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La UE enseña los dientes, pero no muerde ante la amenaza de invasión de Rusia a Ucrania

Esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor: esta es la postura de Bruselas ante una posible invasión a las puertas de la UE. Los 27 líderes debaten su respuesta al pulso del Kremlin durante su última cumbre.

14/12/2021 El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una reunión con el presidente chino, Xi Jinping vía telemática
El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una reunión con el presidente chino, Xi Jinping vía telemática. EPA/MIKHAIL METZEL / SPUTNIK / KREMLIN POOL / EFE

"Si vis pacem, para bellum" (Si quieres la paz, prepara la guerra) o, en palabras de Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE: "Esperamos lo mejor, pero estamos preparados para la peor". Bruselas respira entre nerviosismo, cautela y disuasión ante una posible intervención militar de Rusia en Ucrania.

Informes del Pentágono advierten de que Vladimir Putin podría comenzar otra incursión bélica en el Donbás en enero. Tras semanas de rumores, el Kremlin continúa negando que estas sean sus intenciones. La movilización, sin embargo, de unos 100.000 soldados rusos a las puertas de la UE y el historial militar del presidente ruso no ponen a los europeos en el escenario más optimista —Chechenia 2009; Georgia 2008; Crimera 2014— y Occidente ya se prepara para un nuevo Ucrania.

Cómo responder a la amenaza rusa será una de las prioridades de los 27 líderes de Estado y de Gobierno, que celebran el jueves su último Consejo Europeo del año. Las posiciones arriban divididas. Países como España, Francia o Alemania quieren contención. Buscan evitar mensajes o acciones demasiado duras que den lugar a la escalada. En el otro lado, los países del Báltico –intimidados directamente por la amenaza expansionista rusa– exigen acciones, y no solo palabras, y exhortan a sus socios comunitarios a imponer duras sanciones económicas antes, incluso, de que se lleve a cabo la posible maniobra bélica.

La comunidad internacional ha advertido a Moscú del "alto precio económico y político" que pagará si invade Ucrania

Desde la anexión ilegal de Crimea, la UE ha impuesto duras sanciones económicas y financieras al Kremlin, que han empujado a la economía rusa a un punto de asfixia. Putin lo niega y lo celebra como una oportunidad para potenciar la inversión nacional. Sin embargo, la comunidad internacional ha advertido a Moscú del "alto precio económico y político" que pagará si se atreve a invadir Ucrania. La Comisión Europea ya "está preparada" para poner en marcha una "respuesta sin precedentes". Así lo ha anunciado este miércoles en el Pleno la presidenta Ursula von der Leyen, que ha acusado a Rusia de librar un "juego geopolítico cínico".

Bruselas advierte de que está dispuesta a imponer medidas restrictivas en los sectores financieros, energéticos o de armamento más duras que las que se encuentran en vigor. Pero, de momento, es más zanahoria que palo. Son llamadas de advertencia y de disuasión porque todos los esfuerzos están depositados en desincentivar una nueva acción rusa en Ucrania, que desestabilizaría al país y a la vecindad europea. En la capital comunitaria no hay apetito ni unidad para adelantarse ante los acontecimientos. Y, sobre todo, no hay intención de incendiar antes de tiempo un escenario incierto.

Los europeos desconocen realmente las intenciones de Putin. Ser imprevisible es una de las grandes virtudes del ex agente del KGB. Por ello, se resisten a avanzar o desvelar sus movimientos: no quieren darle ventaja. Por el momento, la UE enseña los dientes, pero no muerde. El objetivo prioritario es evitar que este ambiente de Guerra Fría torne en una guerra caliente.

La invasión rusa también pondría a prueba la capacidad de reacción de la OTAN. Los aliados no intervinieron en 2014 tras la anexión de Crimea y no lo harán ahora. Pero el presidente Joe Biden ha hablado de un "masivas consecuencias" si vuelve a ocurrir. Estados Unidos, la UE y el Reino Unido están en continuo contacto para preparar una respuesta conjunta, que en cualquier caso, será de carácter económico y diplomático, pero no militar.

Hacia una nueva 'Ostpolitik europea'

¿Qué motiva a Rusia a tensar la cuerda? Los analistas coinciden en una doble motivación. Por un lado, el anhelo de Putin de proyectar a su país como el gran actor global que fue. De hecho, el presidente ruso se refiere a la caída de la Unión Soviética como "la peor catástrofe geopolítica" del siglo XX. Y, por el otro, el deseo de mantener el control de lo que considera su esfera de influencia en países como Ucrania, Moldavia o Georgia. "Queremos buenas relaciones con Rusia, pero depende de su conducta y en estos momentos opta por una conducta agresiva contra sus vecinos", ha afirmado Von der Leyen.

La postura del nuevo presidente alemán va a ser clave en este conflicto

En este tablero de ajedrez internacional será clave la postura del recién estrenado Gobierno alemán. El socialdemócrata Olaf Scholz, que acude a su primera cumbre europea como canciller alemán, ha abogado por un diálogo con Rusia basado en una nueva "Ostpolitik europea", en referencia a la política de distensión y apertura en la Europa del Este durante la Guerra Fría. Las capitales tienen un peso crucial a la hora de lidiar con Rusia. A pesar de que la actual está bautizada como la Comisión geopolítica, las líneas maestras con este vecino imprescindible y provocador se definen en Berlín, París o Varsovia. No en Bruselas. Putin no llama al Berlaymont. Descuelga al teléfono para teclear el número de Merkel o del Elíseo. Incluso el propio Joe Biden informó de su llamada con su homólogo ruso a los líderes nacionales y no a los europeos.

Uno de los grandes cambios que podría promover el Ejecutivo socialdemócrata germano es frenar el controvertido gaseoducto del Nord Stream 2, que permitirá transportar el gas de Rusia a Alemania directamente por el Báltico sin pasar por Ucrania. Los Verdes, socios del Gobierno de coalición, ya se han posicionado en contra de esta macroestructura si la tensión sigue aumentando. Pero los socios europeos aguardan con expectación la postura final de Scholz sobre este elemento de la ecuación. Romper con él supondría un gran golpe para el Kremlin y podría llevar las relaciones a otro mínimo histórico, pero son muchos los que dudan de que Scholz sea capaz de dar un paso de tal envergadura para la economía y el sector energético alemán.

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