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¿Aumentan las agresiones sexuales en España?

Un incremento en las estadísticas no significa necesariamente que haya más delitos, sino que éstos se denuncian más. Expertas advierten de que la violencia sexual es un tema complejo que precisa de un abordaje multidisciplinar y una mejor recopilación de datos. 

violencia sexual
Manifestación contra la violencia sexual (archivo). Europa press

Año tras año, trimestre tras trimestre, los datos sobre la violencia sexual cometidos en nuestro país se incrementan de forma importante. El registro sobre criminalidad mantenido por el Ministerio del Interior, única fuente oficial de datos disponible, anuncia importantes incrementos en el número de las denuncias contra la libertad e indemnidad sexual. En 2021 el total de estas agresiones superó ligeramente los 17.000 casos (más de 45 diarios), lo que supuso un 29,1% más que el año anterior. Solo en el primer trimestre del este año, las estadísticas arrojan un nuevo repunte en los datos del 21,6% con respecto al mismo período de 2021. 

En las últimas semanas, los medios de comunicación se han hecho eco de diversos casos de violaciones a menores o adolescentes, en muchos de los cuales habían participado más de un agresor. Este miércoles, un informe de la Fundación ANAR advertía que las llamadas a su teléfono de asistencia a menores víctimas de violencia sexual se habían incrementado en un 80,9% y que los casos de agresiones sexuales con múltiples agresores habían subido del 2,1% a un 10,5%. Los principales titulares en la prensa recogían este dato afirmando que las agresiones sexuales se había incrementado en más de un 80% en un año. Un titular llamativo y ciertamente aterrador, pero que refleja sólo una visión del problema y no un todo.

Diversas expertas advierten sobre la necesidad de poner los datos en contexto y sobre el hecho de que las estadísticas de violencia sexual no tienen por qué reflejar un incremento en el número de estos delitos, sino que simplemente se estén denunciando más. De hecho no existen datos concluyentes de que la violencia sexual esté aumentando e incluso algunas expertas son de la opinión de que podría estar disminuyendo. Pero con los datos actuales no es posible determinar ni una cosa ni la contraria.

Lo que se conoce sobre la violencia sexual es tan solo la pequeña punta de un gran iceberg

Las estadísticas oficiales reflejan las denuncias realizadas en relación a la libertad sexual. Es decir, la cantidad de mujeres que han hecho público mediante una denuncia haber sido víctimas de esta violencia. Pero tal como reflejan los datos oficiales y las expertas, lo que se conoce sobre la violencia sexual es tan solo la pequeña punta de un gran iceberg cuya mayor parte permanece aún sumergida. 

Según los datos recopilados por la Macroencuesta sobre violencia de género elaborado por el Ministerio de Igualdad en 2019, en nuestro país solo se denuncia el 8% de la violencias sexuales, por lo que existe más de un 80% que permanece oculta. Las principales razones por las que no se denuncia la mayor parte de las violaciones, según el estudio, es por vergüenza (40,3%) y porque los hechos ocurrieron cuando aún eran menores (40,2%).

 "Los datos que vemos son sólo una parte del problema. Depende de donde busques. Hay muy pocas sentencias de donde sacar datos. También hay datos sobre denuncias que son algo más amplias. Los hospitales especializados en estas violencias van teniendo más información y también está la Macroencuesta que da muchos datos y pistas. Lo que tenemos que ser conscientes es que se trata de un problema de salud publica y que es preciso dar una respuesta de carácter global. No es necesario pensar o difundir todo el tiempo que se trata de una violencia que está creciendo. Estamos en un momento de mucha sensibilización sobre este tema y es muy probable que cada vez más personas se animen a denunciar o que sepan cómo hacerlo. Bien mirado, esto puede ser una historia de éxito en lugar de una señal de alarma", afirma a Público la psicóloga forense Nuria Iturbe, que lidera el proyecto PrevenSI.

Según esta experta, los datos que nos llegan a traves de los medios y las organizaciones son preocupantes, pero no indican que estemos en una sociedad en donde este tipo de delitos se hayan incrementado de forma exponencial. 

"Sobre la violencia sexual nos falta entender transversalmente lo que ocurre y no hablar de una muestra como si fuera lo universal"

Para Iturbe queda aún mucho trabajo que hacer con los datos y las estadísticas y "ponernos de acuerdo sobre qué datos recabamos y conseguir aún que esta información sea transversal", explica. Abunda que cada organismo saca las informaciones dentro de un contexto y según su propia aproximación de ver la violencia, porque aún no está claro cuál es el criterio que debemos usar. Nos falta entender transversalmente lo que ocurre y no hablar de una muestra como si fuera lo universal". Para explicarlo recurre al ejemplo de la medicina: "Sería como si para entender una epidemia cada organismo recogiera parámetros distintos. Esto sería impensable para comprender y detener el contagio".

Iturbe afirma que los datos que recoge la Fundación ANAR son valiosos e importantes porque tienen una larga trayectoria en el tiempo y pueden comparar datos. "Pero recoge una parte del total, que son los niños y niñas que llaman a su línea telefónica para denunciar violencia sexual. PrevenSI es una línea de atención por chat, web y teléfono para personas que se sienten atraídas por niños y niñas y adolescentes. Trabajamos en la prevención y los datos que manejamos son también valiosos, pero parciales", insiste.

Barbara Tardón, experta en violencia sexual, es categórica: "No están aumentando las violencias sexuales. Para empezar no hay datos que confirmen esto y las únicas cifras que tenemos son de Interior y las llamadas que se reciben en líneas especializadas, pero no tenemos forma de hacer comparativas sobre lo que pasaba hace 30 años, 20 años o incluso seis años atrás".

Lo que está aumentando, afirma esta experta, es el número de mujeres que desvelan esa violencia. "Pero hay que entender que seguimos hablando de un porcentaje mínimo de agresiones sexuales y que estas son sistémicas: se producen en todos los espacios de socialización y hasta hace dos días no se podían perseguir en nuestro país y ahora sí". Destaca que hasta hace poco las violencias sexuales que se producían dentro del matrimonio o de la relación de pareja, no se contemplaban como tal.

Tardón lanza una advertencia: "En el tema de las agresiones sexuales, tal como explica Nerea Barjola en su investigación sobre los asesinatos de Alcasser, estamos haciendo en muchas ocasiones un relato asociado al mito. En este relato que hemos construido entran las manadas, la idea del violador desconocido que ataca por la noche en lugares descampados. Se transmite y se informa sobre esta violencia con relatos de terror que aterroriza a las mujeres y genera la impunidad del agresor". Si hablamos que la mayoría de estas violencias se producen en discotecas mediante la sumisión química, nos morimos de miedo. Si contamos que aumentan las agresiones sexuales sin contextualizar, sirve para transmitir que nos violan masivamente y para disciplinar a las mujeres, no para entender el problema".

Y el problema tiene otra realidad. Tal como desvela la Macroencuesta de Igualdad, la violencia sexual tiene otro rostro más conocido y cercano. El 80% de las ocasiones el violador es un hombre cercano o conocido de la víctima, por lo que se trata de una violencia oculta en las paredes del domicilio que es muy difícil de denunciar y probar. 

No solo el porno es el problema

Algunos informes y análisis sobre el comportamiento de jóvenes y adolescentes en las relaciones sexuales agresivas o en las violaciones en grupo, apuntan a el fácil acceso al porno como una de las principales causas del incremento de esta violencia. Para las expertas consultadas, sin embargo, el consumo de porno es un factor de riesgo, pero no la causa directa de la violencia. 

"En estos temas tan complejos como las agresiones sexuales, las explicaciones simples no existen. No hay una relación causal directa entre el consumo de porno y el incremento de agresiones sexuales", aunque reconoce que aún no existen estudios científicos que nos permitan entender su influencia. "El acceso fácil a la pornografía no lleva tantos años como para tener conclusiones concluyentes. 

Lo que si sabemos (y aquí es importante diferenciar entre el acceso de adolescentes y adultos) es que en los más jóvenes existe un factor riesgo cuando tienen una exposición prematura y prolongada en solitario o con iguales cuando se tiene poca capacidad para tener un criterio. 

"La violencia sexual es multifactorial y no se puede resumir o buscar una única causa. El porno violento es una causa más que puede incidir en algunos casos. pero hay que recordar que cuando no había Internet se violaba", abunda Tardón.

"Lo simplista es atribuir toda la responsabilidad al porno, lo que nos llevaría a criminalizarlo. Y si prohibimos el porno y siguen sucediendo las agresiones sexuales, ¿qué hacemos?. El tema es más complejo y no existe una sola causa", concluye Iturbe.

Ambas expertas aseguran que es necesario mejorar la recopilación de datos y las estadísticas para poder entender y conocer mejor esta violencia. Conocer los datos de criminalidad es importante, pero hay que incluir otros parámetros para poder interpretar correctamente los datos y sacar conclusiones. ​

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