La UE mandará otros 500 millones de ayuda militar a Ucrania mientras sigue la división sobre los Leopard
Durante estos once meses de guerra, el bloque comunitario y los 27 Estados miembro han destinado la friolera de 49.000 millones de euros a apoyar a Ucrania en todos los frentes.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Los 27 ministros de Asuntos Exteriores amplían por séptima vez el paradójicamente bautizado como Fondo Europeo para la Paz, mecanismo que canaliza a ayuda de armas. Tras sortear la amenaza de veto húngaro, la UE acuerda engordar con otros 500 millones de euros este instrumento, que ya ha destinado 3.600 millones para el traslado de munición, combustible y defensas anti-aéreas, además de para el entrenamiento de soldados ucranianos en Polonia y Alemania. Se trata de un fondo externo a los presupuestos comunitarios, financiado por las capitales, porque los Tratados europeos prohíben destinar apoyo financiero a países en guerra.
Bruselas saca pecho de este apoyo "incondicional" a los de Volodímir Zelenski. Según el último estudio de los europeos, el bloque comunitario y los 27 Estados miembros han destinado en 11 meses de guerra la friolera cifra de 49.000 millones de euros a Kiev en todos los frentes: financiero, humanitario y bélico. Más que Estados Unidos.
La carrera armamentística tiene ya un objetivo invocado de forma frecuente en los pasillos de la capital comunitaria: "No importa cómo, pero Ucrania tiene que ganar esta guerra". Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, así lo ha recalcado en la rueda de prensa final al encuentro. La postura dura que han abanderado los países del Este, los más halcones durante el conflicto, es la que se ha impuesto y marca el ritmo del resto de los europeos, a los que en muchas ocasiones se les acusa de perder la perspectiva de paz y de abandonar los intentos para negociar un alto al fuego que derive en una paz sostenible y duradera.
Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea: "No importa cómo, pero Ucrania tiene que ganar esta guerra"
La UE ha comenzado ya los trabajos para aprobar el décimo paquete de sanciones contra Rusia. Una nueva ristra punitiva que se quiere sacar adelante en breve con miras en el calendario. El 3 de febrero, la UE y Ucrania celebrarán en Kiev su primera cumbre conjunta desde el inicio de la guerra. Y poco después, el 24 de ese mes, se producirá el aniversario del primer año de guerra, que llega con una batalla feroz en el Donbás y con el incremento de tensiones entre Occidente y Rusia debido al potencial envío de los carros de combate alemanes, los Leopard.
División y presión sobre los Leopard
El debate que monopoliza esta semana el conflicto de Ucrania tiene nombre propio: Leopard. Las tensiones entre aliados están alcanzando un punto no visto desde que estalló el conflicto. Alemania arrastra los pies. Y no aclara cuál es su postura, su estrategia o su punto de vista. Pero de momento el Ejecutivo por Olaf Scholz se resiste a aprobar el envío de estos acorazados. Una decena de países europeos cuentan con estos carros –entre ellos España- pero no pueden reexportarlos si no cuentan con el permiso de Berlín. El martes, el secretario general de la OTAN, aterriza en la capital germana, en lo que se percibe como un intento para desbloquear la situación.
Las tensiones entre aliados están alcanzando un punto no visto desde que estalló el conflicto
Entretanto, el Este se impacienta. Los países bálticos redoblan la presión sobre el motor alemán. Durante el encuentro de este lunes, Letonia, Estonia y Lituania han acusado a Alemania de "tener miedo" y de tener una posición ambivalente que "no se entiende". Polonia ha ido más allá asegurando que enviará los blindados con o sin la autorización germana y ha asegurado que apadrinará una coalición de Estados junto a los países que quieren enviar armamento pesado a Kiev. España, por su parte, también esconde la cabeza en el debate. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha mantenido "sus reservas". "Cuando hablamos de material militar tenemos que ser muy discretos al respecto", ha afirmado al fin de la cita.
Desde el inicio de la guerra, la UE ha ido saltando las líneas rojas. La discusión sobre un envío de armas inicial ha ido, durante este casi año de guerra, dando lugar a debates sobre qué donar. Primero el centro fueron los cazas de combate, luego la artillería, después los sistemas de defensa antiaérea. Y ahora los tanques de combate. La entrada en escena de los mejores tanques fabricados en Europa se visualiza como un evento catalizador y determinante en el curso de la guerra. Pero hay demasiadas variables sin despejar en torno a su logística, envío o reparación.
Lo que es cierto es que de producirse, sería la primera vez que se entrega material ofensivo, y ya no solo defensivo. Un hecho que en Rusia interpretan como una declaración de guerra y que avivará el conflicto sobre el terreno. El argumento bruselense es que Moscú prepara una gran ofensiva en los próximos meses y que Kiev debe estar preparado para hacerle frente.
Menos claridad existe sobre cuáles son las razones reales de la oposición de una titubeante Alemania. Pero el contexto arroja algo de luz. Los ciudadanos alemanes están divididos sobre la cuestión. La socialdemocracia alemana cuenta con grandes e históricos vínculos con Rusia y podría estar evaluando las implicaciones de este paso en sus relaciones con Moscú una vez que concluya la guerra. En público, el argumento que se impone es el riesgo de escalada. La sensación es que Berlín no será capaz de aguantar la presión que le llega por varias bandas desde Estados Unidos, Ucrania o sus socios europeos. Pero poca duda cabe de que no hay apetito. Y si Scholz termina cediendo será más por obligación que por convicción.
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