Este artículo se publicó hace 13 años.
Mubarak no dimite pese al clamor de los egipcios
El presidente de Egipto anuncia que no se presentará a las próximas elecciones pero asegura que terminará su mandato hasta septiembre. "¡Lárgate, lárgate!", grita la multitud tras escucharle
El pueblo egipcio ha asestado un durísimo golpe al tambaleante régimen de Hosni Mubarak, al ocupar El Cairo una gigantesca marea humana que exigía su dimisión. La plaza Tahrir de la capital, el símbolo de la revuelta popular en Egipto, fue tomada por centenares de miles de egipcios llamados a "la marcha del millón" . Allí, la incontable multitud volvió a gritar con fuerza: "Mubarak, lárgate". Y no sólo en El Cairo. Ciudades como Alejandría o Suez vivieron también grandes movilizaciones y un grito unánime:
“¡Que se vaya!”.
El presidente se enrocó. "Moriré en la tierra de Egipto", dijo Mubarak, ajeno a la demanda de la calle, en su esperado discurso. El presidente acusó a las fuerzas políticas de "manipular" la protesta y "desoír las ofertas de cambio político y constitucional". La Casa Blanca había exigido a Mubarak que no se presentase a las próximas elecciones y esa fue la única concesión que realizó: "No tengo intención de concurrir a las elecciones, pero quiero terminar mi mandato".
Estados Unidos exigió al 'rais' que renunciara a buscar la reelección
Puede que EEUU le hiciese tragarse un sapo con sabor reformista, pero el rais no cedió en nada más. Fue muy duro con los saqueadores y pidió a los egipcios que tomen partido: "Es momento de elegir entre el caos o la estabilidad".
El pueblo egipcio ya ha elegido. A estas alturas, la revuelta popular no está dispuesta a otra cosa que no sea la salida inmediata del rais egipcio. Al escuchar sus palabras, la abarrotada plaza Tahrir volvió a rugir: "Lárgate, lárgate".
La movilización fue todo un éxito. Y más teniendo en cuenta que era el octavo día consecutivo de protesta, que se realizaba en una jornada laboral, con internet aún bloqueado y los manifestantes desafiando nuevamente el toque de queda. Los 300 muertos que según la ONU ha causado la protesta tampoco desanimaron a los egipcios.
Tras el mensaje difundido por el Ejército el lunes, en el que garantizaba a los manifestantes "que no emplearía la fuerza contra su gran pueblo", la revuelta ha superado todos sus obstáculos hasta Mubarak. Los egipcios han vencido a la Policía y se han ganado al Ejército. Ahora esperan que sea el movimiento opositor el que dé el paso definitivo.
Pero la revuelta popular en Egipto lleva dos velocidades: la de la calle y la de la oposición. A la revolución le sigue faltando una voz avalada por todas las ramas opositoras que hable en nombre de la calle.
En lo único que están de acuerdo todas las fuerzas opositoras es en la salida inmediata de Mubarak. La oferta desesperada de negociar, realizada por Omar Suleiman, vicepresidente y mano derecha del rais, ha llegado tarde.
Las protestas han causado ya 300 muertos, según datos de la ONU
"Puede haber diálogo pero este sólo puede empezar cuando las demandas del pueblo se cumplan y la primera de estas es que Mubarak se vaya", dijo ayer el opositor Mohamed el Baradei.
Mientras El Baradei no deja de ofrecerse para pilotar la transición, muchos no le piensan apoyar. "El problema de El Baradei es que es incoloro, insípido y no tiene carisma", afirmaba en la plaza Madiha Doss una profesora de El Cairo.
El partido opositor Hermanos Musulmanes tiene su propia lista de favoritos. La encabeza Faruk Sultán, el presidente del Tribunal Constitucional, que según la Carta Magna sería el siguiente en suceder a Mubarak y al presidente del Parlamento, Fathi Surur, demasiado vinculado al régimen para ser aceptado. El otro sería Sami Enan, jefe de las Fuerzas Armadas, alguien "no corrupto" para los islamistas.
Manual del buen manifestanteAjena a la negociación de las facciones opositoras, la protesta en la calle continuaba. Cientos de personas controlaban el acceso a la plaza. En uno de los cacheos se capturó a un agente de la Policía de Mubarak que, vestido de paisano, intentaba entrar en Tahrir con un arma. Una turba lo rodeó y empezó a gritar: "Pacíficamente, pacíficamente".
Aplicaban el manual del buen manifestante que se ha repartido por la zona. En él se pide a los asistentes que no cometan actos de violencia que arruinen la protesta. Tras arrastrar al policía de paisano durante 200 metros, el agente, muerto de miedo y llorando, fue entregado a la Policía en medio de una gran ovación.
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