Este artículo se publicó hace 2 años.
Paz, crisis alimentaria o pata social: los ausentes en el discurso de Von der Leyen
La presidenta de la Comisión Europea continúa siendo tibia con la defensa del Estado de Derecho. La mano dura con Rusia centra su intervención sobre el estado de la Unión más expectante.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
El discurso sobre el estado de la Unión es uno de los eventos más esperados en la burbuja de Bruselas. Y este año lo era especialmente: por primera vez en su historia se desarrollaba con una guerra abierta en suelo europeo de fondo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, deja una intervención por momentos pasional, por momentos carente de ritmo, que según todo lo estipulado ha tenido en su epicentro la mano dura con Rusia: "Hay mucho en juego, no solo para Ucrania, sino para toda Europa y el mundo. No es solo Rusia contra Ucrania, también es una guerra a la energía, la economía, a nuestros valores y nuestro futuro".
La alemana ha asegurado que las sanciones contra Vladimir Putin han aterrizado para quedarse. En un momento de adrenalina marcado por los buenos resultados de la contraofensiva ucraniana sobre el terreno, Von der Leyen ha confirmado la tendencia palpable en las capitales europeas: nadie anticipa un final temprano de la guerra. En su hora de intervención ante el Pleno de Estrasburgo no ha existido ninguna mención a las negociaciones para alcanzar un acuerdo de paz o alto al fuego en Ucrania.
Las luces...
La pata energética era la más esperada. Tal y como se esperaba, la inquilina del Berlaymont ha anunciado una intervención del mercado eléctrico impensable en un contexto no marcado por la guerra. Bruselas se inclina por tasar el 33% los beneficios extraordinarios de las compañías eléctricas, imponer un ahorro obligatorio del 5% de consumo en las horas punta y prepara una reforma profunda del mercado para desligar el gas del precio final de la electricidad. Esta última medida se espera para el próximo año.
También ha habido mensajes velados para Hungría, el enfant terrible de la política europea que secuestra sanciones, vocifera contra Bruselas y reprime las libertades fundamentales en casa. "No vamos a permitir que ningún caballo de Troya ataque nuestras democracias desde dentro", ha asegurado la exministra de Defensa con Angela Merkel, que ha asegurado que protegerá el Estado de Derecho a través del mecanismo de condicionalidad de los fondos europeos. De hecho, se espera que a finales de esta semana la Comisión Europea inicie el proceso para sancionar a Budapest privándole del dinero comunitario.
En paralelo, ha propuesto incluir los delitos de corrupción a la ley de derechos humanos Magnistsky. En la arena económica ha anunciado nuevas medidas de flexibilidad fiscal para rescatar a empresas en apuros. La conservadora alemana ha asegurado que "la estabilidad y el crecimiento solo pueden ir de la mano", una idea que contrasta con la ortodoxia germana de la crisis financiera de 2008.
...y las sombras
"Hemos escuchado buenas palabras por parte de Von der Leyen, pero la dimensión social ha estado ausente en este discurso. Necesitamos un paquete de resiliencia para combatir la pobreza y la inflación. Así es como se demuestra el verdadero compromiso de una Europa Social", ha asegurado Iratxe García Pérez, líder de los Socialdemócratas en la Eurocámara.
Von der Leyen aterrizó en el puesto más cotizado de la UE haciendo equilibrismos para seducir a una mayoría de los eurodiputados. Los socialdemócratas avalaron su candidatura a cambio de concesiones en el pilar social. Este mismo miércoles, la cámara ha aprobado la directiva de un salario mínimo justo. Sin embargo, tanto la formación de la rosa como la Izquierda Unitaria han afeado la poca presencia en las prioridades de este año sobre el pilar social. Si bien cuestiones como la igualdad de género marcaron la intervención del año pasado, este 2022 no ha contado con ninguna referencia en este ámbito.
La francesa Manon Aubry, de Francia Insumisa, le ha reprochado que las medidas que plantean no son suficientes ante un invierno muy frío, incierto y con consecuencias desiguales. Tras enseñarle una factura del gas de 2.300 euros, Von der Leyen le ha instado a enviar ese recibo a Moscú, el "creador" de la situación actual.
También vago ha sido el mensaje a los Balcanes Occidentales, que suman años —y algunas décadas— tocando a la puerta del bloque. "Sois parte de nuestra familia, sois el futuro de nuestra Unión y nuestra Unión no está completa sin vosotros", ha asegurado. Pero nadie espera una incorporación de ningún país, tampoco de Ucrania, en el corto plazo.
En medio de una de las peores crisis alimentarias, agudizadas por los efectos de la crisis climática y por las consecuencias colaterales de la guerra, Von der Leyen no ha pasado ni de puntillas por el temporal humanitario que se cierne en África. Algo que, además, podría tener consecuencias directas en términos, por ejemplo, migratorios para el proyecto europeo. Sobre la puesta en marcha de una política de asilo común, la gran asignatura pendiente de la UE en la última década, la alemana se ha puesto de perfil invocando que el caso ucraniano "no sea" la excepción, pero sin ningún alegato concreto para desbloquear este impasse que divide enormemente a las capitales europeas. Y que no tiene visos de mejora con la más que plausible llegada de la extrema derecha al Gobierno de Italia en nueve días.
Y los grises
Una de las medidas anunciadas que más atención ha aunado es la de puesta en marcha de una convención europea y reformar los tratados con el fin de reconfigurar la toma de decisiones en Bruselas, algo que el Parlamento Europeo lleva demandando desde hace tiempo. Sin embargo, como en el grueso de los discursos de este tipo, que enlazan temas, medidas y ambiciones a un ritmo frenético, todos esos eslóganes llevan como compañeros la falta de concreción.
También claroscura es su respuesta para defender la mayor amenaza interna que enfrenta el bloque comunitario: la deriva autoritaria de regímenes como Hungría y Polonia. El discurso ha sido más aplaudido que criticado con guiños a todas las familias. Demasiado de izquierdas para unos; carente de medidas progresistas y a largo plazo para otros.
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