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Italia Salvini ensancha la brecha entre las dos facciones de su partido ultraderechista

Pérdida de consenso, negacionismo acerca del coronavirus, incapacidad de volver al Gobierno, adelantamiento por la derecha de su misma socia soberanista. Son sólo algunos de los eventos que están complicando el liderazgo de quien, hace unos meses, convencía a uno de cada tres italianos.  

El líder soberanista de la Liga, Matteo Salvini.- EFE
El líder soberanista de la Liga, Matteo Salvini.- EFE

En Italia, ningún partido está exento de la posibilidad de una escisión. Que esto ocurra en la izquierda, es bastante común, aunque el PD consiga mantenerse a flote con un 20% como segundo partido del país. Lo raro es que ocurra en la derecha soberanista, que en Italia lleva varios años pendiente de las hazañas de su líder populista, ídolo de masas tanto en la calle como en las redes sociales. Pero, antes o después, la palabra escisión tenía que hacerse eco también entre las filas de su partido.

El líder de la soberanista Liga y jefe de la oposición, Matteo Salvini, está acelerando la separación entre las dos facciones de su partido, que están a favor y en contra de él, respectivamente. Su contradictoria gestión del coronavirus y, sobre todo, la pérdida de consensos en los sondeos -alrededor de un 10% en los últimos meses- recogidos por su aliada de coalición, la soberanista Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia (HDI); está acrecentando las divergencias entre aquellos que defienden el soberanismo italiano, frente a aquellos que preferirían enfocar el partido hacia la causa autonomista del Norte de Italia.

Así pues, entre aquellos que hacen hincapié en la propaganda populista y quienes querrían optar por una postura más moderada para que la Liga, antes o después, tome definitivamente las riendas de la derecha italiana afianzada dentro de un nuevo establishment transalpino. La actual gestión del partido por parte de Salvini está molestando mucho a su brazo derecho, Giancarlo Giorgetti, mente fría y pragmática del salvinismo abocado habitualmente a la propaganda rápida de los tiempos digitales.

La actual gestión del partido por parte de Salvini está molestando mucho a su brazo derecho

Curiosamente, en los últimos días en el seno de la Liga ha tenido lugar una fecha muy destacada. El pasado lunes 3 de agosto, ha dejado oficialmente de existir la Liga Norte, que históricamente aunaba a los partidarios de la independencia del septentrión del resto del territorio transalpino. A partir de ahora, y para siempre, habrá que hablar simplemente de Liga por no decir, más técnicamente, Liga por Salvini primer ministro, atendiendo al nombre oficial. Hasta ahora, la Liga por Salvini primer ministro y la Liga Norte convivían en la nomenclatura a la espera de una transición, que ya ha llegado. El "Norte", como objetivo y concepto, desaparece, dejando paso oficialmente también a la derecha del Sur del país. Así fue como Salvini, en cuestión de pocos años, intercambió el autonomismo norteño por el soberanismo italiano. Llevando la Liga del 4% al 34%.

Mientras tanto, hay quien ya está solicitando usar el viejo logo de la Liga Norte -que fundó Umberto Bossi entre finales de los ochenta y principios de los noventa- para presentar las candidaturas de las próximas elecciones regionales en septiembre, que tendrá lugar en territorios clave como Véneto, Liguria, Toscana y Campania. Tal como informó hace unos días el diario italiano La Repubblica, está empezando a haber "una rebelión desde abajo" de aquellos leguistas de toda la vida que ya no se ven identificados ni representados en un Salvini de capa caída que, dicho sea de paso, no tiene la cuestión norteña entre sus prioridades.

"Se trata de una situación realmente anómala para un movimiento que, históricamente, vivía gracias a la total identificación del líder político con su militancia y viceversa". Según cifras elaboradas por La Repubblica, un 30% de la Liga Norte estaría dispuesto a dejar la Liga. No les basta con mantener, a título gratuito y simbólico, el carnet de la Liga Norte tal como pidió Bossi ante la inevitable mutación del partido hoy nacionalista.

Salvini podría, además, tener un rival. Así pues, alguien que podría sacar provecho de la situación, estando además cada vez más molesto por ella, es Luca Zaia, el presidente leguista del Véneto cuyos altos índices de popularidad, en su región y en el resto de Italia, representa para Salvini el rival interno más temible. Por eso, según los medios de comunicación del país, Salvini por el momento no tiene previsto hacer campaña electoral en Véneto de cara a las próximas elecciones regionales de septiembre. En los mítines de este verano, Salvini y Zaia ni siquiera se hablan.

¿Por qué Salvini ha perdido tantos puntos?

Hace exactamente un año, en agosto de 2019, desde la ya ultraconocida discoteca Papeete situada en las playas de Milano Marittima (Emilia-Romaña), el líder de la Liga desafió al primer Gobierno de Conte, como socio minoritario del mismo. Pensando que lo haría caer; Salvini estaba convencido que ganaría unas nuevas elecciones generales con su entonces 34% en los sondeos.

Pocos días después, arrancaría la crisis del Open Arms, el barco humanitario de la homónima ONG española que el líder de la Liga, entonces también ministro del Interior, mantuvo a la deriva 21 días a un kilómetro de la costa de la isla siciliana de Lampedusa. Finalmente, Salvini tuvo que ver con sus ojos, la entrada a puerto del Open Arms por razones higiénico-sanitarias. A partir de octubre, arrancará el juicio contra él sobre la base de secuestro de persona.

A caballo entre agosto y septiembre del año pasado, Conte logró un segundo Ejecutivo manteniendo el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Beppe Grillo como principal partido de la mayoría parlamentaria, prescindiendo de los soberanistas de la Liga de Salvini a cambio del apoyo de los socialistas del Partido Democrático (PD) de Nicola Zingaretti. A partir de ahí, Salvini jugaría su carta propagandística durante meses, pensando que su maquinaria de comunicación, en la calle y en las redes sociales, eran imparables y podían garantizar su llegada al poder como primer ministro.

Así lo hizo, no sin anécdotas polémicas, para ganar por ejemplo las elecciones regionales en Emilia-Romaña, el territorio más "rojo" de Italia desde la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que el pasado enero la Liga perdió en dichas urnas. Salvini, así pues, no sólo no había logrado "conquistar" Emilia-Romaña. Sino que, además, seguía sin entrar por la puerta del Palazzo Chigi como presidente del Gobierno transalpino. Pero seguía manteniendo el 34% en los sondeos convenciendo, así pues, a uno de cada tres italianos.

Las cosas empezaron a cambiar con la llegada de la crisis sanitaria del coronavirus, en febrero de este año, precisamente por el Norte de Italia. En los primeros meses de la pandemia y del consecuente confinamiento, Salvini ha oscilado constantemente entre el alarmismo y el negacionismo, instrumentalizando a las regiones más afectadas Lombardía y Véneto, ambas gobernadas por la Liga; con el objetivo de desgastar a toda costa el Gobierno italiano. El estilo institucional y prudente del primer ministro le ha valido la confianza de buena parte de los transalpinos, que siguen apreciándolo ampliamente en las encuestas de opinión.

En los meses que han transcurrido ya desde el inicio de la epidemia, Salvini ha "regalado" buena parte del 10% de consensos de la Liga en las encuestas a Hermanos de Italia (HDI) de Meloni, que hoy estaría a tan sólo 10 puntos de diferencia. A veces, también la ultraderecha puede sufrir un adelantamiento por la derecha.

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