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Netanyahu endurece la confrontación con Estados Unidos en la crisis con Irán

Algunas medidas y declaraciones de los últimos días abundan en un endurecimiento de la posición de Israel respecto a la administración estadounidense en relación con el acuerdo nuclear con Irán. Si el presidente Joe Biden acaba condicionado por los planteamientos de Benjamín Netanyahu, es muy probable que la crisis se agrave más de lo que está.

Netanyahu
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.  Gil Eliyahu / REUTERS

Las advertencias de Benjamín Netanyahu a la administración de Joe Biden se incrementan sin descanso y muestran que el gobierno del primer ministro de Israel no está dispuesto a ceder en sus planteamientos tendentes a socavar cualquier tipo de acuerdo sobre el programa nuclear iraní, sea el que sea.

El martes Israel amenazó con no comunicarse con el presidente americano respecto a su estrategia con Irán, y exigió sanciones más duras en el terreno económico así como una "advertencia militar creíble" que conduzca a un cambio de régimen en Irán, la única solución válida para Netanyahu.

El equipo de Biden, y el propio presidente, han indicado en más de una ocasión que su intención es regresar al acuerdo nuclear que hace más de cinco años firmó Barack Obama, y al que Netanyahu se opuso frontalmente incluso ante el Congreso de Washington. El primer ministro no ha cambiado de opinión desde entonces; al contrario, la ha endurecido.

El exministro Gilad Erdan, un radical en toda regla, a quien Netanyahu ha nombrado simultáneamente embajador en Washington y ante la ONU, ha sido el último encargado de enviar mensajes a Biden, quien hasta ahora no ha hablado con Netanyahu. No debe descartarse que a falta de un mes para la cita electoral, el primer ministro utilice el dossier de Irán en su propio beneficio.

Aunque Washington ha señalado su intención de consultar con sus aliados en la cuestión iraní, es evidente que Israel no aceptará ningún planteamiento que no sea seguir humillando a Irán política, económica y militarmente, y acabar con el régimen de 1979.

Hace solo unos días Washington apuntó que este tema es urgente puesto que en cuestión de pocas "semanas" el programa nuclear podría alcanzar el punto de no retorno. Inmediatamente Israel replicó que no prevé que Irán tenga capacidad de fabricar la bomba antes de "dos años".

Esto fue una advertencia para que Biden no se precipite, pues dos años significa que hay mucho tiempo por delante. Naturalmente, la intención de Netanyahu es demorar todo lo posible cualquier reanudación rápida del acuerdo de modo que las actuales sanciones sigan en pie y aumenten.

Aunque Teherán ha manifestado repetidamente que no entra en sus planes fabricar la bomba atómica, el enriquecimiento de uranio, aunque sea a niveles muy bajos, sirve de pretexto a Netanyahu para mantener la presión sobre ese país, una actitud que cocha con la de Occidente, Rusia y China.

En este contexto, el embajador Gilad Erdan declaró el martes de manera tajante a la emisora del ejército israelí en referencia a unas posibles negociaciones de Washington con Teherán: "No podremos participar en un proceso como ese si la nueva administración vuelve a aquel acuerdo".

El mensaje es claro y viene con la implicada advertencia de que, como ya hizo en el pasado, Israel lance contra la administración todo su peso en Estados Unidos, que no es poco, empezando por el Senado y el Congreso y terminando por una red de influyentes medios de comunicación que se ponen a su servicio cuando se les requiere.

La intención de Netanyahu se vio reforzada hace solo unos días cuando designó a Meir Ben Shabbat para dirigir las negociaciones sobre Irán. Ben Shabbat es consejero para la Seguridad Nacional y se coló por delante de otros candidatos que reunían mejores perfiles para el puesto. Ben Shabbat habla un inglés precario y necesita un traductor para conversaciones especializadas, pero su gran ventaja es que es un incondicional que acatará sin rechistar todas las instrucciones de Netanyahu.

Altos cargos del entorno de Netanyahu llevan diciendo desde el periodo del mandato de Trump que Israel podría atacar a Irán. Naturalmente, esto significa que Israel haría todo lo posible para arrastrar a Estados Unidos a un conflicto militar, algo que la nueva administración ni siquiera quiere considerar.

En sus declaraciones a la radio militar, Erdan fue claro: "Es probable que imponiendo sanciones obstructivas, manteniendo las sanciones actuales e incluso imponiendo otras nuevas, y además anunciando una advertencia militar creíble, que es lo que teme Irán, es lo que podría llevar a Irán a unas negociaciones reales con los países occidentales (…)".

Pero las duras sanciones impuestas por Trump no han doblegado a Teherán. Ciertamente, quien acaba pagando los castigos impuestos por Estados Unidos por orden de Netanyahu son los iraníes corrientes. En cualquier caso, no existe ninguna garantía de que incluso recrudeciéndolas las sanciones vayan a acabar con el régimen.

Para cualquier observador es evidente que Netanyahu no tiene la menor intención de que haya un diálogo fructífero, y menos aún que ese diálogo se inicie a falta de unas semanas de las elecciones en Israel, lo que probablemente los estadounidenses deberán considerar antes de dar un paso que podría traer aparejados serios problemas para Biden.

Mientras tanto Washington y Teherán están jugando al gato y el ratón. Los americanos exigen que los iraníes vuelvan a cumplir todos los requisitos exigidos por el acuerdo nuclear como condición para retomar el diálogo, y los iraníes exigen que primero los Estados Unidos levanten las sanciones impuestas cuando Trump abandonó el acuerdo en 2018.

Estos planteamientos que en principio parecen antagónicos podrían superarse con un poco de buena voluntad por las dos partes, lo que sería una pesadilla para Israel pero satisfaría a los firmantes del acuerdo de 2015, incluida Europa, Rusia y China.

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