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Rodolfo Hernández, el 'trumpista' colombiano que desprecia las leyes y disputa con Petro la Presidencia 

El empresario y exalcalde de Bucaramanga disputará este domingo la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Colombia contra el progresista Gustavo Petro. Su última maniobra ha sido negarse a celebrar un debate electoral pese a que la Justicia le obligó a hacerlo.

Rodolfo Hernández, el empresario populista y exalcalde de Bucaramanga que se disputa la segunda ronda de las presidenciales colombianas junto a Gustavo Petro. Miami, 9 de junio de 2022.
Rodolfo Hernández, el empresario populista y exalcalde de Bucaramanga que se disputa la segunda ronda de las presidenciales colombianas junto a Gustavo Petro. Miami, 9 de junio de 2022. Marco Bello / Reuters

La political correctness le pasó por encima sin romperlo ni mancharlo. Espontáneo, impulsivo, impredecible, autoritario, austero, de hablar básico e hiriente, dice que al 60% de los colombianos no les gusta que las mujeres trabajen y ocupen cargos públicos, lo mejor es que se queden en la casa. Días después se desdice, bajo la guía de su estratega de campaña argentino.

Es de los empresarios que se han metido directamente a gobernar porque los políticos ya no son sus intermediarios, ya no los representan. Repele a los políticos, o eso dice.

El ingeniero Rodolfo Hernández ha dicho que el 7 de agosto, apenas tome posesión como presidente de Colombia, establecerá el estado de emergencia. Esto le permitiría gobernar por decreto un máximo de nueve meses, aunque los decretos son controlados uno a uno por la Corte Constitucional, que los puede anular. No importa: él cuenta con que podrá adelantar algunos de sus planes mientras transcurran los meses que se demoren los magistrados en pronunciarse sobre sus medidas. Igual hizo el ultraderechista Álvaro Uribe: decretó la conmoción interior (una suerte de estado de emergencia) en 2002 cuando comenzó su gobierno, el cual extendió por un segundo mandato, hasta 2010. Durante aquellos años fue modificando sobre la marcha la Constitución, eso sí, con el apoyo de un Legislativo mayoritario a su favor.

Su última maniobra contra el estado de Derecho ha sido negarse a celebrar un debate electoral, un cara a cara con Petro, por ello intervino la Justicia y le obligó a hacerlo, pero ha puesto tantas trabas y condiciones leoninas que se está saliendo con la suya para evitar ese encuentro que sería el colofón antes de las votaciones del domingo. El ingeniero, como se le conoce, no está dispuesto a acatar la ley y eso genera mucha incertidumbre¡ sobre cómo gobernaría, es decir, muchos creen que no respetaría los derechos democráticos si ganara las elecciones y fuera presidente.

¿Qué decretos de conmoción interior emitirá el presidente Hernández si resulta vencedor en los comicios? ¿En qué áreas de la vida del país intervendrá? No está claro. Quizá habría que consultar en Tik Tok, la red social preferida de este aspirante de 77 años que fue alcalde de Bucaramanga (capital del departamento de Santander) y que hasta finales de 2021 era un cuasi desconocido en el ámbito nacional. Las ideas de Hernández han sido aclamadas por su extasiado admirador, el escritor William Ospina (Premio Rómulo Gallegos como novelista y Premio Casa de las Américas como ensayista): "Paren de robar, paren de vivir del tesoro público, pongamos dinero en el bolsillo de los pobres, reactivemos el campo, hagamos industria, respetemos a la gente, acabemos con los privilegios, paremos el derroche del Ejército, el despilfarro del Estado, creemos riqueza y protejamos la producción nacional". A Hernández le gusta más como lo expresa Andrés Manuel López Obrador, así que repite, sin citar la fuente, algunos de los principales eslogans del presidente mexicano.

El paro nacional de Colombia de 2021 y su brutal represión por parte del Gobierno conservador de Iván Duque, seguidor de Uribe, desembocó en un fuerte apremio social por un cambio. Resultado: ambos candidatos finalistas están por el cambio. Gustavo Petro (40,32%), con un programa progresista que denota estudio y que fue construido colectivamente desde las bases y por distintos sectores. Y Rodolfo Hernández, segundo en votos (28,15%), una ecléctica mezcla del estadounidense Donald Trump, el salvadoreño Nayib Bukele y el brasileño Jair Bolsonaro, y dotado de un imbatible sentido común, que promete una lucha frontal contra la corrupción, a la que achaca casi todas las falencias del país.

Hernández sabe escuchar, dicen sus asesores cercanos, aprende rápido sobre lo que no sabe y es capaz de cambiar de opinión si lo convencen. Pero también parece que es capaz de mentir con desfachatez y de simular sin asco.

El candidato anticorrupción acusado de corrupción

Este supuesto paladín anticorrupción fue imputado días antes de las elecciones del 29 de mayo por corrupción ejercida durante su etapa de alcalde. El ingeniero dice que es un montaje y optó por descalificar al fiscal a cargo de su caso.

El acervo de pruebas en su contra es difícil de ignorar: siendo alcalde renunció con demagogia a recibir su salario, pero al mismo tiempo un hijo suyo, y con su conocimiento, cuadraba una coima en millones de dólares con contratistas del municipio. El abogado Elmer Montaña recopiló todas las audiencias adelantadas hasta ahora en este proceso penal.

El candidato Hernández había logrado que importantes medios colombianos lo entrevistaran sin mencionar la inminente apertura del juicio penal. Pero el 9 de junio, de gira en Miami, una extraña pareja de asesores que llegaron con él irrumpió la grabación de una entrevista con Telemundo cuando surgió la pregunta prohibida. "Se acabó el tiempo", dijo cortante una mujer que irrumpió en el set con un acompañante. Para asombro de muchos, el estratega argentino Angel Beccasino reconoció que no conoce a la pareja que acompañó a Miami a Hernández y que no hacen parte de su equipo.

Más conocido es, al menos para el lector o lectora de Público, pues le mencionamos en una investigación, otro sujeto que sirvió de cicerone a Hernández en Miami, y que estuvo sentado a su lado durante un mitin: Alfred Santamaría, un colombiano uribista que hace un año gerenciaba CTU Security, la empresa con sede en Miami que contrató a los exsoldados colombianos que asesinaron al presidente haitiano Juvenel Moïse.

Esta cercanía del uribismo a Hernández no deja de ser una paradoja. Aunque figuras de ese sector de ultraderecha se adhirieron rápido a Rodolfo Hernández cuando quedó finalista en la primera vuelta, la lucha contra la corrupción tiene la peor calificación en la gestión del uribista Duque, con el 89% negativo, según La Gran Encuesta de Yanhaas, elaborada entre el 30 de mayo y 3 de junio pasados.

La Gran Encuesta de Yanhaas sobre la gestión del presidente Iván Duque, elaborada entre el 30 de mayo y 3 de junio de 2022.
La Gran Encuesta de Yanhaas sobre la gestión del presidente Iván Duque, elaborada entre el 30 de mayo y 3 de junio de 2022. Yanhaas

Una teoría de la conspiración dice que Rodolfo Hernández ha buscado la presidencia para que su caso penal pase a la Comisión de Acusaciones, una célula de la Cámara de Representantes destinada a cumplir el rol de investigación y acusación (propio de la Fiscalía General) para los presidentes y otros aforados, pero en realidad es una forma de hacer justicia conocida por su inoperancia y calculada miopía. Tanto es así que la sabiduría popular la llama "comisión de absoluciones".

Pero eso sería hilar muy fino. Hernández le ha apostado a la Presidencia con fe de carbonero, impulsado por los mismos 15 amigos que frecuenta hace 30 años, y ha financiado la campaña de su bolsillo. Muy pocos previeron que hay altas posibilidades de que sea el próximo presidente de Colombia. En marzo, cuando las encuestas daban por perdido el dinero gastado en la campaña, el ingeniero mismo llegó a cantar su voto por Petro si no salía elegido. Reconoce que casi se desmaya cuando pasó a segunda vuelta. Ahora vaticina que obtendrá 13 millones de votos en la gran final del 19 de junio contra Petro.

El desconcertante ingeniero

En 2016 votó "no" en el plebiscito por la paz, pero en la campaña actual dice que hará la paz con la guerrilla insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN), a la que invita ahora a firmar el mismo acuerdo con las FARC que él rechazó en las urnas. Rompe en llanto al reiterar que trabajará por la paz y recuerda a su hija Juliana, cuyo paradero se desconoce. Hernández dice que fue secuestrada en 2009 (su hijo mayor apunta que fue en 2004) por el mismo ELN (antes, el ingeniero decía que fueron las FARC). En todo caso, él no pagó el rescate y de ella no se volvió a saber nada. Si gana la Presidencia, Hernández tendría que descongelar las negociaciones de paz con el ELN que Juan Manuel Santos dejó andando en Cuba hace cuatro años, pero que su sucesor Iván Duque rompió. Por cierto, en un comunicado el 8 de junio, el ELN negó tener relación con el secuestro de la hija de Hernández.

Ahora, después de la primera vuelta presidencial del 29 de mayo, cuando obtuvo más de 5,5 millones de votos, el ingeniero publicó por Twitter veinte puntos de su programa de gobierno. El anterior programa, que él continuamente contradecía en campaña, se lo confeccionaron unos asesores que ya no trabajan con él. En el ínterin, reconoció que el mejor programa era el de Petro y que él lo iba a adoptar. Y que si no pasaba a segunda vuelta, votaría por Petro. Cuando lo dijo, sonó a broma que estuviera en sus cálculos tener la más mínima opción. Pero lo logró.

Una mañana, el ingeniero dijo sonriente y con suma convicción que admira a "un gran pensador alemán, Adolfo Hitler", y por la tarde (no se sabe si por intervención de "control de daños" de su estratega argentino de campaña) salió a disculparse, a decir que había sido un lapsus y que estaba pensando en Albert Einstein.

La gente de su tierra, Santander, es bravía. Él, hijo de campesinos conservadores, es un hombre de carácter, según el estereotipo. Para otros, es un patán. Empresario constructor, en los años 90 se hizo elegir concejal (legislador local) de Piedecuesta, su pueblo natal, hoy ciudad satélite de Bucaramanga. En 1994 fue destituido porque contrató con el municipio una obra pública mediante una modalidad destinada a bajar el pago de impuestos.

Educado en escuela pública y en la también pública y prestigiosa Universidad Nacional, su fortuna llega a los 100 millones de dólares. Según él, todo está oficializado en su declaración de la renta, de sus empresas y de su familia. Pero su esposa y sus hijos tienen al menos una cuenta off shore, según demostró recientemente el senador electo del izquierdista Pacto Histórico Wilson Arias.

El ingeniero se enriqueció a partir del colapso del sistema hipotecario UPAC en los años 90, por el cual el inmueble se pagaba cinco veces y muchas familias tuvieron que renunciar a su vivienda para no ahogarse en la deuda. En aquel contexto, Hernández obvió la intermediación del sistema financiero y creó un engranaje propio para financiar directamente a familias trabajadoras que le compraran a él. Su empresa cobraba la mitad de los intereses que imponía la banca. La vivienda o el lote se pagaban en máximo 100 cuotas iguales, a diferencia de las cuotas galopantes del UPAC que se extendían a lo largo de 15 años. Unas c5.000 familias se aprovecharon de las hipotecas de Hernández, según él. "Pagaron todo. Los mejores pagadores del mundo son la clase media y la clase pobre", afirma sobre lo que llamó "Plan 100". Le encanta el cobro de deudas gota a gota: "Yo financio los edificitos que hago y yo cojo las hipotecas, esa es la vaca de leche", presume. "Imagínese, 15 años un hombrecito pagándome intereses. ¡Eso es una delicia!".

Su viaje a Miami de alguna manera lo radicalizó, no se sabe si por las compañías con las que anduvo. Desde allá declaró que el Pacto Histórico, la coalición que sostiene la candidatura de Petro, es una banda criminal. Que tiene miedo, que lo van a matar y que no será a balas sino a puñaladas (como el atentado contra Bolsonaro). Que no volverá a Colombia antes de las elecciones, dijo, pero luego de la intervención del ministro del Interior, que le garantizó la seguridad, aceptó regresar este fin de semana, ocho días antes de la segunda vuelta.

Según todas las encuestas, Petro y Hernández están empatados, precisamente un escenario repleto de riesgos después de las dudas sobre la transparencia electoral de las elecciones legislativas del 13 de marzo, cuando emergieron en físico y en los registros más de medio millón de votos para el Pacto Histórico que no habían sido contabilizados en el conteo preliminar. El contexto se complica porque –por ineficiencia o por cálculo– no fue contratada una auditoría internacional de los software que procesa los resultados.

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