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Reino Unido Boris Johnson telegobierna con una agenda a reventar y solivianta a los escoceses

El 'premier', confinado tras reunirse con un diputado con la covid-19 mientras aumentan los infectados y muertos, el brexit se acerca a su límite y las guerras entre asesores dejan un vacío a su alrededor. Tilda la autonomía escocesa de "desastre".

Boris Johnson en una imagen de archivo.
Boris Johnson en una imagen de archivo. EFE

Conxa Rodríguez

Boris Johnson ha acudido de nuevo a su cuenta de Twitter para decir que está bien de salud y que trabaja, o mejor dicho teletrabaja, en el plan de contingencia contra la covid-19. Pero sus robustas palabras no acaban de convencer a nadie porque ni en sus mejores momentos lidiaba con una agenda política a reventar como la que tiene estos días. Johnson, confinado por haber estado en contacto con un infectado, ya sufrió el coronavirus el pasado mes de abril por lo que fue ingresado en la UCI de un hospital durante varios días.

En su cuenta de Twitter escribe lo siguiente: "Me han ordenado que me aísle durante dos semanas; estoy bien, no tengo síntomas y continuaré encabezando nuestra respuesta al virus y nuestros planes para el futuro". En un vídeo dice "estoy rebosante de anticuerpos". El lenguaje agitador con el que acostumbra a comunicarse tiende más a alarmar que a calmar al público aunque su dialéctica ya se ha convertido en parte del personaje que encarna ahora al primer ministro británico. "Boris es Boris…", balbucean sus ministros y subalternos.

El ministro de Economía, Rishi Sunak, es uno de los que tiene acceso preferente a la pantalla de Boris Johnson para elaborar el plan de contingencia económico que hace frente a la pandemia, según cuenta el premier en sus mensajes por las redes. El lunes canceló su participación, prevista con el ministro de Sanidad, para dar cuenta de las cifras, a la alza, de infectados y muertos (52.147) en Reino Unido hasta la fecha. De momento, ha anunciado que el miércoles se someterá desde el 10 Downing Street a las preguntas de los diputados en el Parlamento. La gestión de la pandemia ha puesto las espadas de los diputados Tories en alto contra su primer ministro. Muchos elogios de los diputados conservadores al moderado y circunspecto Rishi Sunak provocan sospecha.

La crisis que está generando la covid-19 coincide en Reino Unido con el brexit y las negociaciones para un acuerdo de comercio con la Unión Europea que están rozando el límite puesto que el periodo de transición acaba el 31 de diciembre y ambas partes necesitan tiempo para ratificar el pacto. El jefe negociador británico, Lord Frost, se ha trasladado esta semana a Bruselas donde da una de cal y una de arena para tener a todos contentos. En Bruselas dijo a los medios a la salida de la reunión con el jefe negociador europeo, Michel Barnier, que "estamos trabajando duro para conseguir el acuerdo, pero todavía falta mucho". El periódico The Sun recogía, en cambio, que Frost ha comunicado al primer ministro que en una semana, "el martes próximo", puede haber acuerdo.

"Es posible una zona de aterrizaje común entre Gran Bretaña y la Unión Europea en los próximos siete días", apunta primero The Sun y recogen después todas las cabeceras de la prensa. Publicaciones como The Sun, Daily Mail, The Times o The Telegraph -para el último trabajaba Johnson-, que han apoyado al Partido Conservador y a la ala brexitera que lidera Johnson desde el referéndum de 2016 hasta hoy, han empezado a ponerse en su contra y a criticar las gracias y desgracias del primer ministro y su grotesco estilo de gobernar.

"Tengo confianza en que Reino Unido prosperará fuera de la Unión Europea", ha repetido de nuevo el premier en las redes en unas afirmaciones que suenan a disco rayado. Sus dos mejores aliados en el equipo brexitero (el asesor Dominic Cummings y el director de comunicaciones Lee Cain) dejaron sus puestos con estruendosos portazos el pasado fin de semana. Primero dimitió Lee Cain y se anunció la salida de Cummings, que se precipitó al día siguiente cuando Cummings o Rasputín salía de Downing Street con una caja y la mochila a la espalda caminando despacio dejándose fotografiar tras el anuncio del cese "inminente".

La dimisión de Lee Cain y el cese de Rasputín dejan al zar Johnson casi solo

Las explosivas salidas de dos brexiteros, que han sido cruciales para el equipo que ha llevado a Johnson al liderazgo del partido y después a la presidencia del Gobierno, han generado un montón de rumores sobre qué ocurrió en las guerras internas de los cercanos al premier. Las especulaciones incluyen a la compañera de Boris, Carrie Symonds, ex directora de comunicación del Partido Conservador, a quien, según algunos medios, los cesados llamaban Princess Nut Nut (princesa loca loca). El viernes pasado, según iNews y hasta Daily Mail, Boris vio con sus propios ojos varios mensajes entre Cummings y Cain con referencias no elogiosas a Princess Nut Nut. Esa podría ser la gota que colmó el vaso y el cese fulminante de los dos cercanos colaboradores, llamados mad mullahs (desquiciados mulas) por sus opositores dentro del equipo de Johnson.

La dimisión de Lee Cain y el cese de Rasputín dejan al zar Johnson casi solo en su residencia de invierno (y verano) de la que no puede salir durante 14 días. Aunque su agenda de trabajo o teletrabajo está a reventar, Johnson, además, ha soliviantado a los escoceses al dejar caer en una reunión que la autonomía escocesa "es un desastre; el mayor error de Tony Blair". Los comentarios han generado un agrio reguero de reacciones. Como si no tuviese suficiente con los problemas cruciales que le acosan, el repaso histórico a la descentralización de la década de los 90 y su lenguaje alborotan a seguidores y adversarios. Sus fieles se conforman con el "Boris es Boris…" al estilo del "brexit es brexit" que sentenció la ex primera ministra Theresa May. A cuatro años del referéndum el brexit está todavía por resolver.

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