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Elecciones en Palestina El escenario palestino se calienta a pocas semanas de las elecciones

Cuando falta un mes y medio para las elecciones legislativas palestinas, la división en el seno de Fatah amenaza con dejar al partido de Mahmud Abás con una representación minoritaria en el parlamento. Aunque Abás tiene la opción de cancelar los comicios, el futuro de Cisjordania y Gaza será pronto muy diferente al que hemos conocido.

Gaza Hamas
Tres mujeres pasan por delante de un mural de Hamás en la ciudad de Gaza. Mohamed Salem / REUTERS

Esta semana se ha cerrado el periodo para la inscripción de listas de candidatos para las elecciones legislativas palestinas convocadas para mediados de mayo, siendo lo más destacable la existencia de tres listas relacionadas con Fatah, el partido del presidente Mahmud Abás, lo que si no se remedia tendrá repercusiones dramáticas a corto plazo.

Las tres listas son la oficial, la que promueve Marwan Barghouthi, y la que apadrina Mohammad Dahlan. Lo más probable es que esta división conduzca a una victoria de Hamás, no solo por la fractura sino también porque una buena parte de la población de Cisjordania está dando signos de cansancio con Abás, quien a sus 85 años, y después de tres lustros en la presidencia, no ha conseguido que el conflicto con Israel se reduzca de ninguna manera.

En este contexto de parálisis permanente sobrevuela la posibilidad clara de que Abás cancele las elecciones alegando la pandemia o las limitaciones que Israel pondrá a los palestinos de Jerusalén para votar. Uno de estos dos motivos puede ser esgrimido en cualquier momento para paralizar un proceso que incluye elecciones presidenciales a fines de julio y de la OLP a fines de agosto.

Que Abás haya decidido convocar ahora esas tres elecciones se ve ampliamente como un paso que no traerá beneficios de ninguna clase para los palestinos dado que lo más probable es que Hamás obtenga la mayoría, y a la organización islamista se la considera un grupo "terrorista" en Occidente, de modo que el panorama no es halagüeño.

Los israelíes son quienes están más interesados en que los comicios no se celebren. La emisora estatal Kan reveló el miércoles que el jefe de los servicios secretos Shin Bet, Nadav Argaman, se reunió hace unos días durante una hora y media con el presidente Abás en Ramala con el fin de persuadirlo para que cancele las elecciones.

Argaman argumentó que Hamás ganará los comicios con claridad, como ya lo hizo en las últimas elecciones celebradas en 2006. Abás le respondió que él no trabaja para Israel y se extrañó de que un israelí le planteara esa cuestión cuando es notorio que Israel "ha construido" a Hamás y está detrás de sus éxitos.

El mismo primer ministro Benjamín Netanyahu dijo en una reunión del Likud en 2018: "Quien quiera sabotear un estado palestino debe reforzar a Hamás transfiriéndole fondos. Esto forma parte de nuestra estrategia para dividir a los palestinos de Cisjordania y Gaza".

Pero Argaman no se quedó ahí sino que también expresó su disgusto acerca de la investigación de la Corte Penal Internacional sobre los presuntos crímenes de guerra cometidos por Israel y los palestinos desde 2014. Argaman amenazó con cortar a los palestinos la entrega de decenas de millones de dólares que Israel retiene de los impuestos que pagan los palestinos.

"No hay otro lugar que la Haya al que pueda dirigirme para pedir justicia", le replicó Abás. Argaman respondió que Israel también puede denunciar a Abás ante el tribunal, a lo que este contestó: "Por lo que me atañe a mí, tú y yo podemos compartir la misma celda de la Haya".

En cuanto a las elecciones, es evidente que la fractura de Fatah comportará una considerable reducción de votos para la histórica formación que fundó Yaser Arafat en los años sesenta y tiene todos los visos de sacudir el panorama político palestino y crear una nueva realidad que a día de hoy se presenta como una gran incógnita, sin que pueda descartarse que adopte la forma de un volcán.

El mayor peligro para la lista oficial confeccionada por Abás es la lista apadrinada por Barghouthi, que se encuentra en una prisión israelí desde 2002, cuando fue detenido y condenado a cinco cadenas perpetuas por un tribunal militar que lo halló culpable de organizar ataques contra israelíes en plena segunda intifada.

Barghouthi está considerando concurrir también a las elecciones presidenciales de julio. Los sondeos muestran que es más popular que Abás y que podría convertirse en el próximo presidente en función de lo que haga Hamás en las presidenciales. De momento, Barghouthi se ha aliado con Naser al Qidwa, que es sobrino del difunto Arafat y fue expulsado de Fatah hace unas semanas justamente por oponerse a la lista oficial.

El panorama todavía no se ha despejado pero podría darse el caso de que Hamás ganara las elecciones legislativas y de la OLP, y que Barghouthi se convirtiera en presidente, algo que no es imposible y suscitaría una realidad desconocida hasta ahora.

La política de apaciguamiento de Abás no ha conseguido nada durante más de tres lustros, y esto es algo que los palestinos de a pie sufren cada día, viendo como las colonias judías se expanden a su alrededor sin descanso y sin que la comunidad internacional, con Estados Unidos y Europa a la cabeza, intervenga para resolver el conflicto.

El cambio de administración en Washington no bastará para enfrentarse a Israel si el presidente Joe Biden no da un fuerte golpe de timón. La solución del conflicto pasa necesariamente por obligar a Israel a cumplir las resoluciones internacionales, para lo que se necesitaría aplicar la fuerza e imponer sanciones al estado judío, algo que no parece que Biden esté dispuesto a hacer.

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