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Lo que arde es el vacío

El monte en Galicia tiene un problema más allá del eucalipto y el cambio climático: un proceso acelerado de despoblación que avanza a un ritmo frenético. Y es inflamable. Con cada vez menos gente en el rural que cuide de los terrenos, Galicia arde cada año mientras las asociaciones forestales y ecologistas reclaman planificación.

3/10/22 Una mujer camina entre los restos de un monte calcinado.
Una mujer camina entre los restos de un monte calcinado. Brais Lorenzo

Es un domingo de ceniza y polvo. Un 9 de agosto. El camino de tierra, plagado de baches y con una visibilidad reducida, es la única posibilidad de acceder al monstruo de las llamas para evitar que sus tentáculos arrasen las villas; villas que cobijan vidas humanas, animales, economía de subsistencia y los últimos vestigios de la vida rural.

Un piloto portugués murió en su avioneta contra aquella cumbre ferviente del Xurés, cuando trataba de luchar contra el fuego. Hoy, el panorama parece el final de una batalla, pero el humo que emana del suelo arrasado no es de pólvora. Es la huella de un vacío que condena el rural a la desaparición. Es un paisaje azul, frío, a pesar del suelo que aún quema.

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Tres de cada diez incendios declarados en Galicia se producen en superficie arbórea: más de 700 hectáreas al año, según los datos de la Consellería de Medio Rural recogidos por el Instituto Gallego de Estadística. Ourense es la provincia gallega más afectada por los fuegos, tanto en zonas rasas como arboladas. Solo el pasado verano se produjeron incendios contundentes en Cualedro, Viana do Bolo, Chandrexa de Queixa, Verín, Monterrei o el Xurés, superando las 1.000 hectáreas solo de superficie forestal. Un dato que supera, de lejos, la cifra anual arbórea quemada que muestran los datos oficiales.

"Ya no hay quien roce, y los montes tienen que arder a la fuerza". Hablaba así Manuela, vecina de Laioso, en la localidad ourensana de Vilar de Santos, en un reportaje de El País tras protagonizar la imagen que logró captar el foco mediático. De luto y con el pañuelo negro en cabeza, viuda de un brigadista de los de toda la vida, aquella octogenaria se internó en el fuego para ver qué podía salvar. Y así, entre el humo, la encontraron las cámaras aquel 15 de marzo de 2012. La mujer, que hoy solo recuerda que tiene los años que pasaron desde que nació hasta hoy, dio cuenta hace ocho de un problema que va más allá del negocio y la plantación de eucaliptos: la despoblación del rural es aliado de la voracidad de los fuegos.

Los datos facilitados por Medio Rural muestran una reducción en el número de incendios declarados en Galicia de un 57% en los últimos diez años, "de los más de 3.800 en 2010 a los menos de 1.700 registrados en 2019", y también la superficie afectada, "casi el 54%", pasando de "casi 15.000 hectáreas quemadas en 2010 a menos de 7.000 en 2019". Pero las cifras de despoblación, que implican el abandono de los montes y el consecuente riesgo de incendio, son desalentadoras: somos una de las comunidades del Estado que más población perdió en los últimos veinte años, un 1,2% desde el año 2000, y un 3,5% desde 2010.

3/10/22 Dos personas ayudan a apagar un fuego el verano pasado en Folgoso do Courel, en Lugo.
Dos personas ayudan a apagar un fuego el verano pasado en Folgoso do Courel, en Lugo. Carlos Castro / Europa Press

¿Cuáles son las medidas de la Xunta para afrontar el problema de los fuegos en el monte? El ejecutivo afirma que están en marcha medidas de vigilancia como drones con visibilidad nocturna, capaces de detectar tanto vehículos a distancia "incluso reconociendo sus matrículas", como personas en el monte mediante "mecanismos térmicos de grabación". La Consellería añade que estos aparatos ya muestran "resultados positivos", "constituyen un elemento importante de disuasión para los delincuentes que prenden fuego" y proporcionan "información muy útil, desde el aire, tanto de día como de noche, sobre la situación y evolución de los fuegos".

Medio Rural también señala que la Xunta proyecta iniciativas como la futura Ley de Recuperación y Puesta en Valor de la Tierra Agraria de Galicia, y otras medidas de gestión como el Registro de Masas Consolidadas de Frondosas Autóctonas, "que persigue, entre otras finalidades, garantizar una gestión forestal activa de las masas inscritas"; además del Plan Forestal de Galicia, "actualmente en tramitación y que está previsto continuar abordando en los comienzos de esta legislatura", que apuesta por "un equilibrio entre conservación y producción, sin demonizar ninguna especie".

Además, en la pasada legislatura el Gobierno de Núñez Feijóo separó la gestión forestal "propiamente dicha" de la lucha contra los incendios, con la creación de dos direcciones generales que funcionan "coordinadas, pero de manera autónoma". "De esta forma atendemos a una histórica demanda del sector y optimizamos los recursos, ya que la planificación y ordenación forestal caminan de manera independiente con respeto a la defensa del monte frente al fuego", subraya la Consellería.

Sin embargo, diversas entidades forestales y medioam­bientales siguen poniendo el foco en la falta de planificación forestal actual y en el déficit de iniciativas y ayudas para la gestión del monte. La Asociación Forestal Gallega (AFG) solicita más apoyo para los propietarios de los montes o que se cuente con los afectados por los fuegos para la elaboración del Plan de Prevención y Defensa contra los Incendios Forestales de Galicia (Pladiga).

La asociación señala que en Galicia hay 3.000 comunidades de montes, de las que solo están activas alrededor del 33%. ¿Qué pasa con esas comunidades abandonadas y sin gestores? "Normalmente están en el rural, en lugares que a lo mejor tienen tres vecinos. En la zona de Ourense y Pontevedra, donde hubo una importante incorporación de población a las ciudades, sigue habiendo un problema importante de minifundio con un elevado abandono. Todos estos factores llevan a la pérdida del rural y a que un incendio pequeño se convierta en un desastre. Un monte bien gestionado y bien trabajado no arde", señala Xosé Covelo, ingeniero de montes de la AFG y director técnico de la oficina de la entidad en Ponteareas, en Pontevedra.

La propiedad del monte es una cuestión que requiere atención y una pieza más en el rompecabezas de la gestión forestal y los fuegos. En este sentido, Covelo asegura que la prevención de los incendios pasa necesariamente por el apoyo al asociacionismo. "La carga de la prevención de los incendios no puede recaer solo en los propietarios. ¿Cómo va a hacer todo lo necesario un propietario si en muchos casos no se sabe quién es, o se perdió la propiedad en el catastro? Hace falta colaborar con propietarios, comunidades de montes y asociaciones forestales. Nosotros trabajamos con propietarios dinámicos que se preocupan, pero hay otros que aún no saben que se pueden asociar y recibir apoyo técnico", explica.

3/10/22 Un cruceiro rodeado por las llamas en un incendio forestal en la comarca de Valdeorras.
Un cruceiro rodeado por las llamas en un incendio forestal en la comarca de Valdeorras. Brais Lorenzo

¿Cómo fomentar el asociacionismo y, al mismo tiempo, el regreso de población al rural, para poner coto a los fuegos en el monte gallego? "Hay que incidir en la capitalización del monte e impulsar medidas que lo hagan atractivo y sostenible para crear riqueza económica y forestal", incide Xosé Covelo, que apoya un modelo de diversificación en un territorio que "tiene cabida para todo". "Y en cada zona habrá que favorecer lo que corresponda la cada zona. Recordemos que la mitad de la superficie no son zonas arbóreas, sino rasas. Cuando se produce un incendio, la cuestión no es solo se es o no es zona eucaliptal: en 2017 ardieron muchas frondosas y en el Xurés ardieron este verano frondosas y rasos. Ahí no hay debate sobre el eucalipto, hay falta de gestión", valora. El profesional de la AFG opina que la diversificación "es lo ideal", pero matiza que "también hay que evaluar el mercado de manera equilibrada para que el propietario pueda seguir gestionando de forma adecuada".

Desde la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia (ADEGA) concuerdan en que la problemática de los fuegos va mucho más allá de la plantación intensiva de eucalipto y creen que tiene mucho más que ver con un modelo social, forestal y económico imperante. "No es solo cuestión de especies, sino de promover un modelo de aprovechamiento y desarrollo con dinámicas que generen población y que den madera, mas también frutos, setas, ganado y servicios turísticos. Parece que estamos en una dinámica de eucalipto sí, eucalipto no, pero no es así", subraya Fins Eirexas, secretario técnico de la asociación ecologista.

Pero ADEGA no pasa por alto que el eucalipto, además de "convertir el monte gallego en una biomasa combustible", es un aliado del cambio climático en un contexto en el que los fuegos "son cada vez más intensos y, además, desestacionalizados, ya que no solo se producen en verano". También señala el perjuicio medioambiental causado por el monocultivo de eucalipto en Galicia, una especie que, entre otros efectos, "consume mucha agua, seca fuentes y arroyos y contribuye al déficit hídrico del cambio climático". "No es que el eucalipto dé dinero, es que además nos los está quitando", afirma.

"Según el Plan Forestal, en Galicia no debería haber más de 240.000 hectáreas de eucaliptos en el año 2030, pero los inventarios forestales indican que en 2017 había más de 500.000, más del doble de las que debería haber dentro de una década. Y oficiosamente ya superan (y la Xunta no lo niega) las 600.000 hectáreas. Esto es alrededor de un 17% de la totalidad del territorio gallego (no solo del monte)", asegura el secretario técnico de ADEGA, quien critica que el ejecutivo aún no tenga listo un inventario de bosques autóctonos que permita una planificación eficiente. "No sabemos cuántos hay, como están, donde están… Esto demuestra que la Administración no hace cumplir la ley, creemos que de manera interesada", sentencia.

El hecho de que "deseucaliptización" fuera escogida palabra del año 2018 en el Portal das Palabras fue para ADEGA una noticia positiva y "una muestra de que la problemática del eucalipto no solo trascendió a la población urbana, sino también al mundo rural", y Eirexas observa una relación estrecha entre el impulso de la plantación forestal intensiva y la despoblación: "cuando las tierras agrarias no son cultivadas llega el eucalipto y se presenta cómo una solución: ya que ibas a sacar una renta cero del terreno, por lo menos saca un poco".

3/10/22Tres vecinas en las inmediaciones de un incendio el pasado agosto en O Vento, parroquia de Cea, en la comarca de O Salnés, en Pontevedra.
Tres vecinas en las inmediaciones de un incendio el pasado agosto en O Vento, parroquia de Cea, en la comarca de O Salnés, en Pontevedra. Gustavo de la Paz / Europa Press

El secretario técnico de la asociación ecologista califica este hecho como "un discurso derrotista favorecido por el Gobierno del PP desde hace muchos años". "Venden que la solución son ellos, el alquiler de fincas para la plantación y el mantenimiento de un terreno que pasado un tiempo generará ingresos. Pero una plantación de especies autóctonas puede multiplicar los ingresos por 30". ¿Cuál es entonces la razón del interés por el eucalipto? "La inmediatez. Por eso mucha gente del medio rural utilizó el eucalipto y los montes se convirtieron en bancos de liquidez rápida", indica.

Un estudio reciente, liderado por la Universidade de Santiagoy publicado en la revista Ecosystem Services, concluye que el fomento de bosques con especies más resistentes al fuego, como los robles, como alternativa al eucalipto y las coníferas, podría ser la mejor solución para combatir los incendios forestales. A este respecto, Medio Rural afirma que la Xunta lleva "tiempo ya ahondando en el fomento de las frondosas autóctonas –sin despreciar el valor ambiental, económico y social de ninguna especie– y también desarrollando estrategias de gestión del territorio favorables a la prevención y defensa frente a los incendios", y cita medidas como las aldeas modelo o los polígonos agroforestales, "que se basan en la puesta en valor y recuperación de las tierras con vocación agraria en el entorno de los núcleos de población".

¿Economía o negocio?

¿Qué supondría cambiar el modelo de plantación y gestión forestal en los montes gallegos? En opinión de Xosé Covelo, la planificación y la gestión del monte debe tener en cuenta el dinamismo económico actual ligado a las especies. "Ahora mismo, la industria en Galicia se basa en aserraderos, tableros y pasta de papel que dan ingresos importantes a los propietarios. No podemos pensar en plantar 500 hectáreas de robles sin que existan aserraderos de roble. Para eso tiene que haber una industria que consuma y una demanda de madera y, por lo tanto, políticas públicas enfocadas a los emprendedores", argumenta Covelo.

Los propietarios de los montes gallegos registran una facturación anual de 204 millones de euros, el 36% de las coníferas, y el sector generó 20.320 puestos de trabajo en 2017, según datos de la AFG. "Eso permite a los propietarios seguir gestionando el monte", recalca el director técnico."Una plantación de frondosas sin ningún tipo de ayuda tiene un coste muy elevado para los propietarios: 12.000 o 15.000 euros, frente a los 6.000 o 7.000 de los pinos. Pero si fuera un gasto potenciado y fomentado por la administración pública sí que sería interesante", opina Covelo, que incide en la diversificación de especies y apuesta por incentivar la plantación de autóctonas, por ejemplo, en las zonas protegidas.

3/10/22 Brigadas forestales y vecinos colaboraron en el control de las llamas, lejos de las viviendas, en Cudeiro, (Ourense).
Brigadas forestales y vecinos colaboraron en el control de las llamas, lejos de las viviendas, en Cudeiro, (Ourense). Rosa Veiga

Para ADEGA, por su parte, el cambio en el modelo forestal gallego es urgente, ya que "donde hay modelos diferentes al monocultivo de eucaliptos los fuegos tienen menos peso", asegura Fins Eirexas, que pone el acento en la elevada inflamabilidad de los eucaliptos frente a otras especies: "Arden un 3,45% más frecuentemente que las especies autóctonas y un 1,14% más que un pinar".

Son muchas las voces críticas que acusan a Ence de enriquecerse con el eucalipto y los fuegos –mayoritariamente provocados, según los datos de la Fiscalía– en el monte gallego. Frente a la idea extendida de que, en ocasiones, son los mismos propietarios los que prenden fuego, Xosé Covelo es contundente: "Ningún propietario forestal quema su monte. Se tienes una masa forestal, lo que menos quieres es quemarla porque pierdes su valor. Es tirar piedras contra tu propio tejado", apunta, y recuerda que Ence no compra terrenos, sino que "establece convenios de gestión durante 15, 20 o 30 años".

ADEGA considera que ENCE y el lobby pastero-energético "son quien dictan realmente la política forestal en este país", algo que Fins Eirexas ve evidenciado en el hecho de que Carlos del Álamo, conselleiro de Medio Ambiente durante los Gobiernso de Fraga, e Isabel Tocino, ministra de Medio Ambiente del Gobierno de Aznar, formen parte del Consejo de Administración de la compañía, y que el Gobierno de Mariano Rajoy prorrogara la concesión de la papelera hasta 2073. "Igual que hizo con la covid, la Xunta está a expensas de que la política forestal la arreglen los de fuera. Y mientras, seguimos ampliando aun más la plantación de eucalipto", determina Fins Eirexas.

El punto de vista social, económico y ecológico coinciden en que, si el cambio en la planificación y la gestión de los montes gallegos es posible en los próximos años, todo pasa necesariamente por atender al gran problema de despoblación que inunda Galicia, una apuesta que debe ser compatible con el medio ambiente y con la creación de riqueza. Porque el monte, como todo lo vivo, precisa de alguien que lo atienda.

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