Este artículo se publicó hace 2 años.
Gustavo Petro, el presidente del pueblo
El candidato del Pacto Histórico será el primer gobernante de izquierdas de la historia de Colombia, un país que se ha propuesto cambiar de rumbo para apartarlo de la violencia y corrupción.
Javier Sulé
Bogotá-Actualizado a
Gustavo Petro ha logrado una hazaña en Colombia: será el primer presidente de izquierdas en un país donde esta ideología política ha estado hiperestigmatizada.
Y es que apelar al miedo de la sociedad colombiana ha sido históricamente una de las estrategias que la derecha ha utilizado como un mantra y que sí les funcionó en las elecciones de 2018 cuando Petro fue derrotado en segunda vuelta contra Iván Duque. Pero como dicen en Colombia, buena parte de la sociedad, especialmente los jóvenes, han dejado de comer cuento.
El candidato de la izquierda ha repetido por activa y por pasiva que Venezuela no es su modelo
Con todo, el antipetrismo y la petrofobia generada en torno a la figura del candidato de izquierdas por parte del establishment, los poderes económicos y los grandes medios de comunicación del país son grandes en Colombia. Desde una parte del sector empresarial vaticinaron una catástrofe económica si ganaba la izquierda e incluso algunos empresarios amenazaron con marcharse del país.
A Petro no le perdonan que durante su etapa de senador, gracias a sus denuncias y a su lucha contra la corrupción, el 35% del Senado acabase en la cárcel tras destapar el escándalo de la llamada parapolítica, la infiltración de paramilitares en la política. O que ya apuntase al Ejército como autor de los llamados falsos positivos, los asesinatos de civiles inocentes por parte de militares que los hacían pasar por guerrilleros.
Gustavo Petro genera amores y odios. Consciente de ello ha tratado contra viento y marea de desactivar los miedos que suscita intentando ser más pragmático. Así, en esta campaña, ha suavizado sus discursos, se ha mostrado más conciliador y ha repetido por activa y por pasiva que Venezuela no es su modelo.
En su solemne discurso para la nación de hace tres días, el candidato del PH se comprometió a cumplir la Constitución y las leyes, a respetar la propiedad privada, a no perpetuarse en el poder buscando una reelección y a gobernar desde el amor y no desde el odio.
El líder progresista ha querido también en esta campaña relajar sus tensas relaciones con los militares y policías, siempre tan cuestionados por él. Les ha prometido mejorar sus condiciones de vida como parte de su propuesta de transformación de las fuerza pública, pero sin renunciar a disminuir el presupuesto de Defensa y a desmantelar el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) que reprimió con tanta dureza las protestas del llamado Paro Nacional y causó al menos 80 muertes, según la ONG Temblores. Su apuesta es arriesgada en un país que lleva décadas enmarañado en la guerra y donde el poder castrense es enorme.
El líder progresista se comprometió a no perpetuarse en el poder y a gobernar desde el amor y no desde el odio
También ha hecho un llamamiento al empresariado asustado. "Les propongo justicia social y estabilidad económica. Una empresa no puede ejercer si la sociedad se empobrece. No es estrafalario pensar que un trabajador tenga derecho a pensión y a salud", dijo en su discurso el día que ganó la primera vuelta.
En esta campaña presidencial, Petro se ha rodeado incluso de algunas personas que en su momento fueron muy cercanos al expresidente Uribe como los cuestionados Roy Barreras o Armando Benedetti. Ellos llevaron parte de la campaña política del candidato y son los principales protagonistas de los llamados Petrovideos, cientos de horas de imágenes y audios filtrados en diferentes medios que sacan a relucir detalles de la estrategia sobre cómo iban a confrontar a sus adversarios políticos, no siempre de la manera más limpia como es habitual en política. Gustavo Petro ni el Pacto Histórico hicieron demasiada autocrítica sobre el contenido de los videos y sí pusieron más el acento en cómo se consiguieron. Sospechan del Estado, pero nadie descarta que haya sido una traición interna. La revista Semana, abiertamente antipetrista, le supo sacar jugo al tema.
Lejos del ruido mediático, Petro donde se sintió más cómodo en esta campaña fue con la gente humilde y recorriendo la Colombia más auténtica. Estuvo cenando con una joven barrendera del servicio de limpieza de Medellín a quien un hombre empezó a acosarla y grabarla por llevar una pegatina de la campaña del Pacto Histórico enganchada en el cubo de la basura. Se fue a pescar con un pescador de la región del Tolima, pasó una noche en la casa de un campesino panelero, otra con un agricultor cafetalero y montó a caballo junto al campesinado de los Llanos Orientales. Petro representa una esperanza para los más desfavorecidos del país. 20 millones de personas en Colombia son pobres.
Tampoco siempre cae bien entre los sectores más progresistas. El movimiento feminista lo tuvo enfilado durante algún tiempo a raíz de alguna declaración suya que no gustó. Su hija Sofia lo ha sabido encaminar y en esta campaña consiguió de alguna manera reconciliarse con ellas. Entre sus promesas, está crear el Ministerio de Igualdad.
Petro es una persona que conoce muy bien el país y tiene un muy buen diagnóstico del mismo
Con todo, Petro es una persona que conoce muy bien el país y tiene un muy buen diagnóstico del mismo. Ha presentado ideas y ha hecho propuestas. Propone, dice, hacer de Colombia una potencia mundial de la vida en el sentido más amplio de la palabra. Para ello quiere transitar hacia un modelo de sanidad pública, profundizar en la democracia, subir los impuestos a las rentas más altas, hacer accesible la educación superior a todo el mundo, apostar por la protección del medio ambiente, descarbonizar una economía sumamente dependiente de la industria extractiva para pasar a una economía productiva y retomar los acuerdos de paz firmados con las extintas FARC.
Es consciente igualmente que se debería acabar con el odio y el sectarismo enquistado en el país desde hace años y eso no será nada fácil. Piensa que el país se equivoca si cree que la paz se construye únicamente negociando con grupos armados. "Lo que se necesita es un pacto de convivencia, cuyo protagonista sea la sociedad", ha dicho. Quiere en cualquier caso quitarle poder al narcotráfico para reducir los niveles de violencia ligado a un proceso de reforma agraria.
El hombre terco
Petro se define como una persona tranquila y reflexiva. Reconoce ser ensimismado y terco, como reafirman su propia hija Sofia y su esposa, aunque matiza que si no hubiera sido por su terquedad no hubiera llegado donde está. Tampoco es muy hablador, más bien callado, pero sí es un muy buen orador, quizá demasiado retórico, hasta el punto que sus discursos en plaza pública pueden alargarse hasta el infinito.
Inteligente, brillante, astuto y honesto, pero también intransigente
Quienes lo conocen coinciden que es un político inteligente, brillante, astuto, transparente y honesto pero también algo intransigente. La Fundación Paz & Reconciliación (Pares) recoge en un informe sobre el líder del PH que en un año y medio siendo alcalde de Bogotá realizó 43 cambios en su gabinete. De ahí se interpreta que viene la creencia de que a Petro se le dificulta mucho conformar equipos de trabajo porque rara vez escucha. También incide que durante su carrera política no ha permanecido mucho tiempo en un partido. "De hecho, después de su salida del Polo Democrático, creó Progresistas, de ahí el proyecto de la Colombia Humana y con ella la coalición del Pacto Histórico (PH), todos muy coyunturales, variopintos y sin mayor capacidad de consolidarse", apunta el estudio.
Gustavo Petro proviene de una familia de clase media trabajadora. Nació hace 62 años en Ciénaga de Oro, una pequeña población del Caribe colombiano, pero gran parte de su vida la ha pasado en Bogotá. Estudió en un colegio de Zipaquirá, una localidad cercana a la capital donde también había estudiado el escritor Gabriel García Márquez.
Su vida ha estado ligada a la política, primero con la militancia en la extinta guerrilla del M-19 y después por su labor en el Congreso y en el Senado donde fue una figura implacable contra la corrupción y un verdadero látigo contra el expresidente Álvaro Uribe. Siempre reivindicó su pasado guerrillero, pero eso ha sido también uno de sus puntos débiles en un país tan polarizado y en el que haber sido guerrillero es un estigma de por vida.
Petro fue también alcalde de la capital Bogotá. Su mandato fue muy controvertido. Mejoró el acceso a la educación pública y redujo la pobreza, pero sus rivales lo acusan de no completar la mayoría de los proyectos.
Petro: "La Colombia que soñamos está a la vuelta de la esquina. Solo hace falta ir a buscarla"
El domingo será la tercera vez que opte a la presidencia. En las elecciones de 2018 obtuvo ocho millones de votos, pero perdió en segunda vuelta frente a Iván Duque. Gobernar Colombia sería el summum de su dilatada carrera política. A sus 62 años, este economista está a dos días de poder conseguir que Colombia tenga por fin el primer gobierno de izquierdas y popular de toda su historia.
El candidato del PH es, no obstante, realista y sabe que es imposible cambiar el Estado y la sociedad colombiana en cuatro años porque hay mucho que cambiar. Pero quiere poner la primera piedra para que una nueva generación de líderes tome el relevo en 2026 y prosiga la labor. Una de esas personas podría ser su vicepresidenta Francia Márquez. "La Colombia que soñamos está a la vuelta de la esquina. Solo hace falta ir a buscarla". Palabra de Petro.
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