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Rusia responde con una oleada de misiles a las llamadas a la paz formuladas en el G20

El nuevo ataque con misiles, el mayor desde que el pasado 10 de octubre Rusia lanzara su campaña de bombardeos para dañar las infraestructuras energéticas ucranianas, ha puesto de manifiesto que el fin del conflicto queda aún muy lejos.

15-11-22 Bomberos ucranianos existen el fuego ocasionado por un ataque ruso en Kiev.
Bomberos ucranianos extinguen el fuego ocasionado por un ataque ruso en Kiev. Roman Pilipey / EFE

La guerra de Ucrania ha ensombrecido la Cumbre del G20 en Indonesia y ha puesto de manifiesto que el fin del conflicto queda aún muy lejos. El nuevo ataque con misiles, el mayor desde que el pasado 10 de octubre Rusia lanzara su campaña de bombardeos para dañar las infraestructuras energéticas ucranianas, y el endurecimiento de los combates en el nordeste del país demuestran que ni rusos ni ucranianos están dispuestos a hacer cesiones en una eventual mesa de paz.

Este empecinamiento en la guerra contrasta con las peticiones de un alto el fuego que buena parte de la comunidad internacional, incluidos algunos de los aparentes amigos de Rusia, como China o India, prodigó en la Cumbre del G20.

También pidió el fin de la guerra el presidente ucraniano, quien, a pesar de que Ucrania no forma parte del G20 de países más poderosos del planeta, acaparó la atención con su llamamiento a un armisticio, eso sí, con la previa retirada rusa del territorio ucraniano y su obligada condena en tribunales de guerra internacionales por su agresión.

"Estoy convencido de que éste es el momento en el que la guerra destructiva de Rusia debe y puede ser parada", afirmó Zelenski por videoconferencia ante los participantes en la Cumbre. Entre los asistentes al parlamento del mediático líder ucraniano estaba el enviado del Kremlin a la reunión, el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov, quien permaneció impasible en su asiento, entre los representantes de México y Brasil.

El plan de diez puntos de Zelenski para poner fin a la guerra

Zelenski expuso un plan de diez puntos para acabar con la guerra. Así, reclamó el restablecimiento de la integridad territorial de Ucrania, garantías de seguridad nuclear y energética, el abastecimiento alimentario, el intercambio de prisioneros de guerra y la vuelta a Ucrania de los ucranianos deportados a Rusia durante la ocupación, y la creación de un tribunal que enjuicie a los criminales de guerra rusos.

Lavrov rechazó inmediatamente esa hoja de ruta y calificó el plan como "poco realista e inadecuado", pues significaría para Rusia abandonar la quinta parte de Ucrania que ahora ocupa y exponer a la condena en tribunales internacionales incluso a su presidente, Vladímir Putin. Los misiles sobre Kiev y otras ciudades pusieron el subrayado a la diplomacia rusa y echaron un nuevo jarro de agua fría sobre las pocas esperanzas que los asistentes pudieron albergar de un cambio de rumbo hacia un armisticio.

En un breve vídeo, Zelenski informó de que el Ejército ruso había lanzado 85 ataques con misiles sobre ciudades ucranianas, la mayor parte contra infraestructuras de energía. El Estado Mayor del Ejército ucraniano llegó a hablar de un centenar de misiles disparados. La noticia fue recibida con consternación en Bali, donde el acercamiento observado en vísperas de la Cumbre por Estados Unidos y China había augurado ciertas esperanzas de que la guerra de Ucrania pudiera encaminarse hacia un proceso de paz con una afabilidad semejante.

La Cumbre deja de lado la crisis económica

El G20 incluye en sus filas a algunas de las principales economías y potencias mundiales, como Estados Unidos, China, Rusia, Brasil, India o Alemania, y otros países que acumulan más del 80% del PIB mundial, además de un 60% de la población del planeta.

La Cumbre debería haberse centrado en los desafíos que afronta la economía mundial, sacudida por los efectos de la guerra en las subidas de los precios de los hidrocarburos y los problemas por desabastecimiento de alimentos. Pero la guerra de Ucrania, que pronto cumplirá nueve meses, ha ensombrecido esos debates y ha evidenciado el emponzoñamiento del conflicto.

Incluso un país como China, aliado de Rusia y que hasta ahora ha procurado evadir una condena de la invasión lanzada el 24 de febrero, ha criticado en el marco de la Cumbre y en boca de su presidente, Xi Jinping, la instrumentalización de los alimentos y la energía como armas geoestratégicas. Pero, con una de cal y otra de arena, el presidente Xi rechazó el uso de las sanciones económicas por parte de Occidente como elemento de presión sobre sus contrincantes. La misma China ha sido objeto de este tipo de sanciones por parte de Estados Unidos contra la adquisición por las empresas chinas de componentes tecnológicos originados en este país.

En todo caso, en Bali tocaba hablar de paz y así lo manifestó también Xi en su Cumbre paralela con el presidente francés, Emmanuel Macron, a quien le indicó que Pekín apostaba por un alto el fuego y por conversaciones entre Rusia y Ucrania.

Varios líderes occidentales, entre ellos el propio Macron y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, pidieron en el curso de sus conversaciones con Xi Jinping que el jefe de Estado chino interceda ante Rusia para poner fin al conflicto.

El primer ministro de la India, Narendra Modi, apostó también por la paz, a fin de normalizar el tránsito de alimentos y de energía a nivel mundial, pero se abstuvo de condenar directamente a Rusia, como tampoco había hecho antes su país ante la Asamblea General de Naciones Unidas.

Entre los más duros con Moscú estuvo el flamante primer ministro británico, Rishi Sunak, quien calificó de "bárbara" la campaña rusa y urgió al Kremlin a "salir de Ucrania". Sunak prometió además que continuará el apoyo de Londres a Kiev "por el tiempo que sea necesario" y criticó al presidente Putin por no acudir a la cita del G20 en Indonesia. "Quizá si lo hubiera hecho, podríamos haber llegado a algún tipo de arreglo", aseveró el primer ministro británico.

La culpa es de Occidente y Jersón es la nueva Normandía

En una aparente respuesta a las condenas formuladas por Reino Unido y otros países occidentales en el marco del G20, el presidente Vladímir Putin subrayó, en una reunión con el comité organizador Pobeda (Victoria) para conmemorar las aportaciones soviéticas en la Segunda Guerra Mundial, "la agresividad" de algunos países occidentales para "dividir y debilitar a Rusia", además de "dañar su soberanía". Según Putin, esos países trataban de "reescribir" la historia en Rusia.

A la Segunda Guerra Mundial se refirió Zelenski, cuando enarboló en la Cumbre del G20 la bandera de la victoria en Jersón, abandonada la semana pasada por las tropas rusas. Comparó el retorno de las fuerzas ucranianas a esta ciudad del sur de Ucrania con el desembarco de Normandía en el Día D, en 1944. Símil un tanto atrevido pues en Jersón no hubo hasta el momento ninguna batalla de envergadura. Los rusos se retiraron de esa ciudad sin enfrentamientos destacados, para fortalecerse a varios kilómetros en la orilla opuesta del río Dniéper, desde donde pueden amenazar aún la urbe y a quienes en ella se encuentran ahora desplegados.

Incluso el propio Ejército estadounidense, según fuentes citadas por Reuters, manifestó su sorpresa por el "relativo orden" mostrado por las fuerzas rusas en su repliegue de Jersón, en comparación con anteriores desbandadas en la zona de Járkov y el nordeste de Ucrania.

Un borrador que condena la guerra no es suscrito por todos

Antes de que se produjeran los ataques rusos, varias agencias de noticias occidentales filtraron el borrador de una declaración de la Cumbre del G20 que condena la guerra de Ucrania, aunque su aprobación no parece que tendrá el consenso de todos los participantes.

"El G20 no es un foro destinado a resolver problemas de seguridad, pero reconocemos que tales problemas de seguridad pueden tener consecuencias significativas para la economía global", señala este borrador de declaración de 16 páginas. "Nuestra era no debe ser de guerra", afirma el documento.

Añade que "una mayoría de países condena firmemente la guerra en Ucrania" y resalta que el conflicto "está causando un inmenso sufrimiento humano y está exacerbando la fragilidad existente en la economía global".

Sin embargo, el documento reconoce que "ha habido otros puntos de vista y diferentes valoraciones de la situación y de las sanciones" impuestas a Rusia. China aparece como uno de estos posibles países discrepantes. Tal postura podría suavizar la desconfianza rusa en una mediación a medio plazo y colocar a Pekín en ese posible papel de intermediador mejor que ningún otro país.

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