Este artículo se publicó hace 2 años.
Los frentes de Putin: recuperar terreno en las antiguas repúblicas soviéticas y reflotar la economía rusa para lograr sus propósitos
Los principales vecinos de Rusia en el oeste y el suroeste, aunque Moscú los denomina socios, son enemigos potenciales, mientras que EEUU y la OTAN son vistos como la principal, y casi única, amenaza militar directa para el estado ruso.
Pablo González
Varsovia-
Rusia afronta 2022 dispuesta a trazar líneas rojas que garanticen su propia seguridad. Los retos de Moscú van desde sostener la economía hasta una serie de escenarios en el exterior tan variados como las negociaciones con la OTAN, su expansión por África o manejar su participación en distintas guerras civiles, pero, sobre todo, recuperar influencia en países que en otros tiempos fueron repúblicas de la Unión Soviética, como Ucrania o Bielorrusia.
Cuando Vladimir Putin llegó al poder comenzó una lenta recuperación de las posiciones perdidas tras la desaparición de la URSS. Con algunos éxitos y no pocos fracasos, ha ido intentando recuperar territorios, influencia y sobre todo ser tenido en cuenta en el tablero global.
Entre sus objetivos está asegurar sus fronteras, mantener su difícil relación con las potencias líderes (Estados Unidos, China y la Unión Europa), y seguir expandiéndose en regiones como África u Oriente Medio. Al interior, sus retos son reflotar la economía, su propia sucesión y mantener la mano dura.
¿Reconstruir la URSS?
Putin ha declarado en varias ocasiones que no tiene ninguna intención de reconstruir la Unión Soviética. Sin embargo, lo que Moscú entiende como su área de influencia, su espacio vital por así decirlo, es precisamente el territorio que ocupaba el coloso socialista. En 2022, Rusia mira a Ucrania, Bielorrusia, Cáucaso y, un poco por sorpresa de última hora, Asia Central.
Rusia parece esperar la ofensiva ucraniana para atacar, lo que acabaría con las fronteras que conocemos desde 1991
Ucrania aparece como el principal foco de conflictividad, la guerra vuelve a asomarse en este país donde se vive una situación desesperada. Una economía que sigue descomponiéndose, un gobierno corrupto y altamente ineficiente y con territorios sublevados (Donetsk y Lugansk) apoyados por Moscú. Rusia parece esperar una ofensiva del Gobierno de Kiev para lanzar la suya, lo que acabaría con las fronteras de Ucrania que conocemos desde 1991. Moscú buscaría anexionarse no solo Crimea, sino todo lo que pueda del país, al menos las vastas extensiones del este y sur de Ucrania, con ciudades como Járkov, Dnepr y Odessa entre otras. Todo lo que pueda tener salida terrestre a Moldavia y la propia Crimea.
Rusia ya ha concentrado en la frontera con Ucrania más de 100.000 hombres y una gran cantidad de material bélico. En total, según diferentes estimaciones, entre 50 y 100 grupos de combate que acabarían con la resistencia ucraniana en pocos días debido a su superioridad técnica y mayor capacidad de fuego, especialmente desde media y larga distancia. Para evitar este escenario, Moscú exige acuerdos con suficientes garantías de que ni Ucrania ni Georgia sean nunca aceptadas en la OTAN. Y subraya que el tiempo de promesas, como las hechas a Gorbachov de no expansión, ya no bastan.
En el mismo sentido, Rusia acelera los pasos en la integración de Bielorrusia. Aunque sobre el papel el acuerdo es una unión entre dos países, la realidad dicta que es una absorción por parte de Moscú de su vecino occidental. Todo ello tras, aparentemente, romper la voluntad de resistencia de Lukashenko tras los graves incidentes que vivió Bielorrusia tras las falsificaciones en los comicios presidenciales de 2020.
Otro frente más en el espacio post soviético se ha abierto a principios de enero de 2022 con las protestas en Kazajistán y la posterior intervención de las fuerzas de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Se esperaba un aumento de la tensión en Asia Central tras la precipitada retirada de EEUU de Afganistán y el retorno de los talibanes, pero lo ocurrido ha pillado a todos por sorpresa. El rápido movimiento ruso, junto a sus aliados, ha ayudado a consolidar en Kazajistán al presidente Tokaev y desterrar, o como mínimo separar considerablemente del poder, al clan del anterior presidente y hombre fuerte en la sombra, Nazarbaev,. Teniendo en cuenta la política mas prorrusa de Tokaev, Rusia ha usado este conflicto para mejorar sus posiciones en la región de una manera rápida y poco costosa.
Entre socios y enemigos potenciales
Los principales vecinos de Rusia en el oeste y el suroeste son denominados por Moscú socios, pero en realidad se les percibe como enemigos potenciales. Este es el caso por ejemplo de Turquía. Rusia tiene, en teoría, buenas relaciones con Ankara, pero las tropas de ambos países compiten, y hasta combaten, en escenarios como el Cáucaso Sur, con las tensiones alrededor de Armenia, en Siria y en Libia. Turquía suministra armamento letal a Ucrania y se niega a reconocer la expansión rusa en el Donbass o Crimea. Por lo que el frente multiregional turco seguirá siendo una prioridad de la política exterior rusa.
Una situación más complicada es la relación entre Rusia y la UE. Moscú sigue prefiriendo los acuerdos por separado con diferentes países de la unión, como Alemania, Francia o Hungría, e ignora a otros países como Polonia o los Bálticos, así como también desprecia a las estructuras comunes de la Unión Europea. Las relaciones siguen siendo frías y solo la dependencia económica común hace que no se realice una ruptura total.
Rusia necesita el mercado europeo para sus productos energéticos, y la UE no tiene un proveedor más cercano y barato para el gas y petróleo, sin olvidar el mercado ruso para las exportaciones europeas. Nada parece indicar que las relaciones entre Rusia y la UE mejorarán este año.
Moscú ha pedido que la OTAN se retire, militarmente, a la frontera de 1997
EEUU y la OTAN son vistos como la principal, y casi única, amenaza militar directa para el estado ruso. Algo que este 2022 ya se ha materializado en unas líneas rojas marcadas por Moscú. A la demanda de no integración en la OTAN de Ucrania y Georgia, Moscú ha añadido que la OTAN se retire, militarmente, a la frontera de 1997. Alejando de esa manera toda presencia militar estadounidense de las fronteras rusas. Una demanda tan exigente como irrealizable, pero que puede servir de punto de partida en las ya comenzadas negociaciones entre Moscú y Washington para disminuir el clima de belicosidad.
Unas negociaciones a los que ha accedido EEUU, seguramente también para que Moscú no siga acercándose a China. La sintonía que viven últimamente Moscú y Pekín es obvia, pero también lo es que de momento eso no deriva en formas de acuerdos más extensos de colaboración militar o posibles alianzas globales. Aun así, China es vista en Rusia actualmente como socio, y no como un enemigo potencial. Parece que 2022 puede ser otro año más que nos acerque el punto de inflexión en el que Moscú deberá decidir si sigue su orientación occidental histórica, o rompe esa tradición y se gira hacia Asia.
Aun así, y con un posible acuerdo firmado, Rusia no va a retroceder por su parte de otros frentes abiertos, en África o América, donde es cada vez más activa con la estrategia de utilizar sus compañías militares privadas para afianzar regímenes locales que a su vez le den dividendos económicos a sus compañías, como por ejemplo en la República Centroafricana, Mali o Venezuela.
Economía y mano dura dentro
En el panorama interno, Rusia afronta un año similar a los anteriores. Con la pandemia de la covid 19 dando sus últimos coletazos, lo que preocupa es la economía y el futuro político del país. Aunque el camino esté despejado para que Putin permanezca en el poder hasta 2036, siguen las quinielas sobre su sucesor y cuándo sabremos sobre esta figura. Dada la poca movilidad y casi nulas alternativas reales del panorama político ruso, es algo tan abstracto como ese sucesor, lo que realmente puede ser algo a seguir casi cada año hasta ese aparentemente lejano 2036.
Habrá que ver si Rusia sigue aumentando la presión sobre toda disidencia, el control de internet según el modelo chino y el paulatino alejamiento de los declarados valores europeos en cuanto a la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos. Para todo ello será clave la situación económica. Ya que si la situación es favorable, la sociedad mostrará menos descontento y hará que el Kremlin esté más relajado.
De momento, y aun a pesar de la importante subida de la inflación, Rusia tiene ante sí un escenario bastante favorable debido a los altos precios de los productos energéticos. Las exportaciones de gas y petróleo a los precios actuales le dan a Moscú un colchón económico como no tenía desde hace casi diez años. Si los precios actuales se mantienen todo el año, Rusia podrá permitirse ser más activa en más frentes, sino, será mucho más regionalista.
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