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Rosaura Romero, esposa de David Beriain: "Hay gente que tiene que arriesgarse; si no, no conoceríamos lo que pasa en el mundo"

A unos días de haber sido entregado el premio póstumo Ortega y Gasset de Periodismo 2022 a David Beriain y su compañero Roberto Fraile, 'Público' habla con su pareja sentimental para recordar su figura.

David Beriain y Rosaura Romero, durante una grabación en Sonora, México
David Beriain y Rosaura Romero, durante una grabación en Sonora, México. CEDIDA

De un medio local en la zona más pobre de Argentina, donde le sembraron la semillita del periodismo de calle, a La Voz de Galicia, ADN y Cuatro, para finalmente desembarcar en su proyecto personal, la productora 93 metros.

Su capacidad de "ponerse en los zapatos del otro", de hablar con "la parte ilegal” que se oculta en cada historia, le llevó muy lejos, hasta que su nombre de David Beriain comenzó a sonar más tras su asesinato en Burkina Faso en abril de 2021 junto al también informador Roberto Fraile.

Su mujer, Rosaura Romero (Maracay, Venezuela, 1977), que recientemente ha recogido el premio póstumo Ortega y Gasset de Periodismo 2022, rememora en una conversación con Público cómo lograron lo que ella considera como "la mejor relación del mundo" y no puede evitar que su voz se quiebre de la emoción. Quien también fuera su compañera de trabajo, sigue llevando por bandera una gran lección de vida, el legado de David: "La importancia de escuchar, sin juzgar e intentando entender al otro".

¿Cómo era David Beriain?

David era una persona que igual tenía un físico que se veía así, como de carácter fuerte, en realidad era un hombre super sensible y especial. Tenía esa capacidad impresionante de ponerse en los zapatos del otro y eso le hacía ir y hablar con la gente. Tenía una conciencia impresionante de lo que significa ser leal, ser agradecido con la vida en general. Y, bueno, con un auto reconocimiento como periodista, con una manera de vivir el periodismo... Yo estudié Periodismo y gente que vive y respira por el periodismo conozco muy poca. Esa vocación era muy fuerte.

¿Influyó esto en esto su manera de hacer periodismo?

Desde que salió de la redacción, se lo montó por su cuenta, ya sea como autónomo o con la productora luego. Él asumió desde muy pronto las riendas de su propio destino. Si quieres hacer esa historia, tienes que buscar quien te la quiera financiar. Aunque no consiguieras alguien que la financiara por completo, siempre te buscas la vida de manera independiente. Para esa historia vas buscando un poco de aquí y otro poco de allá y la vas sacando adelante.

Su amigo Marc Marginedas comentó que el objetivo de David era "acceder a los otros". ¿Marcó eso su carrera?

A raíz de lo que pasó he tenido la oportunidad de hablar con un montón de colegas, con corresponsales de guerra, con gente a la que David admiraba y ahora que hablen tan bonito de él hace ilusión. Hablar con el otro, con la parte ilegal... Tampoco es una cosa que se practique habitualmente y David centró su carrera en eso. En sus trabajos siempre estaba la otra parte, siempre, siempre, siempre. Yo creo que eso marcó su carrera. Desde que se fue a Argentina, de prácticas y desde ahí se metió más al periodismo de sucesos, de investigación… Siempre le interesó más el punto de vista del que estaba del lado de la ilegalidad.

¿Qué significaba para él el periodismo?

Hay una campaña de Dewars donde lo define el mismo David. Dice básicamente: "Para mí el periodismo es una forma de ver el mundo, de estar en el mundo". Y es así. David vivía por y para el periodismo. Para él el periodismo eran las conversaciones. E igual que tenía conversaciones con quien entrevistaba, las tenía conmigo o con sus amigos. David te preguntaba todo. Una frase que me han repetido varias veces, que me da risa, es "David es la persona con la que más he hablado en el mundo". Él era más de llamar que de chatear, de enviar mensajes. Necesitaba conversar.

Su familia, según contaba el mismo David, siempre entendió su pasión y hasta aceptaba el riesgo que suponía.

Es que, si conocías a David, entendías que él tenía que hacer eso, vivía para eso... Recién lo aceptamos eso, pues era una pasión, un periodismo en el que creemos aún a día de hoy. Porque hay gente que tiene que arriesgar porque si no, no conoceríamos lo que pasa en el mundo. Al final, si vivimos pensándolo y no vamos a esas zonas por lo que pueda pasar, pues no habría periodismo. Es triste que haya pasado algo así, evidentemente, pero seguirá habiendo periodistas dispuestos a ir y familias que lo entiendan.

Hasta que llegó el momento más temido. ¿Cómo os enterasteis de lo que había ocurrido?

David me había llamado por la mañana, cuando salían hacia la zona y, justo después, me había contactado la gente de Movistar porque habíamos estrenado con ellos y estaban súper contentos porque había ido súper bien el estreno. Entonces, yo estaba muy pendiente del teléfono, de que volviera a llamar David para contarle esa buena noticia. Y había una persona que era el contacto en todos los planes de crisis y ellos me avisaban a mí y ya yo avisaba a la gente del canal, de la empresa, a la familia… Y me avisaron de que habían tenido una emboscada y que estaban desaparecidos. Cuando me enteré, era por la tarde.

¿Qué sucedió entonces?

Ellos iban con GPS y les hacían seguimiento. Entonces, vieron cuando empieza el ataque y cuando ya se pierde la señal. Hubo un primer enfrentamiento y luego un segundo. Y, como estaban desaparecidos, piensas que lo que están es secuestrados. A mí me empezaron a preparar para recibir esa llamada del secuestro. Y al final ese día no sé cuántas llamadas tuve... Ahora mismo es todo como una niebla. Te empiezan a preparar, hay gente especializada en llevarlo y, como yo era el teléfono al que llamar, pues ese teléfono hay que bloquearlo, que no estés usándolo. Y ese día estuvimos preparándolo todo. Luego, parecía que había una información de que estaban localizados, pero luego se vio que no era una información fiable y, al día siguiente, ya aparecieron sus cuerpos.

¿En qué situación se encontraba David dentro del mundillo, iba de modo precario a las coberturas internacionales?

En el caso de David no era así, porque fíjate que él nunca fue a zonas de conflicto como freelance, él siempre viajó con un contrato. Y la época en la que fue autónomo viajaba por encargo. Él viajaba teniendo ya vendida la historia, no era un "voy, arriesgo, pruebo suerte y veo si la historia la vendo". Esta vez era con un documental que estábamos haciendo. Y Roberto estaba contratado por 93 metros. No hicimos nada a pulmón, siempre trabajábamos con todo previamente cerrado. Tuvimos el privilegio de siempre poder ir así y los equipos que mandábamos iban siempre con seguros, una situación económica de seguridad…

Es una ventaja poder trabajar así.

Hay mucha gente que va arriesgándose. Nosotros llevábamos gente que tuviera experiencia previa en zonas de conflicto, no íbamos nunca con alguien que estuviera de nuevecito. Y luego, siempre trabajamos con gente local, pero que sea parte del equipo, no es un fixer y ya, sino gente que se siente parte de la familia de 93 metros. Somos muy afortunados por, durante muchos años, poder hacer las cosas con el tiempo y los recursos necesarios.

A veces parece que, por muy bueno que sea el trabajo de un periodista internacional, hasta que no ocurre una tragedia, no se le reconoce. ¿Es esto una percepción o considera que es una realidad?

No sé qué decirte, la verdad, porque es cierto que cuando pasan estas cosas, los nombres salen en todos los periódicos y vienen todos los reconocimientos. A lo mejor si David no hubiera muerto de esta manera, los reconocimientos no los habría tenido, eso es una realidad. Entonces, hay que recibir las cosas con agradecimiento, pero sin que se nos suba nada a la cabeza. Porque, lamentablemente, este tipo de cosas promueven que se vea más el trabajo, que se valoren más ciertas cosas que, a lo mejor, en vida no se hubiesen visto, no estaría el nombre de un periodista tanto en un titular...

¿Cómo era su relación de pareja?

Bueno, qué quieres que te diga, nosotros teníamos la mejor relación del mundo. Nosotros nos conocimos en Venezuela y estuvimos a distancia un par de años. La comunicación era todo. Porque, cuando estás a distancia, la cercanía la consigues hablando y a David como le gustaba mucho hablar... Desarrollamos una confianza y una cercanía muy especial sin que hubiera cercanía física.

¿Fue eso determinante en su relación?

David y yo nos llevábamos muy bien. Era todo tan intenso... Yo también estudié Periodismo y creo que me convertí en mejor profesional desde que David entró en mi vida e hicimos cosas de las que nos sentimos súper orgullosos. Teníamos momentos muy complicados, de mucho estrés, pero también lo sabíamos llevar, porque teníamos como un espacio entre los picos de ansiedad. A mí me entraban primero y David me calmaba y, cuando yo ya estaba calmada, le entraban a él. David tenía una capacidad cuando explotaba el problema... Tenía una paz y un saber llevarlo, un aplomo impresionante. Eso te da tranquilidad. Yo estaba con una persona que te aportaba seguridad. Una persona que era mi pareja, pero que era mi mejor amigo.

¿Cómo se conocieron?

Fue en Venezuela, en una cena que organizaron para corresponsales de guerra. Y siempre decíamos que era tan fácil que uno de los dos no hubiese ido a esa cena y que no nos hubiéramos conocido. Fue como un capricho del destino. De alguna manera fue una suerte... Y luego una suerte que, de entre un montón de gente que habíamos, que nos hubiera dado por hablar, por llamar a Venezuela, que no era la época de los móviles inteligentes, costaba dinero llamar.

No era fácil entonces mantener una relación a distancia.

No... Entonces, qué quieres que te diga, esta historia de amor tan bonita con David... Y él era muy comunicativo y muy cariñoso, tuve la suerte de que siempre me lo decía delante de quien fuera, le daba igual. Y esto a mí, dentro de lo que es la vida que me ha tocado ahora, yo me agarro a eso. Tuve la suerte de tener este amor, esa persona especial y ambos fuimos conscientes de eso. Y, bueno, al menos lo viví. Hay gente que nunca conoce eso, no conoce ese tipo de relación. Y esa suerte también nos la curramos, fue una decisión de vida el apostar por una relación a distancia. Un regalo...

¿Qué legado, personal y profesional, cree que David ha dejado al mundo?

Gira en torno a la importancia de escuchar, que en realidad sirve para todo, de escuchar y no juzgar. Eso lo ha aprendido la gente que lo conociera y la que ha visto sus trabajos: esa importancia de escuchar, sin juzgar e intentando entender. En el sentido de "cómo sería yo en esa situación, porque si yo hubiera vivido lo que ellos han vivido, donde han vivido y en el sitio donde han nacido, no sería tan distinta a ellos".

Marca tanto el sitio donde hemos nacido...

Yo creo que eso es lo que todos los que hemos estado cerca de David hemos aprendido. Lo repetía millones de veces, era como un mantra para él y así nos lo inculcaba a todos. Y, al final, es algo que la gente que estudió Periodismo va a tenerlo en cuenta, o espero que lo haga, la importancia de hablar con todas las partes, que eso es de primero de Periodismo. Será una inspiración para estudiantes y para quienes hemos formado parte de su vida, el saber que cada uno tiene que hacer en su vida lo que quiere y le apasiona. Porque David era un luchador, con una energía impresionante. Y los que nos hemos quedado aquí intentamos seguir luchando para honrarle de esa manera.

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