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La prensa inglesa llama a Juan Carlos I "deshonra" en el día del solemne funeral de Isabel II
Los Borbones aportan a la coreografía fúnebre británica la foto del rey Felipe y la reina Letizia junto al emérito, una imagen que no se ha visto en España en más de dos años. La próxima cita del emérito en Londres podría ser en los juzgados.
Londres-Actualizado a
Desde las ocho de la mañana que abrieron las puertas de la abadía de Westminster hasta las cinco de la tarde, cuando el féretro con los restos de Isabel II fue trasladado al panteón en la capilla de San Jorge en Windsor, la coreografía del funeral de Estado se ejecutó al minuto con la pompa y el boato nunca visto antes: heraldos de todo tipo, uniformes de todos los colores, dos misas televisadas (una tercera privada), himnos que cantaban a Dios y a la vida eterna, insignias y medallas de infinitos significados por doquier, trompetas y tambores, desfiles y procesiones. Con la participación de todo tipo de personas (anónimas y conocidas), representantes de más de cien países, desde monarcas déspotas y dictadores hasta los reyes europeos, sin poder político, pero con presencia e influencia. Así se ha celebrado el entierro de la reina más longeva de Reino Unido.
El 25% de los británicos, de convicciones republicanas, han dejado de existir en los últimos once días
A pesar del perdón, el cielo, el amor entre los humanos, la gloria y la verdad que predicaban las lecturas religiosas, los medios británicos no han sido compasivos con los Borbones españoles invitados al evento. La BBC ha calificado a Juan Carlos I de "rey en el exilio" mientras que Daily Mail lo tilda de "disgraced" (deshonra o vergüenza) y la mayoría recuerdan que tiene un asunto pendiente con la Justicia inglesa por la demanda presentada por la examante Corinna Larsen por acoso, difamación y vigilancia ilegal. Otro de los invitados polémicos ha sido el príncipe heredero de Arabia Saudí, quien al final no ha aparecido, acusado por el FBI de hacer desaparecer al periodista Jamal Khashoggi, crítico con la familia real saudí, acusación que el príncipe heredero niega.
De los tres ex jefes de Estado y exmonarcas europeos invitados, Alberto I de Bélgica no acudió, Beatriz de Holanda con su hijo y nuera asistieron a las dos misas, y los dos matrimonios españoles hicieron piña en la abadía de Westminster y quedaron reducidos a Felipe y Sofía en la misa de Windsor. La media docena de monarquías europeas que perviven estuvieron presentes, así como las que han perdido el trono y los privilegios que conlleva la corona, desde Grecia a Alemania.
El 25% de los británicos, de convicciones republicanas, han dejado de existir en los últimos once días ante la insistencia de los medios de comunicación nacionales e internacionales que han repetido hasta la saciedad rotundas afirmaciones sobre un pueblo volcado en su reina. ¿Y ahora qué? Un otoño duro para el 33,8% de británicos que, según cifras oficiales, tienen pensión mínima del Estado o reciben alguna prestación social. Un porcentaje alto de pobreza para un país de semejantes fastos y proyección internacional.
Del mayor imperio al mayor museo
El reinado de Isabel II durante siete décadas marca la transición del mayor imperio al mayor museo del mundo, tal como describen al Reino Unido actual algunos de los funcionarios del Foreign Office (Ministerio de Exteriores) off the record. El funeral por la reina ha representado ambas cosas, el mayor imperio (perdido) y el mayor museo, puesto que a blasones y símbolos nadie les gana en la vida terrenal. Por algo la monarquía lleva mil años de continuidad, a excepción de una década en el siglo XVII.
El analista político Will Hutton explica a Público que "la reina ha hecho a Gran Bretaña más grande de lo que realmente es". Según Hutton, la familia real británica ha dejado de representar la grandeza del país. "Isabel II ha disfrazado nuestra decadencia política", apunta el politólogo refiriéndose no únicamente a la pérdida del imperio, sino también al Brexit.
Will Hutton: "Isabel II ha disfrazado nuestra decadencia política"
La misa en Windsor (la segunda televisada) acabó con la canción patriótica God Save The King. Sin embargo, antes el heraldo real había reiterado el derecho hereditario y el derecho a reinar de Carlos III "por la gracia de Dios", una afirmación que ya se produjo el pasado 9 de septiembre, día de la proclamación del nuevo rey en el palacio de Saint James (una de las, al menos, ocho residencias de las que dispone la familia). Una paradoja en pleno siglo XXI en lo que se conoce como democracias occidentales y, presuntamente, transparentes e igualitarias. Una serie de valores (igualdad y fraternidad) que contrastan con las prédicas oídas en el día del funeral de Isabel II de Reino Unido (reinar por la gracia de Dios).
Los españoles, y los europeos en general, ya se plantearon en los siglos XVIII-XIX si de verdad se creían el origen divino de reyes y reinas. Si los monarcas y soberanos no venían de Dios, ¿de dónde procedían? ¿De la tradición, del pueblo? ¿Y si solo los reyes y reinas venían de Dios, el resto de dónde salía? Cada país optó por unos cambios, o revoluciones, distintas. En España hasta los carlistas defendieron la tradición en lugar de Dios.
Por lo que se ha visto estos días en Londres y Windsor, el mayor museo del mundo continúa con el debate abierto. En manos de 67.4 millones de ciudadanos está su futuro con la monarquía y con Dios. Unos 400.000 ciudadanos han hecho colas de horas y horas para ver un ataúd sobre un catafalco. La capilla ardiente de la reina ha generado auténtico fervor monárquico, así como la coreografía promovida por las tres generaciones siguientes, con derecho sucesorio de origen divino.
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