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Actualizado:La apuesta de Benjamin Netanyahu por una "guerra total" en Oriente Medio está muy cerca de convertirse en una realidad, sin que nadie le pare los pies. La invasión israelí del sur del Líbano en la madrugada del martes, acompañada del bombardeo de Beirut, Damasco y el sur de Siria, tuvieron la luz verde de Estados Unidos, que se ve incapaz de controlar al primer ministro de Israel y, de facto, ha cedido gran parte de su influencia en la región al extremismo que gobierna el Estado judío.
En esta partida, EEUU, con un gran despliegue militar en Oriente Medio, juega un papel "secundario" como escudo de Israel ante el ataque de Irán, pero la iniciativa se la deja a Tel Aviv. La Casa Blanca, con Joe Biden al frente, el presidente más proisraelí de las últimas décadas, ha demostrado que acatará lo que dicten Netanyahu y el lobby judío en los círculos de poder estadounidenses. No en vano, el país norteamericano celebra sus elecciones presidenciales dentro de un mes.
EEUU, cómplice del ultraje en Gaza y ahora en el Líbano
En el curso de un año, desde el pasado 7 de octubre, Washington se ha doblegado como nunca antes a la agresiva estrategia de Israel, que ha actuado en Gaza con la mayor de las brutalidades y una total desproporción en su respuesta a los ataques terroristas que sufrió ese día, mientras la Casa Blanca ha evitado sancionar a Tel Aviv o cerrar el grifo de la venta de armas para el Ejército judío.
El lunes próximo se cumplirá un año de esa incursión lanzada desde Gaza por las milicias de Hamás en el territorio israelí. Al menos 1.200 personas fueron asesinadas el 7 de octubre y 250 fueron secuestradas por Hamás.
La respuesta de Israel no se hizo esperar y al bombardeo de Gaza siguió una invasión que arrasó toda la Franja, con el asesinato de más de 41.600 palestinos, casi 100.000 heridos, miles de cadáveres sepultados por las bombas entre las ruinas de todas las ciudades gazatíes y el desplazamiento forzoso de casi dos millones de personas, de los 2,3 millones de habitantes que tenía ese territorio palestino.
Según la ONG Oxfam, han muerto más niños y mujeres en Gaza desde que empezó la guerra que en cualquier otro conflicto armado reciente. Las cifras más conservadoras apuntan a que más de 6.000 mujeres y 11.000 menores han sido asesinados por el Ejército israelí durante los últimos doce meses, informó la organización humanitaria este martes.
Todas las acciones de EEUU para detener el genocidio de Gaza y garantizar una tregua se han visto abocadas al fracaso y parecían hacer más bien el paripé a Israel, salvo la tregua de una semana en noviembre. Netanyahu ha dinamitado una y otra vez la mediación de EEUU, Catar y Egipto, y Washington en las conversaciones con Hamás. Además de perder toda credibilidad en el mundo árabe, la Casa Blanca ha reiterado su debilidad política, siempre guardándole la ropa a Israel.
EEUU despliega su fuerza al servicio de Israel
Para protegerle las espaldas a Israel ante Irán, EEUU ha desplegado en la región un portaaviones, el Abraham Lincoln, al frente de una flota de guerra que se encuentra en el golfo de Omán, y ha despachado otro navío similar, el Harry Truman, que navega ya hacia el Mediterráneo oriental.
También la fuerza aérea estadounidense es muy nutrida y está en zafarrancho de combate desde hace meses, como cuando en abril pasado esos aviones de última generación desplegados en la región interceptaron los 300 misiles y drones lanzados por Irán contra Israel en represalia por el bombardeo de su Embajada en Damasco, ataque en el que murieron varios militares de alto rango iraníes.
Por ahora, hay 40.000 efectivos estadounidenses ya en Oriente Medio, la mayor parte en bases localizadas en Irak, Siria y Jordania. Y está previsto que lleguen muchos más. Si EEUU no puede mostrar talento diplomático o la destreza de antaño de sus servicios de inteligencia, al menos exhibirá músculo militar. Eso sí, siempre un paso por detrás de Netanyahu, que es quien lleva la batuta.
Además, los mercaderes de armas estadounidenses y el propio Pentágono son los principales abastecedores de armas de Israel, que también recibe armamento de Alemania y otros países europeos. Armas ya utilizadas con un efecto demoledor en Gaza, como misiles, bombas de una tonelada que pueden volatilizar todo un edificio y, sobre todo, aviones de combate. En el aire no tiene Israel rival alguno en todo Oriente Medio.
El mensaje de este despliegue estadounidense no es desde luego para los milicianos de Hizbulá, cuya cúpula de poder fue descabezada el sábado pasado con el asesinato de su líder, Hasán Nasralá, por bombas israelíes en su cuartel general en Beirut. Es Irán el objetivo final y la caída del régimen teocrático que gobierna este país.
El temor a otra Gaza en el Líbano
En el Líbano, Israel hasta ahora ha repetido los patrones de Gaza, atacando ciudades, pueblos, zonas habitadas e infraestructuras básicas. Como ya hizo con Hamás, para acabar ahora con Hizbulá, el Ejército israelí elige un blanco y dispara a bulto, caiga quien caiga. También en grado de brutalidad esta invasión queda lejos de las de 1978, 1982 (que llevó a la ocupación del sur del Líbano durante 18 años) o de la más reciente, en 2006.
Eufemísticamente, el Ejército israelí evita hablar de invasión y denomina el ataque masivo de esta madrugada y la entrada en el Líbano como una "incursión terrestre limitada, localizada y selectiva" contra las aldeas y asentamientos libaneses que "representan una amenaza inmediata para las comunidades israelíes en el norte de Israel", al otro lado de la frontera.
Una acción "limitada" fue la que prometieron Netanyahu y sus ministros ultraderechistas cuando se puso en marcha la invasión de Gaza, derivada finalmente en un auténtico genocidio.
Esta justificación israelí de la invasión apunta a un probable nuevo periodo de ocupación del sur libanés, pues Netanyahu se ha comprometido a erradicar de la zona a Hizbulá y eso solo podrá hacerlo creando un cortafuegos entre los dos países, a cualquier precio y sin consideraciones hacia la población civil que tiene la opción de abandonar la zona o morir bajo las bombas israelíes.
Desde que hace dos semanas comenzaron los bombardeos masivos contra el sur del Líbano y su capital, Beirut, han muerto ya más de 1.200 libaneses y al menos un millón (de una población de cinco millones y medio) han tenido que abandonar sus hogares para evitar ser masacrados por las bombas israelíes como lo están siendo sus vecinos palestinos. Todo ello, en un estado soberano, como es el Líbano.
El portavoz de la oficina humanitaria de la ONU, Jens Laerke, y Cristhian Cortez, en representación de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, advirtieron este martes del alto riesgo de que se desate una crisis humanitaria en el país invadido.
"Estamos hablando del mayor número de víctimas en Líbano en los últimos treinta años. Esta espiral de violencia debe cesar", instó este martes el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares. El jefe de la diplomacia española advirtió de que "los frentes del conflicto se multiplican en Yemen, en Irak, y llevan a la región al borde de una guerra abierta".
Por ello, Albares reclamó la reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Un organismo que Israel ha desoído una y otra vez, incluso cuando EEUU apoyó alguna resolución a favor de una tregua en Gaza.
La guerra total de Netanyahu a la vuelta de la esquina
Desde la OTAN y la Unión Europea, sus líderes mostraron este martes mucha tibieza en sus peticiones de que la "incursión limitada" israelí en el Líbano sea lo más corta posible y que es indispensable una desescalada de la crisis. Este posicionamiento no influirá en el pensamiento de Netanyahu, sabedor de que ningún país europeo o de la Alianza Atlántica, salvo Turquía, moverá un dedo, ni con sanciones ni con la ruptura de relaciones, contra la estrategia israelí.
Estrategia que se extiende por todo Oriente Medio, desde Siria -con bombardeos esta madrugada en Damasco y otros puntos del país con presencia supuesta de Hizbulá- al Yemen -con el ataque del domingo al puerto de Al Hodeida, en manos de los rebeldes hutíes-. Este grupo yemení forma parte, como Hizbulá, Hamás, la Yihad Islámica y otros grupos islamistas, del llamado Eje de Resistencia contra Israel y EEUU, que es abanderado por Irán.
La República Islámica siente que está acorralada, sin posibilidades militares reales, y con su prestigio dañado por su falta de respuesta a todos los desafíos israelíes. Estas circunstancias son las que han dado lugar a un movimiento iraní a la desesperada, justo el paso que parecían aguardar Estados Unidos e Israel.
Y el propio Netanyahu ya lo ha advertido varias veces: "No hay lugar de Oriente Medio a donde no llegue la mano de Israel".
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