Este artículo se publicó hace 2 años.
Rusia y la OTAN admiten que la guerra de Ucrania se alargará hasta que decidan las armas
Tanto Moscú como la Alianza Atlántica coinciden en que la guerra será larga y que no hay perspectivas de negociación a corto ni a medio plazo. El Kremlin y Bruselas creen que solo la derrota del adversario podrá dictar las condiciones de una paz hoy día m
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El presidente ruso, Vladímir Putin, prepara al pueblo ruso para una larga guerra en Ucrania, no exenta del riesgo de que el conflicto devenga en una crisis nuclear, como ha reconocido el propio mandatario. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirma por su parte que la Alianza Atlántica apoyará a Ucrania con la esperanza de que acabe imponiéndose en el campo de batalla y decida dónde y cuándo se celebrarán esas conversaciones de paz. Y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aventura que la guerra terminará en 2023 y para ello reclama más armas a la OTAN.
En sendas alocuciones, Putin y Stoltenberg han dejado claro que todos los rumores vertidos estas semanas sobre unas eventuales negociaciones están aún muy lejos de concretarse y habría que dejarlos de momento en el cajón de los buenos deseos. Tales versiones habían partido sobre todo desde Estados Unidos, donde el Partido Republicano, que en enero se hará con el control de la Cámara de Representantes, tras los resultados de los comicios legislativos de noviembre, no está muy convencido del compromiso sin límites que está dando Washington a Ucrania.
Stoltenberg, en una entrevista con Roula Khalaf, editor del Financial Times, ha salido también al paso de la postura de algunos líderes europeos, como el presidente francés, Emmanuel Macron, quien había vuelto a recomendar una "salida" para Putin en caso de formarse esa mesa de negociaciones.
La OTAN cree que el campo de batalla decidirá la paz
"La mayoría de las guerras, y seguramente esta misma guerra, terminan en la mesa de las negociaciones. Pero sabemos que lo que sucede en torno a esa mesa depende absolutamente de la situación en el campo de batalla. Si quieres un resultado de esas negociaciones que garantice que Ucrania siga siendo una nación soberana e independiente, necesitamos suministrar apoyo militar a Ucrania", ha señalado Stoltenberg.
Moscú apuesta por aprovechar los rigores del invierno ucraniano para recuperar a su extenuado Ejército y pertrechar mejor a sus unidades, ahora atrincheradas para salvaguardar el territorio ocupado en Ucrania. Según Stoltenberg, el Kremlin "está tratando de congelar el conflicto" durante el invierno de 2022 a 2023, a fin de "reagruparse y lanzar más tarde (en primavera de 2023) una ofensiva mayor, pues el impulso lo tiene ahora Ucrania".
No comparte esta supuesta ventaja ucraniana Putin, para quien Rusia "ya ha alcanzado resultados significativos" con la "operación militar especial", como el Kremlin llama eufemísticamente a la invasión de Ucrania. En sus palabras esta semana ante el Consejo para el Desarrollo de la Sociedad Civil y los Derechos Humanos de Rusia, Putin ha reconocido que esta campaña es "un proceso largo", aunque ahora se están viendo ya algunos de los resultados positivos para Rusia, entre ellos "la aparición de nuevos territorios" y otros éxitos geoestratégicos como el hecho de que "el mar de Azov se ha convertido en un mar interior de Rusia", según el presidente ruso.
Rusia no será la primera en utilizar armas nucleares
Putin se ha referido a las armas atómicas y ha dicho que no está en su voluntad ser el primero en utilizarlas. "No nos hemos vuelto locos. Sabemos lo que son las armas nucleares", ha asegurado el presidente ruso, para quien este tipo de armamento es un elemento de "disuasión" o de "represalia". Y ha agregado: "tenemos estos medios y son más avanzados y están en mejores condiciones que los de cualquier otro país nuclear. Es obvio".
No obstante, ha recordado la advertencia con la que viene jugando el Kremlin desde que desencadenó la invasión de Ucrania el 24 de febrero: "la amenaza de una guerra nuclear está creciendo" y la culpa la tienen los aliados del Gobierno de Kiev. En todo caso, Putin ha sido tajante y ha dicho que Rusia utilizará "todos los medios a su alcance para luchar".
El aviso de Putin sobre la injerencia de Estados Unidos y la OTAN en Ucrania ha sido reiterado este jueves por el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Riabkov. En una entrevista con el canal Rossiya-24 de la televisión rusa, Riabkov ha indicado que "la implicación directa" de los países de la Alianza Atlántica en el conflicto de Ucrania "está incrementándose", de forma "mucho más diversificada que hace unos pocos meses", con armas "cada vez más pesadas y de mayor alcance". Se trata de una política destinada a producir "una escalada" del conflicto. "Están jugando con fuego. Los riesgos son altísimos", ha advertido.
Zelenski cree que la guerra terminará en 2023
Precisamente, Zelenski confía en que las nuevas remesas de armamento europeo y estadounidense permitan trastocar la estrategia rusa de atrincherarse para el invierno y, por medio de sistemas de misiles como los HIMARS de ataque o los defensivos NASAMS, obligar al Kremlin a retirarse de Ucrania, algo que Moscú considera inasumible.
En unas declaraciones de vídeo a la web Politico, Zelenski ha augurado, un tanto voluntarista, que la guerra concluirá en 2023, pues "los militares ucranianos, que nos protegen a todos desde el campo de batalla, son los campeones". Y agrega con entusiasmo que "los ucranianos también serán los más influyentes el próximo año, pero ya en tiempos de paz".
El secretario general de la OTAN ha insistido en su entrevista en el compromiso de Bruselas para seguir suministrando material ofensivo y defensivo a Ucrania a fin de inclinar la balanza a favor de Kiev en caso de unas eventuales negociaciones, que tendrán lugar, reitera, cuando los ucranianos decidan ponerlas en marcha.
"Cuanto más queramos una solución pacífica, más urgente es que proveamos a Ucrania de apoyo militar", según Stoltenberg. Y ha agregado que el objetivo es crear las condiciones para una paz duradera y justa en Ucrania, lo que solo sucederá con la derrota de Moscú.
La guerra empezó en 2014, según Putin y Stoltenberg
Tanto Putin como Stoltenberg han coincidido en un punto crucial para entender el conflicto: el enfrentamiento entre la OTAN y Rusia por Ucrania no empezó en febrero. Esta guerra comenzó en 2014. Según el presidente ruso, con la injerencia de la OTAN en un "golpe de estado" que llevaría a la salida del gobierno prorruso del entonces presidente Víctor Yanukóvich.
Para el secretario general de la OTAN, la guerra comenzó en 2014 después de esos sucesos y de la llamada revolución de la plaza de Maidán, en Kiev, por la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea, en febrero de ese mismo año, y por el apoyo de Moscú a las fuerzas secesionistas de la región del Donbás, donde hoy se concentra buena parte del Ejército ruso desplegado en Ucrania, en apoyo de la mayoría rusófona que habita los territorios de Donetsk y Lugansk.
Bakhmut, el foco del horror de la guerra de Ucrania
Es en esta región del Donbás donde se libran los combates más duros desde hace meses y donde ninguno de los contendientes acaba de imponerse al otro. Las bajas militares y civiles son cuantiosas y el invierno en ciernes ayuda a mantener las posiciones, pero también a hacer más difícil la subsistencia y el aprovisionamiento de las unidades militares y de las aldeas aisladas por la contienda.
La batalla por la ciudad de Bakhmut, actualmente en manos ucranianas, se ha convertido en el ejemplo más terrible de la contienda, con más de un centenar de muertos diarios para cada uno de los bandos y con escenarios bélicos de barro, bombardeos, árboles despedazados y desolación. Los alrededores de Bakhmut, en la región de Donetsk, recuerdan a la línea del frente de la Primera Guerra Mundial, con las tropas atrincheradas y la artillería pesada haciendo la mayor parte del trabajo de destrucción. Un vídeo del Ministerio de Defensa ucraniano compara, en este sentido, la batalla de Bakhmut con la de Verdun, en la Gran Guerra.
La toma de Bakhmut por el Ejército ruso supondría un serio revés para las líneas de suministro ucranianas y abriría una brecha que permitiría a las fuerzas del Kremlin avanzar hacia Sloviansk y Kramatorsk. La captura de estas importantes ciudades daría el control casi total de la región de Donetsk a las tropas rusas. Putin habría conseguido otro de sus supuestos objetivos de la invasión.
En su alocución del miércoles, Vladímir Putin adelantó que no habría nuevas levas masivas, como la que este otoño llamó a filas de 300.000 nuevos reclutas. Pero anunció que 150.000 de estos soldados bisoños se encuentran ya en Ucrania. Muchos de ellos serán enviados a la batalla de Bakhmut y en las próximas semanas podrían darse noticias importantes procedentes de esta línea del frente.
La derrota rusa que requiere Stoltenberg para garantizar la paz quizá sea más complicada de lo que la OTAN prevé, si se tiene en cuenta este dato del incremento de tropas rusas en puntos clave del frente o la intensificación de los ataques aéreos con misiles en los últimos meses contra la infraestructura energética civil y militar ucraniana. Los buenos deseos no ganan siempre batallas, aunque los exprese el jefe de toda una alianza militar occidental.
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