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La guerra de Ucrania se recrudece y llena 2023 de incertidumbre

El ataque ucraniano con misiles de origen estadounidense a un estacionamiento militar ruso en Donetsk, con decenas de muertos, complica la guerra de Ucrania, el mayor foco de inestabilidad en el planeta.

Ucrania
Guerra en Ucrania (archivo). EFE

El año 2023 nace marcado por la guerra de Ucrania y sus consecuencias en todo el mundo; la confrontación entre Washington y Pekín en la región de Asia Pacífico; los coletazos de la covid en China, donde podría retomar fuerza la pandemia; además de otras muchas crisis, como las de Irán, Afganistán o Yemen, en Oriente Medio, o la del Congo y los puntos al rojo vivo en el Sahel. La geografía es variada, pero la esencia es la misma: los enfrentamientos entre potencias, cada una con sus propios intereses geoestratégicos y económicos, proyectan una afilada espada de Damocles sobre millones de personas.

Pero es el conflicto ucraniano el que presenta mayores incertidumbres en 2023, no solo en Europa, sino en todo el planeta. La invasión rusa de su vecino del sur y la presión de Estados Unidos y la OTAN para acorralar, desgastar y borrar la influencia internacional de Moscú han despertado las pesadillas de la Guerra Fría, en medio de una guerra caliente, y han establecido un nuevo mapa de relaciones internacionales donde la concordia es superada por la confrontación. Y no parece que vaya a durar poco este ambiente de rivalidad y enemistad multipolar, donde cada uno de los adversarios intenta imponer su propia visión unipolar.

Este umbral de 2023 ha reforzado la idea de que Rusia se prepara para una larga guerra en Ucrania y que la voluntad de las autoridades de Kiev y sus aliados en Washington, Londres y Bruselas tampoco apuestan por una solución rápida del conflicto. Moscú ha lanzado su campaña de invierno, que ya fue adelantada a fines de otoño: la guerra de posiciones se mantiene, pero se incrementan los ataques contra objetivos civiles, especialmente infraestructuras de distribución de electricidad y agua.

Armas con terrible potencia destructora

Los protagonistas de esta guerra son los misiles y los drones capaces de asestar golpes quirúrgicos contra esos sistemas energéticos y sobre blancos militares muy escogidos. Ucrania también está recurriendo a sus propios drones para atacar objetivos militares incluso en territorio ruso y a centenares de kilómetros de la frontera común. Rusia ya sufre la guerra en su propio territorio y solo las limitaciones impuestas por los países aliados al uso de las armas de largo alcance suministradas a los ucranianos impide una conflagración total entre los dos países, de inciertas consecuencias y con el potencial de extenderse como un incendio fuera de las fronteras del actual conflicto.

Rusia ya sufre la guerra en su propio territorio

Sin embargo, el efecto de las armas occidentales llegadas a Ucrania es demoledor, aunque no sean utilizadas en su plena capacidad. Esta semana se producía uno de los golpes más duros de los misiles del sistema HIMARS estadounidense, cedido por el Pentágono a Ucrania, contra las tropas rusas, y que tendrá efectos. 

El bombardeo se produjo en Nochevieja contra un establecimiento ocupado por reclutas recién incorporados a las tropas rusas que luchan en el Donetsk, una de las dos provincias ucranianas del Donbás. Al menos cuatro misiles lanzados por esas baterías estadounidenses alcanzaron el edificio de una escuela vocacional donde se concentraban los soldados en la localidad minera de Makiivka (Makeyevka, en ruso).

Los rusos reconocen el alcance de los ataques ucranianos

El Ministerio de Defensa ruso, en un gesto inusual en su secretismo informativo sobre las bajas en la guerra, informó en su canal de Telegram de que la explosión causó 63 muertos y muchos heridos. El bando ucraniano habló de al menos 400 víctimas mortales entre los militares rusos.

El especialista militar y prominente bloguero Igor Girkin, un antiguo miembro de los servicios de inteligencia de Rusia, indicó también en Telegram que la cifra de muertos podría ser mucho más alta que la apuntada por el mando de Moscú. Según Girkin, varios centenares de soldados pueden haber muerto en el ataque ucraniano, pues en el mismo edificio donde los reclutas estaban estacionados había un depósito de municiones.

El colegio fue destruido casi por completo al estallar esa munición, así como el equipamiento militar cercano, que no tenía camuflaje alguno para ocultarlo al posible espionaje de drones o de los satélites estadounidenses y británicos que barren el territorio ucraniano y prestan datos claves de inteligencia a Kiev. 

La cifra de muertos podría ser mucho más alta que la apuntada por el mando de Moscú

Girkin, un ultranacionalista ruso, además alabó en detrimento de Putin a Yevgueni Prigozhin, el jefe y financiero del grupo de mercenarios Wagner, que combate en Ucrania junto a las tropas rusas, y curiosamente declinó comentar el discurso de Año Nuevo del presidente ruso.

Este ataque puede marcar un antes y un después en la guerra de Ucrania. Inmediatamente tras el reconocimiento oficial, numerosos tuiteros rusos defensores de la guerra criticaron al Ministerio de Defensa por los errores que llevaron a semejante masacre.

"¿A quién se le ocurrió la idea de colocar un número de personal tan grande en un edificio? Incluso un imbécil entiende que si lo atacan con artillería habrá muchos heridos o muertos", afirmó en Twitter el bloguero Spetnatz Arkhangel, quien reclamó "comandantes inteligentes que conozcan el significado de la palabra guerra" .

El hecho de que los soldados concentrados en el edificio estuvieran utilizando móviles para felicitar a sus familias por Año Nuevo les convirtió inmediatamente en un objetivo militar, según reconoció el propio mando ucraniano. Los muchachos estaban además alojados en una auténtica santabárbara de explosivos contra toda lógica militar. El resultado de tal cúmulo de errores era previsible.

Moscú culpa a EEUU por las matanzas de sus soldados

Rusia ha acusado a Estados Unidos y sus aliados de la OTAN de cruzar una línea roja al suministrar a Ucrania armamento de gran alcance, como el sistema HIMARS de misiles. El desastre de Makiivka ya está disparando las acusaciones sobre Bruselas y Washington, y es muy posible que en los próximos días se produzca alguna "medida asimétrica" por parte del Kremlin que afecte de alguna forma a los aliados de Kiev.

El desastre de Makiivka ya está disparando las acusaciones sobre Bruselas y Washington

Serguéi Mirónov, diputado y expresidente del Senado, reclamó el castigo de los mandos que "permitieron esa concentración de personal militar en un edificio desprotegido", así como de "las autoridades que no garantizaron el nivel adecuado de seguridad" a los jóvenes soldados, muchos de ellos de la región de Sarátov y que habían sido incorporados al ejército invasor tras la leva forzosa ordenada por el presidente Vladímir Putin en septiembre pasado.

El senador ruso Gregori Karasin demandó "un análisis interno" sobre lo ocurrido en el campamento de reclutas. El exviceministro de Asuntos Exteriores exigió "venganza" contra Ucrania, pero también puso su punto de mira en los socios de Kiev en la OTAN, a quienes responsabilizó de la acción militar por su alianza bélica con la Administración ucraniana.

Rusia produce contrarreloj misiles, tanques y aviones

Este compromiso militar estadounidense y europeo con el gobierno de Volodímir Zelenski y la imposibilidad de alcanzar ninguna base de negociación entre Kiev y Moscú alargará el conflicto en 2023, pues Rusia tampoco parece flaquear en el campo de batalla. Los medios de inteligencia occidentales hablan de escasez de municiones y misiles en el Ejército ruso, pero la realidad es que los ataques con este tipo de proyectiles por parte de las fuerzas del Kremlin contra territorio ucraniano se suceden sin límites de continuidad.

La constatación de que la guerra se alargará más ha puesto a todo gas a la maquinaria de producción armamentística rusa

Las fábricas "están trabajando contrarreloj", señaló el responsable del conglomerado ruso de producción armamentística Serguéi Chemezov, en declaraciones recogidas por la agencia estatal TASS. Ya en noviembre, Putin ordenó acelerar la producción de armas y equipamientos bélicos para ser despachados a Ucrania. La constatación a lo largo de diciembre de que la guerra se alargará más de lo previsto ha puesto a todo gas a la maquinaria de producción armamentística rusa.

Chemezov, un hombre muy cercano a Putin, dio un dato muy importante. Se está incidiendo en la producción no solo de misiles, como los que golpean sin denuedo las infraestructuras básicas ucranianas, sino también de "aviones y carros de combate". Esto reforzaría la información difundida a finales de diciembre en relación a que Rusia preparaba una gran ofensiva para los primeros meses de 2023, en la que precisaría de tanques y aviación para romper la actual línea del frente estática y avanzar hacia las zonas del Donbás, por ejemplo, donde Moscú no ha izado aún su bandera.

El ataque sobre Makiivka y otros ocurridos en las últimas horas sobre distintas partes del frente de media luna en el que se combate, podría augurar una contraofensiva ucraniana en ciernes. El mando ucraniano informó de un bombardeo similar al de Makiivka, pero en Jersón, donde habría medio millar de bajas rusas, entre muertos y heridos.

Esos supuestos planes de una contraofensiva ucraniana coinciden con la necesidad de acelerar el fin de una guerra que desangra Europa. La Comisión Europea ya ha indicado que en la primavera próxima la UE tendrá un déficit de 30.000 millones de metros cúbicos de gas. En esas circunstancias, la segunda mitad de 2023 podría convertirse en una pesadilla para la vieja Europa.

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