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Elecciones EEUU La influencia de Israel en las elecciones de EEUU

En la recta final de las elecciones presidenciales, la influencia de la comunidad judía de Estados Unidos vuelve al punto de mira. Aunque solo representa el 1,9% de los habitantes del país, la comunidad ejerce una enorme influencia en la política exterior de Washington, especialmente en Oriente Próximo, influencia que no decaerá si Joe Biden gana en las urnas.

Joe Biden responde a una pregunta mientras el presidente Donald Trump escucha durante el segundo y último debate presidencial en el Curb Event Center de la Universidad de Belmont en Nashville. Morry Gash / Pool / REUTERS
Joe Biden responde a una pregunta mientras el presidente Donald Trump escucha durante el segundo y último debate presidencial en el Curb Event Center de la Universidad de Belmont en Nashville. Morry Gash / Pool / REUTERS

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Aunque desde tiempo inmemorial, con excepción de 2004, existe una asentada rutina que consiste en que durante el año previo a las elecciones estadounidenses el primer ministro de Israel se entrevista con los dos candidatos, esta vez el primer ministro Benjamín Netanyahu ha excluido significativamente al aspirante demócrata Joe Biden.

No es una cuestión banal: Netanyahu no puede hacer un feo de ese calibre al presidente Donald Trump, que ha convertido Israel en el país central de su mandato, por encima del America first que prometió, impulsando toda clase de iniciativas a favor del estado judío hasta tal punto de que sus demás actividades exteriores han quedado desvirtuadas y oscurecidas.

A mediados de septiembre, cuando viajó a Estados Unidos para firmar los llamados acuerdos de Abraham para normalizar las relaciones con dos países árabes, fue clamoroso el hecho de que Netanyahu no solicitara un encuentro con Biden, y que ni siquiera tuviera la cortesía de llamarle por teléfono, algo que sin duda esperaba el candidato demócrata y que el Yediot Ahronot llevó a la portada.

Y todavía más curioso es que los responsables de la campaña de Biden no abrieran el pico, vamos que ni tan solo denunciaron que Netanyahu tomara partido por Trump o que Netanyahu le había faltado el respecto a Biden. Al contrario, los asesores mantuvieron un escrupuloso silencio para evitar una respuesta inconveniente de Netanyahu.

Cuatro años antes, cuando apenas faltaban dos meses para las elecciones, los equipos de Trump y de Hillary Clinton suplicaron un encuentro con Netanyahu, quien naturalmente accedió en el marco de la Asamblea General de la ONU de septiembre. No en vano, la influencia de Israel en la política americana es colosal, y esto es válido para los dos grandes partidos.

De acuerdo con The Jerusalem Post, el no-encuentro con Biden muestra que Israel se ha convertido en los últimos años en una cuestión partidista en la política americana. Pero aunque Netanyahu haya tornado Israel en un asunto vinculado estrechamente al partido republicano, puede afirmarse que si Biden gana el 3 noviembre, el mismo Netanyahu se pondrá bajo el paraguas del partido demócrata sin ninguna clase de escrúpulos.

Las relaciones entre Biden y Netanyahu son viejas, empezaron hace décadas, aunque en 2012, siendo vicepresidente con Barack Obama, Biden realizó unas declaraciones que molestaron al primer ministro israelí diciendo que "amaba" a Netanyahu pero no estaba de acuerdo con ninguna "puñetera cosa" de las que dice el primer ministro israelí.

Por supuesto, el feo de Netanyahu a Biden no significa que los equipos de ambos políticos no estén en contacto. Dentro del equipo de Biden hay consejeros judíos y no judíos que mantienen excelentes relaciones con Israel y que garantizan que la política de Biden hacia Oriente Próximo no experimentará cambios sustanciales.

Normalmente la mayoría de los judíos americanos votan a los candidatos demócratas por estar más de acuerdo en cuestiones domésticas como el aborto, el derecho a portar armas, la sanidad o los derechos de los homosexuales. Incluso bajo un presidente como Trump, que ha hecho absolutamente todo lo que ha pedido Netanyahu, se mantiene esa tendencia.

Es así a pesar de que en ocasiones Biden ha criticado las políticas de Trump en relación con el conflicto árabe-israelí, incluyendo la anexión de partes de la Cisjordania ocupada que ponen el peligro de la solución de los dos estados. Concretamente, en este asunto, el candidato demócrata ha recalcado que se opone a la expansión de los asentamientos judíos y a la aplicación de "cualquier decisión unilateral".

Si llegan a la Casa Blanca, los demócratas restaurarán las relaciones diplomáticas y la ayuda económica a los palestinos, tal como figura en su programa, aunque no está claro hasta qué punto Biden está dispuesto a llegar para plasmar la solución de los dos estados.

Según estimaciones fiables, el número de judíos que son ciudadanos estadounidenses es de 6,3 millones, lo que representa un 1,9%de la población del país. Cuentan con 36 miembros en el Congreso, un 7%, y con 9 de los 100 senadores. Según el Canal 12 de la televisión hebrea, los judíos contribuyen con más del 50% de las donaciones que se hacen a ambos partidos.

Entre los representantes judíos y el gran número de congresistas y senadores aliados con que cuentan en las dos cámaras, se permiten dictar las políticas de Washington en los frentes de política exterior que les interesan, y esto es particularmente notorio en todo lo relacionado con Israel.

Mientras el 7% de la población del estado de Nueva York es judía, en Florida lo es el 3%, unos 650.000 de sus 21 millones. En este estado clave, siempre muy disputado, el voto judío tiene mucho valor, como ocurre en otros estados donde la presencia judía no es tan significativa pero puede ser decisiva. Es lo que ocurrió en 2016 en Pensilvania, Michigan o Wisconsin.

Según un sondeo del Pew Center, en 2016 el 71% de los judíos americanos votaron a Hillary Clinton y el 24% a Trump. Una encuesta de septiembre último realizada por un instituto judío indicó que el 67% de los judíos americanos tenían pensado votar a Biden y el 30% a Trump. Estos datos señalan que un 4 por ciento de los votos que fueron a Hillary irán ahora a Trump, un porcentaje pequeño pero que puede ser decisivo en algunos estados.

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