Este artículo se publicó hace 13 años.
Europa imita la protesta que frenó a Sarkozy
Londres o Lisboa siguen la senda marcada por Atenas y París
"¡Que se vayan todos!". El grito se le ocurrió a uno de los obreros de FIAT que, en enero, lograron que la huelga italiana contra la austeridad, el paro y los bajos salarios reuniera al 70% en la industria del automóvil. Se le ocurrió así, en español, y recorrió la muchedumbre. Pocas de las gargantas italianas que lo gritaron sabían que nació en Argentina en 2001 contra la misma austeridad, impuesta por el FMI, y dio la vuelta a medio continente. En Europa se generaliza y, aunque no con el nivel de movilización francés, es ya un problema para muchos gobiernos.
Las protestas contra las políticas de austeridad, lanzadas por gobiernos de derechas o socialdemócratas so pretexto de la crisis y con bendición de la OCDE, el FMI y Bruselas, han tenido su eje clave en Francia, donde sigue existiendo lo que el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon llama "la clase obrera organizada" y, desde hace tres décadas, cualquier intento de desorganizarla acaba lastimosamente.
Ya en 2009, los sindicatos, viendo las orejas a la crisis, formaron una intersindical, pusieron a trabajar a sus economistas y lanzaron una plataforma de salida social de la crisis. Resultado: tras medio año de movilizaciones que pusieron a 4,5 millones de personas en la calle, seguido en 2010 por el octubre francés contra el recorte de pensiones, el Gobierno conservador no pudo ni de lejos poner en marcha el ajuste. Pudo mantener parte de su programa ultraliberal, en particular la supresión de puestos de funcionarios, la compresión de salarios y un hipotético proyecto de recorte de pensiones escalonado hasta 2023.
Frente a la movilización creciente, tuvo que ceder con la calle en otros puntos, como relanzar los denostados "empleos subvencionados", una decisión que ha permitido un leve freno en la subida del paro en marzo (14,4%).
Un buen número de expertos señala que lo ocurrido en Londres el 26 de marzo, con una manifestación contra la austeridad que fue la concentración social más importante en décadas, augura muchos problemas para el premier David Cameron. Igual ocurre con los estudiantes, que ya dieron un primer aldabonazo en noviembre asaltando la sede del partido conservador. En Portugal, las manifestaciones de marzo, mayo y septiembre tuvieron un eco importante, y el seguimiento de la huelga general de noviembre fue masivo.
La clave de todo probablemente esté en Grecia, el primer país europeo que sufrió el impacto de la transferencia de carga de los intereses privados de las finanzas hacia los presupuestos públicos. Tras las primeras revueltas juveniles, en ciertos casos violentas, llegaron varias huelgas generales.
La conflictividad laboral sigue siendo elevada por sectores y aparecen fórmulas de resistencia civil, como no abonar el ticket del transporte público en protesta por la subida de su precio.
Se trata del país europeo donde el FMI se está mostrando más voraz. Tras dos planes de austeridad, ahora empieza a reclamar una privatización generalizada. El llamamiento internacional propuesto por la diputada Sophia Sakorafa cuenta ya con miles de firmas de apoyo de economistas y de ONG. Y entre las ONG se incluye CATDM, hasta ahora ocupada únicamente de países del tercer mundo. ¿Que se vayan todos?
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