Este artículo se publicó hace 4 años.
LGTBI en IsraelUna ley israelí que quiere acabar con la terapia para los homosexuales divide a los árabes
La comunidad árabe de Israel anda revuelta con un proyecto de ley que prohibirá aplicar a los homosexuales tratamientos psicológicos para "corregir sus tendencias". Los partidos árabes están divididos al respecto y no han adoptado una posición conjunta. S
Eugenio García Gascón
Jerusalén-
Un proyecto de ley que prevé acabar con la llamada "terapia de conversión" psicológica aplicada en algunos casos a los homosexuales en Israel divide a la clase política árabe, y a la sociedad árabe en su conjunto, tanto como a la sociedad judía, como se evidenció esta semana en la votación preliminar de esta iniciativa en la Kneset.
La Lista Unida que agrupa a cuatro partidos árabes de distinta condición e ideología, y que constituye la tercera fuerza política en el parlamento agrupando al 82 por ciento del voto árabe, es objeto de una pesadilla que divide a los partidos que la integran hasta el punto de que preferirían que el proyecto de ley se lo tragara la tierra para no tener que pronunciarse públicamente.
La iniciativa prohíbe a los psicólogos aplicar a los homosexuales la "terapia de conversión", es decir que intervengan para "corregir" las tendencias homosexuales de sus clientes, una práctica que se da con frecuencia especialmente entre musulmanes y judíos religiosos, y con la que ahora se quiere acabar por la presión del influyente colectivo LGBTQ.
En la primera votación del proyecto de ley que tuvo lugar esta semana, tres de los cinco diputados de Hadash, Ayman Odeh, Aida Touma-Sliman y Ofer Cassif (este último un profesor judío de la Universidad Hebrea), votaron a favor de la prohibición de la terapia de conversión. Hadash es un partido mixto árabe-judío de orientación comunista que cuenta con bastantes seguidores entre los judíos.
Por el contrario, los cuatro diputados de la Lista Árabe Unida, que se identifica con el Movimiento Islámico, votaron en contra, mientras que los ocho restantes diputados de la Lista Unida, de orientación más bien liberal, no participaron en la votación, prefiriendo orillar cualquier clase de polémica con su electorado.
Una reunión posterior de todos los diputados de la Lista Unida concluyó con un agrio debate acerca del daño que la división puede causar en la coalición. La Lista Unida admitió que los diputados no habían discutido esta cuestión en profundidad con anterioridad, previendo que una discusión seria habría creado más problemas que soluciones entre las distintas facciones.
Aunque la Lista Unida consideró que la votación preliminar en la Kneset del proyecto de ley quedaría ensombrecida por la crisis del coronavirus y que la población árabe no le prestaría mucha atención, la realidad es que la comunidad árabe siguió con interés lo que ocurría en el parlamento, así como el comportamiento específico de cada uno de sus representantes.
Esto significa que los diputados árabes no pueden ignorar por más tiempo la existencia del colectivo LGBTQ. Sin embargo, la gran preocupación de los diputados árabes es el impacto electoral que puede tener para sus partidos una cuestión como esta que prefieren no tener que discutir, como tampoco quieren discutir las implicaciones más profundas derivadas de la homosexualidad.
Un diputado árabe que prefirió no identificarse dijo al diario Haaretz: "La Lista Unida no se va a romper, pero lo que es seguro es que esta disputa, y la manera en la que la hemos gestionado, no va a darnos votos". "Todos estamos disgustados. Hay una parte que está molesta con la corriente conservadora islamista, hay otra parte disgustada con los liberales, y hay otra parte disgustada con quienes eludieron la votación".
Otro diputado árabe denunció que algunos rivales de la Lista Unida están aprovechando la situación para alimentar la crisis que se ha originado entre los árabes. "Quizás hemos perdido un escaño como consecuencia de nuestra conducta, pero ahora lo importante es controlar el daño y apagar las llamas, no lo contrario".
El líder del partido liberal y secular Balad, Mtanes Shehadeh, declaró en un comunicado que su partido se equivocó al no anunciar una posición clara antes de la votación preliminar del proyecto de ley. "Estamos en contra de vulnerar derechos básicos de nacionalidad, religión o género, pero la realidad es que en las votaciones de estas cuestiones siempre nos ausentamos… debido a la presión pública" del electorado árabe.
La actitud absentista de Balad molestó a un sector importante de la sociedad árabe que esperaba que un partido que presume de ser secular debatiera y aprobara el proyecto de ley, una indicación de que dentro de la sociedad árabe existen corrientes liberales que quieren dejar atrás el peso de la religión y las tradiciones más conservadoras. Los líderes de Balad, sin embargo, ignoraron el debate que se suscitó entre la población liberal, sobre todo en las redes sociales.
En medios liberales se criticó que las discusiones que propiciaron los diputados árabes giraron en torno a cómo se gestionó la votación en la Kneset, y no en torno al contenido del proyecto de ley. Los diputados parecían más preocupados por sus propios asientos que por las demandas de la comunidad homosexual.
Una anécdota que se comentó mucho en las redes sociales fue que la propietaria de una empresa alimentaria árabe hizo este mes de julio una donación a una línea telefónica de ayuda de la comunidad LGBTQ. Al trascender este hecho, se puso en marcha una campaña de hostigamiento en la que se pedía el boicot de la empresa alimentaria de la donante. Acto seguido algunos diputados árabes salieron en defensa de la empresaria.
La mayoría de los diputados árabes son partidarios de que cada vez que se presente un caso divisorio como el de la comunidad LGBTQ, se abra un debate en el que se intente lograr una posición común, aunque luego se permita que cada diputado vote según le diga su conciencia.
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