Uno de cada tres niños en Afganistán trabaja para mantener a su familia
La ONG Save the Children pide a la comunidad internacional que brinde ayuda alimentaria y de desarrollo a largo plazo para el país, cuando se cumple el segundo aniversario de la vuelta de los talibanes al Gobierno.
Elena Ortuño Vidal
Madrid-Actualizado a
Se cumplen dos años desde la toma talibán de Afganistán, y la ONG Save The Children ha realizado una encuesta sobre las condiciones en las que está sumida la población. El sondeo muestra las altas cifras de explotación infantil en el país: más de un tercio de los menores de edad encuestados por la organización trabaja para mantener a su familia.
La pobreza, la crisis climática y el hambre son los principales problemas a los que se enfrentan las familias afganas. La sequía ha provocado estragos en un país en el que gran parte de los hogares dependen de la agricultura para subsistir. El 76,1% de los niños encuestados afirma comer menos que hace un año.
El pueblo afgano está sufriendo la peor sequía experimentada en el país en los últimos 30 años. De hecho, el 58% de los hogares entrevistados por la ONG afirma verse afectado por la falta de alimentos y agua a causa de la pérdida de las cosechas y el ganado.
Afganistán es uno de los países en los que se acentúa más la mortandad causada por la crisis climática después de tres años consecutivos de sequía. La ciudadanía necesita de la agricultura para subsistir. En el norte, la hambruna alcanza cifras aún más elevadas: en uno de cada tres hogares (34,3%) de la provincia de Sar-e-Pul y en uno de cada cinco (20,7%) de la provincia de Jawzjan se sufre hambre severa.
Los menores de edad, grandes perjudicados
Según la ONG, el hambre repercute, además de en la salud física de los menores, en su salud mental en forma de ansiedad y depresión. Sajida (nombre ficticio) es una mujer de 31 años que vive en Jawzjan, al norte de Afganistán, una zona muy afectada por la falta de agua.
Cada día alimenta a sus hijos con arroz hervido, pero sueña con poder ofrecerles patatas, fruta y carne. "Mis hijos vienen y me dicen: 'Mamá, no queremos comer arroz hervido. Danos patatas fritas'", lamenta Sajida, quien no puede satisfacer el deseo de los pequeños.
Mientras, a dos de sus hijas, las gemelas Nahida (nombre ficticio) y Nadira (nombre ficticio), de ocho meses, les han diagnosticado desnutrición aguda grave y están recibiendo tratamiento en una clínica móvil de Save the Children.
"No tenemos agua en nuestro pueblo. Vamos a otros poblados y utilizamos burros para traerla aquí. Hay largas colas [de personas] esperando agua. Todos los agricultores rezan para que llueva, pero este año no tienen esperanzas. Creen que la sequía destruirá la vida que conocíamos", cuenta la madre.
En consecuencia, los niños y niñas se ven obligados a introducirse en el mercado laboral a edades muy tempranas para mantener a sus familias. Según Save The Children, más de un tercio (38,4%) de los niños y niñas encuestados tienen un empleo y el 12,5% de los hogares asegura que sus hijos emigran para buscarlo.
Se trata de una crisis de explotación infantil sin precedentes
Según datos recientes de la Organización Internacional del Trabajo, uno de cada diez niños y niñas de Afganistán trabaja, cifras que siguen reflejando una situación muy preocupante.
Petición de ayuda internacional
Save The Children ha realizado una llamada de atención a la comunidad internacional para que brinde ayuda alimentaria y de desarrollo a largo plazo para Afganistán en lugar de mirar hacia otro lado. Recuerda que los menores de edad no tienen responsabilidad alguna en las decisiones tomadas desde las cúpulas talibanas del país y, por ende, se debería multiplicar la ayuda internacional en lugar de retirarla.
El director general de Save the Children en Afganistán, Arshad Malik, ha reprochado "que el hecho de que se empuje a los niños y niñas a prácticas inseguras, como el trabajo y la migración, debería causar conmoción en todo el mundo".
El mandatario espera que la comunidad internacional, "que ha recortado significativamente la financiación de la ayuda alimentaria imprescindible en todo Afganistán, se replantee este enfoque aislacionista, recuerde a los millones de niños y niñas inocentes cuyas vidas están en peligro y deje de castigarles por decisiones con las que no han tenido nada que ver".
La ONG también ha apremiado a los países colaboradores a que no pausen ni suspendan la financiación en curso para la labor humanitaria en Afganistán, puesto que tendría un efecto devastador en la población civil y, sobre todo, en las mujeres y las niñas. Todos deben priorizar los derechos de la infancia, especialmente el derecho de las niñas a la educación.
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