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Occupy Wall Street mira hacia el futuro

Los indignados de EEUU buscan una nueva estrategia para influir en la política del país

ISABEL PIQUER

Después del violento desalojo del parque Zuccotti el pasado martes, después del 'Día de acción' que congregó a miles de indignados en las calles de Manhattan y otras ciudades de Estados Unidos, Occupy Wall Street (OWS) debe pensar ahora en el futuro y cómo mantener viva la llama de una protesta que ha conseguido canalizar el malestar de millones de personas.

'La verdad es que [el alcalde de Nueva York] Michael Bloomberg casi nos hizo un favor. Llegó un momento en que mantener nuestra presencia en el parque Zuccotti se convirtió en algo más importante que los temas que defendíamos. Pero no podíamos marcharnos porque parecía que nos rendíamos. La decisión del alcalde nos ha proporcionado una salida gloriosa', decía Michael Fix, uno de los indignados que participa de las decisiones de OWS, la mañana siguiente al desalojo. 'Ahora debemos encontrar otra forma de continuar la lucha de manera mucho más global y efectiva, y de eso estamos hablando'.

«La verdad es que el alcalde casi nos hizo un favor al echarnos del parque Zuccotti»

Este es un momento muy delicado para el movimiento. Ha sabido hablar de injusticia social, acuñar frases como 'el 99%' y todavía sigue beneficiándose de la atención de los medios. Si OWS sigue organizando manifestaciones como la del jueves, que consiguió reunir a miles de manifestantes pero tuvo un impacto limitado en términos de cobertura y de mensaje, puede caer en la irrelevancia o convertirse en un movimiento marginal. Si, por el contrario, consigue ampliar su mensaje, a través de los medios sociales (sobre todo Twitter), y proponer medidas concretas (como hizo hace unas semanas al pedir a sus simpatizantes que cerraran sus cuentas en los grandes bancos y las trasladaran a entidades más pequeñas), tiene serias posibilidades de convertirse en un actor relevante en el debate electoral que se avecina en Estados Unidos.

OWS 'ya es un éxito, porque ha creado un debate sobre las desigualdades económicas' en EEUU, dice Michael Kazin, especialista en movimientos sociales de la Universidad de Georgetown y director de la revista progresista Dissent. 'Ha obligado a los políticos de ambos partidos y otras figuras públicas a tomar en serio estas cuestiones, algo que no hacían antes'. Incluido el propio presidente Barack Obama y personajes tan poco afines a las reivindicaciones de OWS como el jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que ha declarado entender la 'frustración' expresada por Occupy Wall Street.

«OWS ha obligado a los políticos a tomar en serio cuestiones, como la desigualdad, que antes obviaban»

La Alcaldía de Nueva York ha ayudado a los indignados a dar un 'final dramático' al campamento del parque, añade Maurice Isserman, historiador del Hamilton College de Clinton (Nueva York). Las noticias sobre OWS estaban centrándose cada vez más en los problemas que generaba la presencia en Zuccotti, incluida la presencia de vagabundos (atraídos por la comida gratis) o el presunto uso de drogas. Ya no era 'sobre si representaban el 99%, sino sobre la patología urbana', dice Isserman, 'y, de pronto, de un golpe [con el desalojo], el problema desapareció'.

Vuelta a la pregunta del millón. '¿Qué haces cuando has conseguido captar la atención de la gente?', se pregunta William Galston de la Brookings Institution. El éxito de los movimientos populares es concretar sus propuestas, subraya Galston, como hizo, por ejemplo, el Tea Party al centrar sus críticas contra Obama en su plan de sanidad pública.

Claro que aplicar una nueva estrategia a un movimiento que se enorgullece de no tener líderes no va a ser muy fácil. Algunos han apostado por trasladar las protestas a los campus de las universidades. Natalia Abrams, una de las fundadoras de OccupyColleges, subraya que ha habido manifestaciones y en algunos casos campamentos en Harvard, la Universidad de Illinois y Berkeley. Pero el riesgo es reducir un movimiento global a una protesta estudiantil.

David Meyer, autor de The Politics of Protest: Social Movements in America, pronostica que OWS va a transformarse en numerosos movimientos, muchos de ellos a nivel local. 'Lo que suele pasar es que distintos grupos van en direcciones diferentes', aún manteniendo un tronco ideológico parecido.

Parece poco probable que OWS vaya a seguir el camino del Tea Party, a la que tanto se le ha comparado, y fagocitar el ala progresista del partido demócrata. Ninguna de las dos partes ha demostrado una simpatía mutua.

Pero sí podría dar algo de energía al mensaje demócrata, diluido en las concesiones de Obama. OWS 'puede dar vida a ideas y valores progresistas y animar a los demócratas a ser más agresivos en algunos temas', explica Steve Rosenthal, un estratega del partido. 'No creo que se transforme en una organización clara de cara a las elecciones de 2012, pero ayudará a definir el debate'.

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