Aldear, la red que lucha contra los sueños negros de la Galicia interior
Asociaciones sin ánimo de lucro de las provincias de Lugo y Ourense se alían para revitalizar aldeas y pueblos mediante proyectos que trascienden lo cultural y aspiran a transformar la sociedad rural gallega.
Luzes-Público
Lugo-Actualizado a
"Afirmar la inviabilidad del rural es afirmar la inviabilidad del país", resume Uxío Noveoneyra, de la Fundación Uxío Novoneyra (O Courel). Bajo este aforismo, enunciado en su día por Novoneyra padre, podríamos encuadrar la iniciativa de Aldear, una red de asociaciones sin ánimo de lucro en el rural de las provincias de Lugo y Ourense, eso que alguna vez se dio en llamar la Garizona gallega o "en la aldea, expresión más del gusto del polifacético artista coruñés Xurxo Souto.
Con el ánimo de transformar sus aldeas y pueblos, han desarrollado conjuntamente importantes proyectos que trascienden lo cultural y aspiran a transformar para bien la sociedad rural gallega. En los últimos meses han organizado nada menos que una docena de festivales.
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La singularidad de la actividad de esta red viene dada por el alcance que está teniendo en relación al volumen de ayudas concedidas, fundamentalmente en esta fase inicial a través del Programa Territorio Cultura, al amparo del Mecanismo Europeo de Recuperación y Resiliencia de los Fondos Next Generation UE.
En su segunda convocatoria –finales de 2022– concedió 661.000 euros a proyectos en municipios de hasta 30.000 habitantes, con una densidad de población que no superara los 100 habitantes por kilómetro cuadrado. Pero al otro lado de la cultura, el proyecto tiene profundas implicaciones sociales, dado su carácter multidisciplinar y el origen diverso de la gente que lo integra y trabaja en él.
Perfiles en convivencia
En la red conviven perfiles de gente que llevaba ya mucho tiempo desarrollando su actividad en el rural, como el cuentacuentos y activista medioambiental Anxo Moure o el activista Afonso Torrado y la gente de la Asociación Cultural Xermolos en Guitiriz –responsable del festival de música folk de Pardiñas– con alguna otra que, a raíz de la COVID y la consiguiente parálisis del campo cultural, decidió instalarse en el rural.
La cantante Ugía Pedreira en la Marina Lucense, el cantante Davide Salvado en Palas de Rei o el cineasta Oliver Laxe en Navia forman parte también de una red que no deja de sumar miembros y que ahora crece también por Ourense.
Lejos quedan los 90, cuando el desarrollo institucional había avanzado, del Xacobeo 93 a ponernos en cabeza del audiovisual estatal y a la creación dela Asociación Galega de Industrias Culturais (Agadic). Fundaciones de mecenazgo de familias o grupos empresariales con enlaces al territorio (o interés en establecerse en él) siguieron el mismo proceso de branding, al igual que las antiguas cajas de ahorro y los bancos, con una obra cultural que apoyaba determinadas artes porque consideraban que era provechoso asociarlas a una determinada imagen.
Las crisis superpuestas desde 2007 tuvieron también un efecto devastador en la cultura gallega que, por supuesto, se hicieron mucho más evidentes en un rural ya castigado a muchos niveles (demográfico y socioeconómico).
La necesidad del bosque
"Vivimos en un país que, culturalmente, también es Eje Atlántico. Pero en el rural de Ourense y Lugo tenemos las mejores infraestructuras: fincas, huertas, palleiros -pajares-, establos, bosques… El bosque necesita niños y niñas y las niñas y niños necesitan el bosque. Debajo del cemento está la hierba. De hecho, yo pienso que una sociedad que avanza tiende a alejarse del cemento. Algo así proclamaban en mayo del 68: debajo del adoquinado está la arena de la playa", me explica Anxo Moure en un café de Lugo.
Él se instaló en Garabelos (Chantada) en el año noventa, en la casa de su abuela que había quedado ciega con treinta años. Desde entonces, llevó adelante allí multitud de proyectos de educación ambiental. Lo de la ceguera me hace pensar en Eladio el Ciego, lo escuché hace años en As Pontes. Había nacido en O Seixo y había perdido la vista a los 21 años. Hablaba de su infancia y de las parroquias y paisajes de su niñez, que quedaron enterradas años después en ese gran agujero al pie de la central térmica, que fue por mucho tiempo la mayor mina a cielo abierto de toda Europa. Una metáfora sencilla de cierta ceguera que padecemos también como país.
"Tenemos que trabajar en la cultura del fracaso. Los auditorios están hechos con el mismo cemento de las cárceles"
Llegadas a este punto, quiero saber qué esperan del futuro, cuál es el camino, la isla en la lejanía (a la manera en que Borges describía la ceguera). "Es necesario fracasar, tenemos que trabajar también en la cultura del fracaso. Los auditorios están hechos con el mismo cemento de los tanatorios o de las cárceles. Así que el poder alternativo tiene que apostar por todo esto, que es otra manera de mirar. Si vivimos en una sociedad democrática, la ciudadanía de Garabelos no es menos que la de Compostela, Lugo o Vigo", concluye Anxo Moure.
Me habla del Cinema Palleiriso, el palleiro que convirtió en cine con la ayuda de su compañera Marta y de Cristina, otra de las promotoras de la Red Aldear; cogieron las butacas de viejos cines de Escairón y Chantada. Anxo continúa explicándose y mi memoria fluye: recuerdo el día que lo inauguramos cantando con mi alumnado de aquel entonces, de la escuela de Riotorto. También habíamos subido a la Casa das Árbores a contar cuentos y cruzamos el Sil en un batuxo –la embarcación tradicional del río– después de retirar a mano todo el agua con que se había inundado.
"Necesitamos un buen gestor"
Moure ahonda en el núcleo de Aldear: "Cristina es una mujer muy decidida, recuerdo que convocó en el Encontro da Cultura no Rural a Oliver Laxe, Ugía Pedreira, Davide, Mikel Arístegui, Noemí de A Arca y alguna otra gente… Aparecieron todos. Y yo me acordé de un chaval, Óscar Penín, de Bella Auria, que era muy buen gestor, que es lo que precisan los buenos proyectos… Por muchas ideas que tengamos, necesitamos un buen gestor".
"Yo tengo alguna experiencia en redactar proyectos. Entonces salió lo de Territorio Cultura, la primera convocatoria con este enfoque directo a proyectos en el rural. Era una oportunidad única", me explica, precisamente, Óscar Penín, historiador y responsable de Ruralisto, al pie de una fuente en la aldea de Ouvigo, en el municipio de Os Blancos (Ourense). Me cité allí con él, con la bailarina y activista Nuria Sotelo, con Araceli Macías –actual presidenta de Aldear– y con Tania Sánchez (ambas educadoras sociales y responsables junto a Paula Carrera, de Outonía, cooperativa que trabaja con los centros escolares de la provincia). "Entonces comenzamos aquellas reuniones larguísimas, redactando actas más largas aún... ¡Imagínate una reunión con tanta artista! La cantidad mínima que se acepta en la convocatoria es de 50.000 euros", continúa.
"La Administración está obsesionada con la propaganda cultural, pero este tipo de intervenciones que defendemos desde la Red tienen un impacto mucho más real en la transformación del rural", explica Nuria Sotelo.
"Pusimos en marcha cuatro líneas de actuación paralelas", señala Araceli Macías. Aldear na Escola es un programa de intervención socioeducativa en las escuelas: "Veíamos muy claro que esta perspectiva de Aldear tenía que estar muy presente en la escuela. E igual que podía hacerlo Nuria en la danza, podíamos hacerlo nosotros en los centros educativos".
Voluntad de cooperar
Tania Sánchez, otra de las responsables de Outonía, proyecto pionero de sostenibilidad rural para ayudar la población escolar, la juventud y la gente mayor a través de una serie de talleres que llevan hasta las pequeñas aldeas, afirma que "en la red había mucha voluntad de cooperar. Y en este proceso hay derechos territoriales que se están reconociendo, por tanto la red tiene también un posicionamiento muy político".
Aldear Campus Agua es otra de las líneas de actuación, consistente en intervenciones científicas en contextos no académicos. Y estas dos líneas se completan con Aldear Acompaña, una oficina de promoción económica del cuarto sector y móvil y Aldear Itinerancias, un programa de eventos en zonas rurales donde se programan prácticas y espectáculos de vanguardia, creados por y para zonas menos despobladas.
Nuria Sotelo es responsable a la vez que a Rubén Blanco de la Casa Vella, un espacio para el encuentro y el cuidado, la cultura, el cuerpo y el campo. Pone su foco en la creación artística en el campo de las artes del movimiento y en sus implicaciones sociales en el contexto rural: "Se trata también de ofrecer espacios de encuentro dentro del rural y la cultura ofrece otras alternativas de encuentro que contribuyen a una cierta transformación de los lugares".
El mapa disponible en la web de la red Aldear revela la diversidad de los espacios y los proyectos. The Foundry es un espacio auto-organizado y sin ánimo de lucro para artistas, escritores, artesanos y otros creadores situado en una aldea abandonada del norte de la provincia de Lugo; Davide Salvado es el responsable de Casa do Río, creada por el artista para la recuperación de la cultura y la tradición cultural a través de la música y de diversas actividades culturales. Funciona también como espacio de experimentación con la naturaleza. Además de Xermolos y el Cinema Palleiriso hay que citar la Casa Quindós, que busca promover además iniciativas de los sectores agro-ganadero, turístico, socio-comunitario y ambiental.
Fundación Uxío Novoneyra
Más al sur, desde la Fundación Uxío Novoneyra, Uxío Novo amplía el marco en el que tiene lugar a actividad de la Red: "Es una manera de intercambiar experiencias, de identificarse entre iguales; en nuestro caso, O Courel es rural, remoto y montañoso, a más de cincuenta kilómetros de núcleos de 50.000 habitantes. Por otro lado, poseemos nuestra propia idiosincrasia, por obra y gracia de la lengua. Las vanguardias no suelen nacer en el centro del sistema", señala, poniendo como ejemplo la actividad de la Fundación Legar o el trabajo de A Carqueixa, "porque ojalá hubiéramos tenido un Román Besteiro –responsable de esta cooperativa- en cada punto del país".
La ingente actividad de la Red en los últimos meses a través de Aldearmos, que incluyó hasta 12 festivales, habla de lo fértil y y efervescente de su carácter. "En el Festival d'os Eidos pueden actuar grupos de referencia, por supuesto. Pero, por ejemplo, lo abrió Marcos Roxo, un niño que es un extraordinario músico; tradición y vanguardia son el hilo. Y estas pueden estar en Berlín, en O Courel o en cualquier otro punto del rural del país".
Promover acciones de integración con la comunidad local, favorecer acciones de incidencia política para fortalecer la cultura rural, proyectos de centro de creación, investigación y residencia artística que generen sinergia económica, crear procesos educativos y sensibilizadores sobre nuevas propuestas artísticas y culturales, así como promover acciones de integración con la comunidad local y acompañar y facilitar el asentamiento de nuevos proyectos culturales son algunos de los objetivos asumidos por la red.
De fondo, se busca promover la fijación de población, contando como ejes transversales de la red la ecología, la igualdad de género, la multiculturalidad, la inclusión y Educación para la Paz, entre otros procesos que sitúen los cuidados y la vida en el centro.
"O que arde"
"O que arde, la película de Oliver, fue también otra ventana de oportunidad", continúa Uxío, en alusión al proyecto del cineasta en Navia, «pues despertó un gran interés en el rural gallego del interior y contribuyó a ponerlo en el foco. O Patio da Tola, situado en la aldea de Vieiros, en la parroquia de Seara, espacio de reciente apertura que se dedica a dar conciertos y organizar eventos culturales y artísticos; Sagrada Experience y Sil Producciones, Eidos do Leboreiro, la Asociación Cultural Tangaraño o A Arca da Noe, capitaneada por Noemí Vázquez, local de referencia para la música gallega, taberna ubicada en la aldea de Vilar de Santos que funciona como sala de conciertos, son otros de los ejemplos de recuperación de vida y actividad cultural en el rural y que también se integran en Aldear.
De los 14 miembros con los que la Red contaba al principio han pasado a 26 en los últimos meses, y aún esperan sumar más personas, colectivos y proyectos. "La intención es ampliar poco a poco la base para tener otra legitimidad y poder dirigirnos con cierta autoridad a quién proceda para establecer diálogos que promuevan ayudas con carácter territorial y hacer más fuerza», explica Óscar Penín.
«Fueron meses de trabajo de locos... Probablemente, la falta de permeabilidad por parte de algunas administraciones influyese en el hecho de que batallásemos más". Tania señala que "crecer claro que es importante pero también mantener lo que tenemos, el hecho de encontrarnos, el diálogo… Eso es lo importante".
"El origen de la Rede es el deseo de una redistribución justa que permita el desarrollo de las zonas más despobladas"
Nuria Sotelo afirma que "lo que se encuentra en el origen de la Rede es también el reparto desigual de los recursos y el deseo de una redistribución más justa que permita un mejor desarrollo de las zonas más despobladas y, por tanto, más desfavorecidas". Por otro lado, la actual presidenta, Araceli matiza que "hay esta concepción de que tenemos que traer la cultura al rural, pero es que en el rural ya hay cultura. El reto demográfico es que nos apoyéis a nosotros, que somos quien estamos en el rural. Ahora hay una confianza, estamos en una nueva fase. Estas nuevas relaciones nos permiten aspirar a más cosas. Al final, yo noto que se nos mira ya de otro modo: traer cultura, traer financiación y promover otra forma de habitar el rural. Ese es el camino".
Una mirada poética
"Anxo tiene una mirada muy poética de las cosas. Y necesaria", explica Tania, quien pone el horizonte en las próximas reuniones. "Ahora tenemos que pensar en la próxima asamblea general... Una fiesta, una asamblea–fiesta". Una isla en la lejanía que cobra forma y va creciendo la cada vez. Tal vez eso sea también Aldear. Pero no la isla de la ceguera, sino la de un país viable, un lugar mejor, un país esperanzado que huye de la ceguera. Y me vuelvo a acordar de Eliseo, el Ciego de As Pontes. Le escuché contar el trayecto que hacía sin ver para visitar a su novia: el sonido de los pájaros, el roce de los vallados, el murmullo del riachuelo, el rumor de la gente en las casas. Y llegaba siempre junto a ella, atravesando la memoria por una tierra borrada, primero por la ceguera y luego por el agujero.
Hablaba de un paraíso que ya solo existía en su imaginación. Un compañero suyo contaba que una vez estaban rozando el maíz y los sorprendió la treboada, una buena tormenta. Se marcharon con el trabajo a medio hacer, pero al día siguiente, el maíz ya había sido rozado. Había sido el Eladio. Le preguntaron por qué lo había hecho, de noche. Eladio les respondió: "Para mí es siempre de noche".
"La gran herida de Galicia es la renuncia, la desaparición del rural", razona Uxío, "porque nosotros somos una gran civilización rural como los chinos o los japoneses. La desesperanza es nuestra amenaza, que no nos veamos capaces de ser capaces y emigremos. Muchas veces esto inunda el ánimo. Pero como decía mi padre, somos de sueños tenaces. Y épicos. Y aún tenemos mucho que hacer para huir de los sueños negros".
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