Barack Obama ha conseguido que la OTAN asuma el mando de las operaciones en Libia una semana después del inicio de los bombardeos. Incómodo en su papel de guerrero reticente, criticado por los congresistas, impopular en los sondeos, Obama buscaba una estrategia de salida para evitar convertir la iniciativa contra Gadafi en una crisis política en Estados Unidos.
El ministro turco de Exteriores, Ahmet Davutoglu, fue el primero en confirmar que se había acordado el traspaso. 'Se ha llegado en principio a un compromiso' entre EEUU, Francia y Gran Bretaña. 'La OTAN asumirá toda la operación', dijo Davutoglu.
Un portavoz del Pentágono, más prudente, declaró que están 'trabajando muy duro para ceder el control durante el fin de semana'. El portavoz reconoció que seguían ultimando los detalles 'es un proceso muy complicado' y anticipó que el repliegue estadounidense será gradual y que la OTAN todavía está negociando la logística.
Presionado por la comunidad internacional y por una opinión pública desfavorable, Washington ansía abandonar el liderazgo militar de la operación. En la segunda fase del ataque, EEUU quiere tener un papel secundario, pese a su superioridad militar en la zona.
Rusia, que se abstuvo en la votación de la resolución de la ONU, advirtió ayer de que deben evitarse a toda costa las muertes de civiles a consecuencia de los bombardeos. Así se lo comunicó el presidente ruso Dimitri Medvédev en una llamada a Obama.
Washington estima que la intervención militar costará mil millones de dólares
Al volver de su breve gira por Latinoamérica, el presidente recibió una carta del líder de la oposición en la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, pidiéndole explicaciones sobre la intervención en Libia. 'Es de lamentar que no se buscara una oportunidad para consultar a los líderes del Congreso, como ha sido costumbre con sus predecesores, antes de tomar la decisión de desplegar a hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas', se quejó Boehner, quien pidió detalles sobre el anunciado traspaso del mando y conocer la estrategia de la Casa Blanca en caso de que la operación no consiga derrocar a Gadafi.
Boehner no mencionó que Obama, un día después de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara la resolución 1973, el pasado día 17, se reunió en la Casa Blanca con los principales responsables del Congreso, que está de vacaciones de primavera y retomará su calendario de sesiones la semana que viene.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, la voz más firme dentro del Gobierno a favor de imponer una zona de restricción aérea, podría comparecer ante la Comisión de Exteriores de la Cámara de Representantes para calmar los ánimos.
Una semana después del inicio de los ataques, crece el malestar en Washington por lo que muchos consideran una guerra contra Libia. Otros subrayan el doble rasero de la Casa Blanca, que ha preferido mantener un perfil bajo ante los acontecimientos que también afectan Bahrein y Yemen. 'No veo realmente una doctrina Obama' en Oriente Próximo, comenta el analista del Council on Foreign Relations, Max Boot.
Los republicanos se quejan de que no se les haya consultado antes de atacar
'Ni demasiado unilateral ni demasiado estadounidense. La operación contra Gadafi se parece al temperamento moderado de su arquitecto, Barack Obama. Pero ¿funciona con las duras realidades de la política internacional?', se pregunta en las páginas de la revista Time el comentarista político Fareed Zakaria. 'De momento, la política de Obama no gusta a casi nadie. Para los que pidieron una acción militar desde el principio, Obama les parece demasiado cauto. Para los que se preocupan por otra operación, sin meta definida, en el mundo árabe, Obama ha pasado de contenerse a arriesgarse demasiado', añade Zakaria.
Y luego está el tema del coste, aún más delicado puesto que el Gobierno y el Congreso, que no consiguieron ponerse de acuerdo sobre un presupuesto general el año pasado, van aprobando gastos más o menos cada mes. La cifra que circula en Washington es que la operación libia podría costar mil millones de dólares. Sólo el F-15 que se estrelló esta semana valía 30 millones.
Pero no sólo son los políticos y los expertos. La opinión pública tampoco tiene las ideas muy claras. Según un sondeo Reuters/Ipsos difundido ayer, un 60% de los estadounidenses apoya la acción militar en Libia y el 79% estima que los aliados deberían tratar de derrocar a Gadafi. Pese al entusiasmo bélico, la imagen del presidente no sale muy bien parada. Entre los consultados, un 48% describió el liderazgo militar de Barack Obama como 'cauteloso y consultivo', un 36% 'indeciso y vacilante' y un 17% 'sólido y decidido', las tres opciones que ofrecía la pregunta del sondeo.
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