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El 'Me Too' del mundo espiritual y el yoga en América Latina

Desde 2013 se han acumulado multitud de denuncias por abuso sexual en el entorno del yoga y el mundo espiritual en América Latina. El caso de Bikram Choudhury, quien a día de hoy sigue en paradero desconocido, fue muy sonado.

30/05/2022 - Personas participan en una clase de yoga en los Campos de Dunas de Samalayuca, en el norte del estado mexicano de Chihuahua en Ciudad Juárez, (México) el 3 de julio de 2021.
Personas participan en una clase de yoga en los Campos de Dunas de Samalayuca, en el norte del estado mexicano de Chihuahua en Ciudad Juárez, (México) el 3 de julio de 2021. Europa Press

Una nueva ola de denuncias públicas sobre abusos en el mundo del yoga y la espiritualidad se esparció por redes sociales durante las últimas semanas, en lo que se convirtió en un nuevo Me too. Mientras tanto, en Argentina hay un juicio abierto por abuso sexual contra un instructor de yoga.

Las primeras denuncias surgieron en abril de este año. Las usuarias contaban a través de sus perfiles que habían sufrido proposiciones de masajes eróticos, tocamientos, comentarios fuera de lugar, acoso y manipulación. Algunas incluso relataron que sufrieron abusos sexuales y violaciones dentro del entorno de las disciplinas que trabajan con el cuerpo, el bienestar emocional y espiritual.

Gran parte de las publicaciones provienen de México, Uruguay, Brasil, Argentina y Chile y tanto las usuarias que han expuesto sus testimonios como aquellas que quisieron aportar al debate lo hicieron a través de los hashtags #NoEsYogaEsAbuso, #YoDefiendoLaVerdad e #IStandForTruth.

En los relatos apuntaron contra una reconocida institución del ámbito de la espiritualidad, presente en más de 150 países; pero también a otras escuelas, federaciones, maestros, gurúes y profesionales del deporte y la salud.

"Nos revolucionó a todos. Involucraba a gente que conozco, con la que tengo afecto. Me parece que es absolutamente positivo, aunque la noticia sea muy desestabilizante para todos", dijo Bárbara Weimberg, directora del estudio Yoga Tierra, ubicado en la localidad bonaerense de Villa Martelli, sobre el aluvión de denuncias online. Sin embargo, este Me Too dentro del mundo espiritual no es algo que comience de este año.

Un antecedente fueron las denuncias que se acumularon desde 2013 por abuso sexual contra Bikram Choudhury, el famoso instructor de yoga de nacionalidad india y estadounidense que se presenta como el creador del Bikram Yoga, también llamado "yoga hot" por su práctica a altas temperaturas.

Tras las denuncias y un fallo en su contra, Choudhury está prófugo, tal como lo muestra el documental que llegó a la plataforma de Netflix en 2019, Bikram: yogui, gurú, depredador, dirigido por la cineasta Eva Orner.

No es Yoga, es abuso

Mientras tanto, en Argentina el juicio contra el instructor de yoga y presidente de la escuela Yoga Kai, José Maureira Torres, a quien Carolina Villa y Macarena Pineta habían denunciado en 2017 y 2018 por abuso sexual y posteriores amenazas, iba a comenzar en marzo pero se postergó sin fecha definitiva.

La causa N° 42.592/2017, titulada "Maureira Torres José, sobre abuso sexual", la lleva adelante la Fiscalía ante Tribunales Orales de Capital Federal N° 20, a cargo de Carlos Eduardo Gamallo, y el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°20, que conduce Patricia Mallo.

Macarena, de 29 años se acercó a la escuela Yoga Kai donde, para las prácticas, debía tener cuidado con ciertas posturas, ya que por una condición previa podía llegar a tener convulsiones. Cuando poco después comenzó el curso, Maureira Torres le ofreció participar de talleres sobre alineación de chacras para trabajar su situación particular.

"Me quería convencer de que lo que hacía  me iba a curar", comenta Pineta

"Me dijo que yo no tenía convulsiones, sino que tenía la energía muy sensible. Él cada vez quiso acercarse más, saber más de mi epilepsia. Me quería convencer de que lo que hacía me iba a curar. En un punto quise creérmelo y que con el yoga y esa meditación iba a dejar de tener convulsiones", contó.

La última vez que tuvo contacto con él, le invitó a meditar de forma privada. Bajo el pretexto de tener la "energía sexual muy acumulada", le forzó a hacer prácticas que ella no quería.

A Pineta le costó denunciar lo que había vivido ya que "sentía mucha vergüenza porque había confiado en esta persona", pero fue recibida con cariño y contención por parte de sus amigas, quienes le remarcaron: "No es tu culpa".

El 8 de marzo de 2018, Día Internacional de la Mujer, llevó a la marcha que se desarrolló en la ciudad de Buenos Aires tres carteles en los que denunció a Maureira Torres, y con la difusión en redes sociales sobre lo que le había ocurrido varias mujeres se acercaron para contarle que habían vivido situaciones similares. Una de ellas fue Carolina Villa, quien en 2018 decidió denunciar al mismo profesor.

En su caso, Maureira Torres abusó de ella "con el pretexto de que era un masaje". Ella le recriminó el abuso, pero recibió como respuesta: "¿Qué? ¿Tuviste miedo?".

"Yo no lo viví con miedo, pero sí fue algo incómodo que no debía suceder", dijo Torres

"Ahí no tienes escapatoria porque claro, a mí no me dio miedo. Y eso también es algo a desmitificar: que las escenas de abuso son terroríficas y que es lo peor que te puede pasar. En mi caso no fue así. Yo no lo viví con temor ni con miedo, pero sí lo viví como algo incómodo, como algo que no era correcto y que no debía suceder", remarcó la joven.

Las experiencias de Carolina, Macarena y otras víctimas de abusos en el ámbito del yoga y la espiritualidad vienen marcadas por la confianza que le tienen a su profesor y la relación desigual de poder entre el guía/maestro y la persona practicante. Por tanto, la justificación del abuso fue "por un bien mayor".

"No solo está lo espiritual que convoca la vulnerabilidad emocional, sino también la disciplina del deporte y la salud. Son tres variables muy fuertes", señaló Paola Torres, psicóloga e integrante de la Red de Psicólogxs Feministas, quien además practica yoga.

La primera reacción ante tales abusos es "de duda" y la segunda "de culpa", comenta Torres

Torres explicó que "están los mandatos del deporte: cómo debería ser un cuerpo y cómo debería responder. Luego, la dimensión de la salud: si quieres llegar a la divinidad o si te quieres sentir bien, tienes que hacer esto. Y la dimensión de lo emocional: vas a alcanzar un estado donde te vas a sentir de tal forma." Asimismo, indicó que la primera reacción ante estos eventos abusivos "es de duda y la segunda, de culpa".

En este sentido, Melisa García, fundadora de la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem), señaló que "se genera una enorme culpabilidad a la persona que está siendo abusada o acosada, donde pareciera que con esta intención de abrir la mente y otros espacios a lo que invita lo espiritual, se terminan llevando a cabo los abusos".

"No siempre la reparación es mediante una denuncia, a veces no están listas para atravesar ese proceso", señala García

Las profesionales recomendaron a las personas que se encuentren en situaciones abusivas hablarlo en un entorno seguro y acercarse a profesionales que trabajen estos temas. "No siempre la reparación es mediante una denuncia, a veces no están listas para atravesar ese proceso", señaló García, quien reconoció que en el último tiempo recibieron varias consultas sobre situaciones de este tipo.

Finalmente, una apreciación que destacaron las víctimas y los profesionales es que, en línea con el hashtag #NoEsYogaEsAbuso, las prácticas que se proponen en yoga no son abusivas en sí mismas. "Donde hay humanos existen estos problemas. El ambiente del yoga no es, lamentablemente, la excepción", concluyó Weimberg.

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Esta información forma parte de un acuerdo entre Público y Página 12

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