendrá una expansión tan meteórica como se predijo, después de que "se enfrente a un duro ejercicio de supervivencia", asegura Melissa Swift, consultora de Mercer, para quien "hay divergencias manifiestas" entre compañías sobre la transformación de sus plantillas laborales.
Un escaparate idóneo será EEUU. Su mercado de trabajo podría desplegar medidas restrictivas de sus empresas si manifiesta demasiada debilidad en la contratación, entre las que destacaría el teletrabajo, o acelerar la gran dimisión de personas que, pese a la recesión, han mostrado su predisposición a no trabajar por un salario que no satisface sus estándares de calidad de vida.
9. La globalización y los mercados de capital en tela de juicio
En JP Morgan creen que serán los dos grandes interrogantes de 2023. Las dudas sobre la elasticidad de las cadenas de valor, sobre las políticas industriales venideras, las tensiones energéticas y el aumento de los gastos militares determinarán las evoluciones bursátiles y el itinerario del proceso de libre tránsito de personas, mercancías, servicios y capitales, alerta Jared Gross, estratega del banco de inversión americano.
En medio de malos augurios sobre la fragmentación en dos bloques comerciales, el comandado por EEUU y sus aliados occidentales y el liderado por China, con Rusia, y sobre los que se irían añadiendo países en función de sus intereses geopolíticos y económico-financieros. Lisa Shalett, CIO (responsable de inversiones) de Morgan Stanley, plantea la encrucijada en unos términos sumamente realistas.
En Morgan Stanley se inclinan por "un pesimismo realista"
Algunos inversores ven la botella medio llega porque valoran en mayor medida la capacidad de resiliencia de las empresas para sumar ingresos corporativos o, por contra, están los que la observan medio vacía e inciden en la debilidad de sus beneficios y la caída de sus cotizaciones. En Morgan Stanley se inclinan más por "un pesimismo realista" hasta comprobar hasta dónde llega el rally alcista de la Fed y la corrección de los márgenes de facturación y rentabilidades del sector privado, explica Shalett.
10. Ganadores y perdedores
The Economist ha compilado las economías con comportamientos más o menos adaptados a un 2022 de complejidad extrema, con inflaciones en dobles dígitos y un receso de los mercados del 20%, y que han logrado mejores o peores posiciones de cara a 2023.
De los 34 países que analiza, Grecia, Portugal, Irlanda y España –cuatro socios rescatados en la crisis de la deuda del euro de 2012– son, junto a Israel, los que han registrado una evolución más acertada. Con dinamismos, cuidados a estratos sociales más vulnerables, ayudas por el alza de los costes energéticos –tanto de luz como de carburantes– combinados con prudencia fiscal y gestión adecuada de sus deudas.
Dentro del espectro de la OCDE, Suecia, Finlandia, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Letonia y Estonia son, por el contrario, las grandes perjudicadas del empeoramiento de la coyuntura global y la elevada incertidumbre geopolítica global.
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