Este artículo se publicó hace 3 años.
Canal Estambul, el megaproyecto de Erdogan con trágicas consecuencias medioambientales
El Gobierno de Erdogan empezará este verano las obras para abrir una nueva vía navegable al norte de Estambul. La construcción de una zona residencial de lujo a lo largo del canal provocará el desplazamiento de las miles de personas que actualmente habitan en la zona.
Alba Cambeiro Cernadas
En un discurso previo a las elecciones de 2011, Erdogan anunciaba por primera vez el "megaproyecto" Kanal Istanbul, una vía de navegación paralela al estrecho del Bósforo que uniría el Mar Negro con el Mar de Mármara. El plan, aprobado finalmente por el Ministerio de Medioambiente y Urbanismo a principios de este año, pretende abrir una vía marítima artificial de 45 km de largo que atravesará bosques, pantanos y pueblos situados al norte de Estambul. El proyecto incluye, además, la construcción de una zona residencial a lo largo del canal bajo el nombre de Yenişehir, "ciudad nueva" en turco.
El plan está vinculado a un trío de infraestructuras a las que el propio Erdoğan se refirió como "proyectos locos". Estos megaproyectos están situados al norte de Estambul, una zona de gran importancia ecológica, considerada como el pulmón de la ciudad. Un nuevo puente sobre el Bósforo de casi 3.000 millones de dólares, uno de los aeropuertos más grandes del mundo y, finalmente, el Kanal Istanbul, cuya construcción se estima que durará siete años y costará alrededor de 10 billones de dólares.
Se estima que durará siete años y costará alrededor de 10 billones de dólares
El proyecto suscita fuertes críticas por parte de los economistas, que afirman supondrá una carga inadmisible para la debilitada economía del país. Asimismo, la comunidad científica advierte de las consecuencias ecológicas catastróficas de la construcción del canal, que convertirá la ciudad de Estambul en una isla.
El gobierno de Turquía defiende que es precisa una nueva vía navegable para aliviar el tráfico en el Bósforo, así como evitar accidentes similares al reciente incidente en el Canal de Suez de Egipto. A pesar de este argumento, según un informe publicado por la Municipalidad Metropolitana de Estambul, el tráfico de barcos en el Bósforo ha visto una reducción desde 2007. La disminución de las reservas de petróleo y los proyectos de oleoductos son algunas de las principales razones. Los estudios también revelan que la navegación a través del diseñado Canal será más peligrosa que por el Bósforo, dada la poca profundidad de sus aguas.
Otra de las grandes cuestiones alrededor del proyecto se relaciona con el Convenio de Montreal, el tratado internacional que regula el paso por los estrechos del Bósforo y los Dardanelos. El Convenio garantiza el libre paso de los buques civiles y restringe el paso de los buques militares, y también regula el uso del estrecho por parte de buques de estados no pertenecientes a la región del Mar Negro. Erdoğan ha afirmado que el Convenio no tiene nada que ver con el Canal Estambul. Por un lado, esto podría suponer un mayor acceso de buques militares hacia el Mar Negro; también que Turquía tuviera pleno control del tráfico por la nueva vía marítima y obtuviera beneficios económicos por el mismo.
“No me quiero ir de mi pueblo”
La vía artificial tendrá 400 metros de ancho y discurrirá en paralelo al Bósforo, pero la zona reserva-da para la construcción abarca un área mucho más amplia. La nueva urbe que se edificará a lo largo del canal, Yenişehir, incluirá villas de lujo, puertos deportivos y centros comerciales y de ocio. "Es un proyecto inmobiliario", repetía una y otra vez Ekrem İmamoğlu, alcalde de Estambul, en una reciente rueda de prensa. El socialdemócrata, elegido alcalde en 2019, se ha convertido en una de las principales figuras contrarias al canal.
El proyecto constituye una superficie total de 350 kilómetros cuadrados que afectará a más de 300.000 personas que actualmente residen en la zona. Un 50% de la superficie reservada para el canal se utiliza para agricultura, mientras que un 20% incluye prados, bosques, y cuencas hidrográficas claves para la supervivencia de la gran urbe. Según el informe de la Municipalidad de Estambul, una superficie de 136 millones de metros cuadrados de zona agrícola será destruida, así como 13 millones de metros cuadrados utilizados para el pasto.
Miray Yoldaş y su familia regentan una pequeña granja en el pueblo de Baklali, donde hacen derivados con la leche de sus vacas y búfalas. "El canal irá en esta dirección", explica el padre, Tugay, mientras señala sus tierras. Según comenta, en varias ocasiones representantes de inmobiliarias se han acercado a la zona e intentado comprar sus terrenos en nombre de inversores árabes; "Aunque me ofrezcan un millón de liras no lo vendo". Su hija Miray regenta la tienda donde venden yogur, dulce de leche, huevos y otros productos naturales. "Si vendemos nuestras tierras, ¿Qué hacemos? ¿A dónde vamos? No me quiero ir de mi pueblo", afirma.
El megaproyecto transformará la estructura socioeconómica de la zona y afectará a los grupos de población más desfavorecidos
El megaproyecto transformará la estructura socioeconómica de la zona y afectará a los grupos de población más desfavorecidos, que verán amenazados sus métodos de subsistencia. "La población rural se verá forzada a marcharse o bien adaptarse a la nueva ciudad, todos los mecanismos de producción rural desaparecerán" explica Pelin Pınar, miembro de la Cámara de Urbanistas de Estambul: "Una zona de producción se convertirá en una zona de consumo".
Según informó recientemente el medio turco T24, más de 600 vecinos del barrio de Yeniköy —que también se verá afectado por el canal— presentaron una petición a la Dirección Provincial de Medioambiente en contra de los planes de expropiación para la zona. Cihan Baysal, investigadora independiente y activista por el derecho a la vivienda, explica que la expropiación urgente ya se empleó contra poblaciones rurales que se vieron afectadas por otros proyectos, como presas hidroeléctricas o en la construcción del nuevo aeropuerto. "El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) modificó la ley y añadió un artículo que contempla la expropiación urgente bajo legislación especial. Este término es muy ambiguo y peligroso, ya que permite utilizar la expropiación contra cualquier tipo de comunidad", asevera.
Destrucción ecológica
El proyecto provocará una destrucción ecológica irreversible; la biodiversidad se verá afectada negativamente, así como también el equilibrio natural del flujo del estrecho. Según el informe de la Municipalidad de Estambul, la excavación supondrá la utilización de materiales explosivos, perjudicando la flora y la fauna de la zona. Además, el aumento de población en el norte del Mar de Mármara incrementará la carga de nitrógeno y fósforo en el ambiente marino, por lo que desaparecerán importantes especies.
Turquía es signataria del Convenio de Berna para la conservación de la vida silvestre y los hábitats naturales. En la zona del proyecto hay especies que deben mantenerse bajo protección de acuerdo con este tratado. Koray Doğan Urbarlı, portavoz del partido Los Verdes de Turquía, argumenta: "Hay 264 especies de aves en la zona del proyecto. Todos los humedales, bosques y matorrales son hábitats de alimentación, es una zona muy crítica donde las aves se detienen en su ruta migratoria".
El canal supondrá la tala de más de 400 hectáreas de superficie forestal y destruirá las actuales presas de Terkos y Sazlıdere, que satisfacen el 29% de la demanda de agua de Estambul. "Estambul depende del agua de lluvia y las presas como Sazlıdere recogen el agua de los bosques del norte. Si en lugar de bosques colocamos asentamientos o carreteras, arruinaremos la cantidad y la calidad de agua que llega a esas presas. Estamos hablando del agua que abastece a más de un millón de personas" explica Atom Damalı, ex gerente de la Administración de Agua y Alcantarillado de Estambul (ISKI).
El geólogo Naci Görür también advirtió que el canal agravará los daños que sufrirá la ciudad en un terremoto que, se espera, tendrá lugar en las próximas décadas. La rotura de una falla activa bajo el Mar de Mármara desencadenará un terremoto de gran magnitud, y la zona donde se encontrará el canal podría verse gravemente afectada.
Según una exclusiva publicada recientemente por la agencia Reuters, algunos de los bancos más importantes del país se oponen a financiar el proyecto debido a las implicaciones medioambientales del mismo y a los riesgos de inversión. Seis bancos turcos son firmantes de los Principios para la Banca Responsable —respaldado por Naciones Unidas— que establece un marco de acción para el desenvolvimiento sostenible y el cumplimiento del Acuerdo Climático de París.
Inversión extranjera
Los partidos de la oposición denuncian la inviabilidad económica del canal, cuya construcción sólo incrementará la profunda crisis económica en el país. El pasado sábado Erdogan anunció que las obras empezarán a finales de junio. El canal tendrá seis puentes que unirán las dos ciudades a ambos lados de la vía navegable.
China tomará un papel importante en la financiación del megaproyecto
La construcción dará pie a la especulación y a un boom inmobiliario. Una reciente investigación publicada por el diario turco Sozcu informaba de que tres empresas de Kuwait, Arabia Saudita y Emiratos Árabes han adquirido más de 300 mil metros cuadrados de terreno en la zona. Por otro lado, parece que China tomará un papel importante en la financiación del megaproyecto. El medio especializado Finans365 informó de que el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) está in-tentando crear un consorcio para financiar el proyecto.
Según datos del Banco Mundial el índice de pobreza en Turquía ya supera el 12%. La inflación se ha disparado y productos de primera necesidad, como frutas y verduras, han experimentado una subida de precios de más del 20%. Los ciudadanos turcos ya soportan el aumento de impuestos por culpa de las deudas del sector privado en moneda extranjera. Si el Gobierno no es capaz de obtener el crédito de los mercados financieros y de inversión para desenvolver el megaproyecto, los ciudadanos deberán hacer frente a una carga fiscal insoportable.
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