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Orgullo Gay Así se celebra el Orgullo Gay a la mexicana

El colectivo del tercer género, las muxes de Oaxaca o los vaqueros que vinieron de diferentes regiones de la república dieron el toque 'glocal' a la celebración LGTBI en la Ciudad de México.

Celebración del Orgullo Gay en Ciudad de México. / ANNA PORTELLA

Si hay algo que hace única la marcha del Orgullo Gay en México son las muxes. “Muxe es entremedio de hombre y mujer; somos el tercer género”, explica Yoselin Vázquez, una muxe, mientras desfila montada en la carroza de su colectivo durante la cuadragésimo primera marcha LGBTTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Intersexual) de la Ciudad de México.

Convocada a mediodía y con un retraso de 40 minutos, este sábado se celebró en la capital mexicana el cuadragésimo primero desfile del Orgullo Gay bajo el lema Orgullo 41: Ser es resistir, una de las celebraciones más globales del momento. El punto de partida fue el Monumento a la Independencia, en el conocido Paseo de la Reforma. A unos metros se encontraba el contingente de las muxes, recién llegadas de Oaxaca.

Las muxes

En palabras llanas: una muxe es una mujer trans pero con particularidades. Son originarias de un grupo indígena de habla zapoteca que reside en la región de Juchitán de Zaragoza, en el estado sureño de Oaxaca. Los hombres que se reconocen como muxes pueden desempeñar roles y tener preferencias sexuales tanto por hombres como por mujeres. Se les identifica por su indumentaria folklórica, porque generalmente son estilistas, bordan los trajes regionales de las mujeres, realizan los adornos florales y los peinados istmeños.

Todas estas manifestaciones las pudieron observar los más de 70.000 asistentes a la “pride” mexicana de este sábado, mientras su carro se deslizaban a lo largo del recorrido al grito de “¡viva el Istmo de Tehuantepec (su región)!” o “¡viva las muxes!”; al ritmo de la versión muxeña del “Bésame mucho” — “Bésame muxe” —, y regalando generosas dosis de mezcal, la bebida espirituosa de agave que ahora está de moda, a quiénes se acercaban a su camioneta.

En Juchitán hay madres que consideran una bendición tener un hijo muxe, porque desempeñan labores del hogar y son las que se quedan al cuidado de los padres. Pero este colectivo no se ha librado de la lucha por la aceptación que ha sufrido cualquiera de las comunidades que representa cada una de las iniciales del LGBTTTI.

Celebración del Orgullo Gay en Ciudad de México. / ANNA PORTELLA

Celebración del Orgullo Gay en Ciudad de México. / ANNA PORTELLA

“Mi papá me odiaba, me maltrataba”, confiesa Estrella, otra muxe. “En el rancho de mi abuelito, me obligaba a cargar leña en el hombro, para corregirme. Como no tenía fuerza, cuando él no me veía, me cargaba la leña encima de la cabeza”, explica. En Oaxaca es común la imagen de mujeres sosteniendo bultos en la cabeza o en la cadera, donde tienen más fuerza.

A pesar de haber asistido a marchas anteriores, este año el colectivo zapoteca denunciaba el asesinato del activista muxe- LGBT Óscar Cazorla. Lo encontraron en su casa de Juchitán de Zaragoza acuchillado. La Fiscalía investiga si se trata de un crimen de odio.

La Ciudad de México es un oasis en la república mexicana por su grado de aceptación y tolerancia a la diversidad. Aquí, el matrimonio igualitario y la adopción en parejas homoparentales es legal desde 2009, y el cambio de identidad desde 2014. Pero en el país, aún hay libertad por conquistar. Según la organización civil sin fines de lucro Letra S, durante 2012 y 2018 se asesinaron un mínimo de 6.5 personas no heterosexuales cada mes en todo el país. El principal colectivo afectado, con un 55%, fue el de las mujeres trans.

Los vaqueros

Unos contingentes atrás de las muxes estaba el camión de los vaqueros. Este colectivo rompe con la idea que se puede realizar actividades tradicionalmente asociadas a hombres machistas “varoniles”, como ellos dicen, y ser gay. “Cuando fui precandidato a la alcaldía de Tijuana, la prensa siempre me preguntaba cómo me sentía al ser el primer aspirante homosexual; no se fijaban en la persona”, explicaba Fidel Santiesteban, que se desplazó desde el estado fronterizo de Baja California, donde reside, para desfilar por la capital del país con su grupo Vaqueros de Arizona. Para él, fue fácil tener un hijo por inseminación artificial con su esposo; bastó con cruzar la frontera a Estados Unidos.

Los turistas americanos y las familias

Los contingentes avanzaron lentamente a lo largo de los casi 4 kilómetros de recorrido hasta llegar al Zócalo, como aquí se conoce a la Plaza de la Constitución. Un grupo de siete chicos en calzoncillos y camiseta escotada y sin mangas se embadurnaban de crema solar; otros aprovecharon para comprar tacos de canasta a vendedores ambulantes y llenar el estómago. Había tiendecitas Circle K — un estilo de 7 Eleven — que tenían que organizar las entradas de clientes por tandas, mientras una fila esperaba en la calle. Pero en general, los ocho carriles del paseo permitieron a los asistentes desplazarse con ligera amplitud.

En el Zócalo, tres escenarios esperaban a los asistentes, que llenaron de color la ciudad, para disfrutar de música en directo hasta la noche. Un grupo de tres turistas americanos, de El Paso, se sorprendían al ver que México podía llegar a ser tan tolerante. “Hay muchas familias, muchos niños; en Estados Unidos esto no se ve”, comentaba una de ellas, luciendo una corona de flores con los colores del arco iris, uno de los atuendos más vistos en esta edición del Orgullo.

La presencia de menores es uno de los indicativos de cómo ha ido evolucionando la marcha en la Ciudad de México. Participantes que llevan varias ediciones ondeando la bandera multicolor en las calles de México explican que hace unos años, solo los integrantes de la comunidad LGBTTTI asistían. Hoy, cualquiera que acepta la diversidad se asoma.

“Me preguntan que por qué están disfrazados; yo les digo que es una forma de celebración”, comentaba David Camiro, que acudió a la marcha con sus tres hijos. Este papá de 36 años quiere que desde niños, sus hijos entiendan la diversidad — la sexual y la de pensamiento —, porque, como explica, buenos amigos suyos lo pasaron mal para “salir del closet”, como se dice en México.

La terminología gay mexicana

Joto, maricón, puñetas, mayate o putito son algunos de los nombres con los que los miembros de la comunidad gay se llaman entre ellos cariñosamente. En Ciudad de México, si un heterosexual se dirige a ellos en estos términos, se considera una ofensa, mientras que en el estado de Sinaloa sucede al revés, otra particularidad de la comunidad LGBTTTI mexicana.

A pesar de las regionalidades, la fiesta del Orgullo Gay de la Ciudad de México también tiene dimensión internacional. Prueba de ello fue la presencia de embajadores, de un contingente de la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno de México o de asociaciones como ACNUR. El representante de ésta última en México, Mark Manly, denunció que la homofobia es, en parte, responsable de que centroamericanos emigren a México en búsqueda de asilo.

Asistentes también destacaron la casi ubicua presencia de marcas en el evento. Grandes tecnológicas, cadenas de hoteles americanas o cerveceras tenían su propia representación en la marcha. Destacó el autobús de Netflix, por el que desfilaron algunas de las caras que aparecen en series, como Manolo Caro o Juan Pablo Medina de La casa de las flores.

La marcha del Orgullo Gay es hija — o hijo — de la cultura global, pero aunque se celebre por todo el mundo, con las mismas banderas y los mismos lemas, entre ciudad y ciudad, hay diversidad.

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