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Los narcos mexicanos replican matando a un juez

El Ejército detiene a un capo del cártel de Sinaloa

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Los narcotraficantes del cártel de Sinaloa, uno de los dos más poderosos de México, están decididos a plantar cara a la ofensiva lanzada en su contra por el Gobierno mexicano hace poco más de un año.

El lunes, pocas horas después de la detención de un importante narco, Alfredo Beltrán Leyva, alias El Mochomo, (considerado el lugarteniente del líder de este cártel) y de tres de sus colaboradores, el juez de lo Penal de Monterrey Ernesto Palacios López murió abatido por un grupo de sicarios.El magistrado fue asesinado en su coche mientras conducía por una concurridacalle de Monterrey.

Los asesinos emplearon para ello armas de gran calibre, como las que suelen utilizar los narcotraficantes.

Hasta ahora, la violencia generada por el enfrentamiento con los cárteles de la droga había afectado a policías, periodistas e incluso cantantes, pero ésta es la primera vez que toca de lleno a la judicatura.

El juez Palacios López se había ocupado del caso de un grupo de veinte miembros del cártel de Sinaloa, detenidos en 2005, entre los que se encontraban dos dirigentes del grupo mafioso.

Una captura espectacular

El narcotraficante detenido, Alfredo Beltrán Leyva, forma parte, según el diario mexicano El Universal, de una de las familias más poderosas dentro del crimen organizado
en México. Este periódico le atribuye labores de transporte de droga, blanqueo de dinero y corrupción de funcionarios públicos en varios estados del país.

Para detenerlo, las autoridades mexicanas desplegaron toda una operación militar. Al menos un centenar de agentes de las Fuerzas Especiales del Ejército, a bordo de vehículos Hummer equipados con artillería pesada, tomó la avenida Juan de la Barrera de la ciudad de Culiacán, la capital del estado de Sinaloa.

Tras rodear el edificio en el que se encontraban los narcotraficantes, los soldados detuvieron a Beltrán Leyva y sus tres cómplices. Los militares se incautaron también de 900.000 dólares en efectivo repartidos en dos maletas y varias armas, entre ellas un fusil de asalto AK-47.

La semana pasada, la opinión pública mexicana quedó conmocionada por el asesinato a manos de los narcos de dos niños de tres y nueve años. Estos crímenes representaron el abandono de un código de honor asumido por estos delincuentes, que durante treinta años se habían abstenido de asesinar a mujeres y niños.

Más de 2.500 personas murieron el año pasado en México en acciones atribuidas al crimen organizado.

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