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Corrupción Israel lleva al banquillo a Netanyahu por soborno, dejándolo en una situación compleja

El abogado del estado, Avichai Mandelblit, ha decidido la imputación del primer ministro Benjamín Netanyahu por cohecho (soborno), fraude y abuso de confianza. La grave acusación de soborno sitúa a Netanyahu en una posición sumamente compleja en relación con su futuro político, y en un complicado momento de bloqueo del sistema democrático en Israel.

Benjamin Netanyahu durante una reunión en Jerusalén. REUTERS / Ronen Zvulun

eugenio garcía gascón

Una considerable confusión reina en Israel después de que ni el primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu, ni el jefe de la oposición, Benny Gantz, hayan logrado formar una coalición suficiente que cuente con el respaldo de la Kneset, un bloqueo que puede abocar Israel a las terceras elecciones consecutivas en menos de un año sin que tampoco las urnas abran un horizonte halagüeño. 

El último cartucho se disparará en las próximas tres semanas a contar desde este jueves, durante las que cualquier diputado, incluidos Netanyahu y Gantz, tendrán una última oportunidad para formar una coalición. Aunque no del todo imposibles, las posibilidades de éxito son remotas y los analistas ya señalan el 3 de marzo como fecha de los nuevos comicios. 

Para complicar las cosas, el abogado del estado Avichai Mandelblit decidió este jueves la imputación de Netanyahu por graves casos de corrupción, lo que deja al primer ministro en una situación de gran debilidad, aunque no lo apartará necesariamente de la política, al menos por ahora. 

Netanyahu cometió soborno al aceptar un canje de servicios con el magnate Shaul Elovitch

Filtrada una hora antes de hacerse pública oficialmente, la acusación especifica que Netanyahu cometió soborno al aceptar un canje de servicios con el magnate Shaul Elovitch, propietario del portal de noticias Wallah! Netanyahu hizo favores de muchos millones a Elovitch a cambio de que el portal cubriera favorablemente informaciones sobre Netanyahu y su familia. 

A ese caso se le denomina Caso 4.000 y es el más grave, pero Netanyahu también tendrá que defenderse desde el banquillo del Caso 1.000 y del Caso 2.000, donde se le acusa de fraude y abuso de confianza. En conjunto, es un panorama desolador para el primer jefe de gobierno que es procesado en el ejercicio de sus funciones desde el establecimiento del estado en 1948. 

La decisión de Mandelblit también coloca a Gantz en una difícil posición para pactar con Netanyahu en las siguientes tres semanas. Una buena parte de los votantes de Gantz no entenderían el establecimiento de una coalición con un aliado imputado por graves delitos de corrupción y cuyo juicio a buen seguro se prolongará durante muchos meses. 

En este contexto de inestabilidad, y de incertidumbre en lo tocante al futuro de Netanyahu, Gideon Saar, un destacado líder del Likud, se ha postulado como candidato a primer ministro. Naturalmente, las opciones que tiene para conseguir su propósito son escasas a estas alturas, pero nadie puede adelantar lo que ocurrirá en el futuro más cercano. 

Saar, que está a punto de cumplir los 53 años, ha sido tratado con extrema rudeza por Netanyahu en más de una ocasión. En las últimas primarias del Likud, el primer ministro recomendó a los afiliados que no le votaran, aunque al final consiguió uno de los primeros puestos en la votación. 

Saar no solo ha propuesto unas primarias para la dirección del partido, algo que nadie se ha atrevido a hacer, sino que ha dicho que él se ve en situación de conseguir formar una amplia coalición, algo que no ha conseguido Netanyahu, y evitar unas nuevas elecciones que en principio nadie quiere, quizá con la excepción de Netanyahu. 

Entre Netanyahu y Lieberman hay más de una cuestión personal

“Si no se forma un nuevo gobierno y vamos a unas elecciones, no parece razonable que el primer ministro consiga formar un gobierno después de unas terceras elecciones. Por lo tanto, creo que es necesario, si no vamos a nuevas elecciones, que haya unas primarias para la dirección del Likud. Creo que yo seré capaz de formar un gobierno, y creo que seré capaz de unificar el país y la nación”, ha dicho este jueves. 

Unas horas antes de la imputación de Netanyahu, Saar se negó a "especular" con lo que podía en esa situación entonces hipotética, pero a diferencia de lo que ha hecho el resto de sus colegas del Likud, atemorizados por el primer ministro, ha dicho: "Deberíamos esperar con paciencia. No creo que sea bueno mantener una discusión de principios sobre circunstancias personales". 

El partido bisagra que en principio sale reforzado de todas estas crisis es Israel es Nuestra Casa de Avigdor Liberman, quien durante los últimos meses se ha mantenido en sus trece: no va a participar en ningún gobierno minoritario que no pueda mantenerse en el poder durante toda la legislatura, y solo apoyará una gran coalición entre el Likud y Azul y Blanco. 

Entre Netanyahu y Lieberman hay más de una cuestión personal, y Lieberman a duras penas puede contener su alegría ante la perspectiva de que su antiguo mecenas desaparezca para siempre de la escena política. Si esto ocurre finalmente, Lieberman podría obtener un buen puñado de votos del Likud en los próximos comicios. 

Dado que Israel es Nuestra Casa se ha convertido en partido bisagra tras las dos últimas elecciones, el papel de Lieberman es decisivo. Su programa es sencillo: acabar con las imposiciones religiosas de los partidos ultraortodoxos y endurecer las líneas políticas y militares de cualquier ejecutivo del que forme parte. 

En cierta manera, Lieberman aspira a aplicar los mismos elementos que han aplicado los partidos ultraortodoxos durante años en su condición de partidos minoritarios cuyos votos eran necesarios para gobernar. Un puñado de diputados puede decidir algunas veces más cosas que una formación relativamente mayoritaria. Se trata de una forma de chantaje, pero así es como a veces funciona el sistema democrático, y no solo en Israel. 

Naturalmente, la celebración de otras elecciones podría depender de la actitud que adopte el Likud con respecto a la imputación de su líder. El partido ha cerrado filas en torno a Netanyahu y parece difícil, aunque no imposible, que ahora cambie de opinión. Según como evolucionen las circunstancias, una parte del Likud podría facilitar la emergencia de otro candidato que llegue a un acuerdo con Gantz. En cualquier caso, esto no significará ningún cambio significativo en las políticas interior y exterior de Israel.

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