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Venezuela acaricia la normalización política

El gobierno de Maduro apuesta por el diálogo con una oposición que decide este domingo en primarias si la dirigente del ala radical, María Corina Machado, será su candidata en las elecciones presidenciales de 2024.

La precandidata presidencial venezolana por el partido opositor Vente Venezuela, María Corina Machado, habla durante una conferencia de prensa en Caracas, a 13/10/2023.
La precandidata presidencial venezolana por el partido opositor Vente Venezuela, María Corina Machado, habla durante una conferencia de prensa en Caracas, a 13/10/2023. Federico Parra / AFP.

Con el horizonte de unas elecciones presidenciales a finales de 2024, Venezuela se encamina hacia la normalización política. El pacto suscrito esta semana, en la isla caribeña de Barbados, entre el chavismo y la oposición establece por fin un calendario electoral, tras meses de negociaciones infructuosas.

El acuerdo ha propiciado, además, la suspensión temporal de algunas sanciones impuestas por Washington al Gobierno de Nicolás Maduro, que ha respondido con la liberación de cinco presos políticos. Sólo un obstáculo se interpone en esa senda de diálogo: la inhabilitación de la dirigente antichavista María Corina Machado, gran favorita en las primarias que celebra este domingo la oposición para elegir una candidatura presidencial.

Sólo un obstáculo se interpone en la senda del diálogo: la inhabilitación de la dirigente antichavista María Corina Machado

El diálogo político, obturado en México en 2021, se retomó un año después con algunos avances en materia económica y social, y un primer acercamiento entre Caracas y Washington. Con el pacto de Barbados, firmado bajo la mediación de Noruega, la oposición se asegura la convocatoria de elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024.

Si no hay marcha atrás, lo más probable es que los venezolanos acudan a las urnas en diciembre de ese año. "Esta delegación ha dado su primer paso para desarrollar un proceso electoral con garantías concretas para dar el cambio político", se congratuló Gerardo Blyde, jefe de los negociadores de la opositora Plataforma Unitaria.

Todavía existen, no obstante, algunas piedras en ese camino hacia la normalización. El principal escollo es la inhabilitación política de las figuras más prominentes de la esfera antichavista por parte de las autoridades. Es el caso de Machado, la dirigente que más probabilidades tiene de ganar las elecciones primarias de la oposición este domingo.

Con la retirada de Henrique Capriles, la líder del partido Vente Venezuela se ha quedado sin rivales de entidad

Con la retirada de Henrique Capriles —que en el pasado ya perdió frente a Chávez y Maduro, y que también está inhabilitado—, la líder del partido Vente Venezuela se ha quedado sin rivales de entidad y aventaja a los otros diez candidatos por más de 50 puntos, según los sondeos.

Veterana en la arena política, la exdiputada Machado ha formado parte de la corriente más reaccionaria de la disidencia. Defensora de un neoliberalismo a ultranza, anhela una Venezuela con un Estado casi inexistente y entregada a los designios del libre mercado. Valores opuestos a los de un chavismo abonado, más que al socialismo, a un capitalismo de Estado clientelar y burocrático.

Si Machado se proclama candidata presidencial, a Maduro le resultará difícil mantener su inhabilitación sin que el acuerdo de Barbados se quede en papel mojado. Pero, de momento, el Gobierno se mantiene firme.

Jorge Rodríguez, jefe de la delegación negociadora del oficialismo, fue tajante cuando se le preguntó al respecto: "Si usted recibió una inhabilitación administrativa, no podrá ser candidato". Para la opositora Plataforma Unitaria, sin embargo, el pacto incluye una "ruta" para que los inhabilitados recuperen sus derechos.

Las relaciones con EEUU y la suspensión definitiva de las sanciones dependen de la apertura política en Venezuela

El chavismo tiene ante sí un dilema. Las relaciones con Estados Unidos y la suspensión definitiva de las sanciones dependen de la apertura política en Venezuela. Si la Plataforma Unitaria, que aglutina a diferentes sectores de la oposición, insistiera en presentar a las elecciones a Machado —si, como se prevé, vence en las primarias— y Maduro vetara su candidatura, el diálogo saltaría por los aires.

Ante un eventual regreso al bloqueo político, es más que probable que Washington retomara las sanciones económicas contra Caracas. La licencia emitida esta semana, autorizando de nuevo transacciones en el sector del petróleo y el gas, tiene un plazo de seis meses. Y se renovará "sólo si Venezuela cumple con sus compromisos bajo la hoja de ruta electoral, así como otros compromisos con respecto a aquellos que son detenidos injustamente", sostiene la Casa Blanca

Los vaivenes de la oposición

Desde que Hugo Chávez llegó al poder en febrero de 1999, la oposición se conjuró para sacarlo del palacio de Miraflores, aunque fuera a patadas. Sin opciones electorales, se optó por la vía armada (el esperpéntico y fallido golpe de Estado de abril de 2002) y la agitación callejera. Pero no pudieron derrocarlo.

El carisma de Chávez y su socialismo del siglo XXI atraían a un porcentaje cada vez mayor de una población encallada en la pobreza. Las divisiones internas en la oposición no tardaron en aflorar entre los partidarios de una constante involución política y aquellos que defendían la agenda electoral.

Casi un cuarto de siglo después de la revolución bolivariana, la oposición parece haber aceptado seguir la vía institucional

Casi un cuarto de siglo después de la revolución bolivariana, la oposición parece haber asumido que sólo la vía institucional puede alumbrar un cambio de gobierno. Tras el fiasco de la era Guaidó, la Plataforma Unitaria ha apostado por el diálogo.

Como máxima autoridad de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó se juramentó en enero de 2019 como presidente encargado de Venezuela, título imaginario que, asombrosamente, le abrió las puertas de las cancillerías occidentales. Gracias al respaldo de Estados Unidos y la Unión Europea, el gobierno interino se hizo con el control de recursos públicos del Estado de Venezuela en el exterior.

Esa estrategia de confrontación se diluyó en diciembre de 2022, cuando los legisladores de la oposición decidieron poner fin al gabinete en la sombra, cansados de las veleidades de Guaidó y de Leopoldo López, su jefe político en el partido Voluntad Popular.

Hoy, López (condenado a nueve años de prisión por incitación a la violencia), se refugia en Madrid, y Guaidó se relame las heridas políticas bajo el sol de Miami, tratando de olvidar las voces que, desde su propio movimiento, denunciaban las corruptelas en el seno del gobierno disidente.

Cada tropiezo político de la oposición ha supuesto un soplo de aire para Maduro. Poco antes de morir, en marzo de 2013, Chávez lo designó su heredero político. Sin el magnetismo del comandante, Maduro (su más fiel escudero) ha ido vadeando las turbulencias sociales del país con pragmatismo, astucia política y mano dura contra la disidencia.

Maduro vivirá su gran prueba de fuego en las elecciones presidenciales de 2024

Tras diez años en el palacio de Miraflores, al mandatario bolivariano le pesa el desgaste político y una crisis económica cronificada. Ya ha salido victorioso en dos elecciones. En 2013 sólo le sacó un puñado de votos a Capriles. Era la época en que la oposición se presentaba con una sola voz, la de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Esa coalición logró derrotar al chavismo dos años después, en las legislativas de 2015. Pero no quiso acudir a la cita de las presidenciales de 2018, en las que Maduro no tuvo adversario de altura a quien enfrentarse.

El oficialismo se reivindicó a finales de 2021, con su arrollador triunfo en los comicios regionales. Pero esa hegemonía a nivel local puede resultar engañosa. Ante una oposición previsiblemente unida, Maduro vivirá su gran prueba de fuego en las elecciones presidenciales de 2024.

A principios de siglo, en las barriadas pobres de Caracas se coreaba un pegadizo lema: "¡Chávez, 2000 Siempre!". Eran los tiempos en que el epígono de Fidel Castro, sin dejar de pensar en la inmortalidad, confiaba tanto en el amor de su pueblo que se veía reelecto indefinidamente. Pero Maduro no es Chávez. Ni el contexto político actual es comparable al de la primera década del siglo.

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