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¿Qué fue de la cuarta ola del feminismo?

El 8 de marzo de 2018, las movilizaciones y la huelga feminista alcanzaron cotas de participación y de demostración de fuerza del movimiento nunca vistos. Cinco años más tarde, ¿qué queda de eso?.

Manifestación feminista
Manifestación feminista (archivo). EFE

Hace ahora cinco años, cientos de miles de mujeres, o incluso millones, tomaron las calles de las distintas ciudades españolas. La movilización más multitudinaria que se recuerda del feminismo estuvo acompañada, además, de una huelga que no tenía nada de común. Una huelga feminista que llamó a las mujeres a parar en aspectos tan poco ligados al sindicalismo como los cuidados, el consumo, las tareas cotidianas, las escuelas, el trabajo... Prácticamente la mitad de la población (la femenina) dejó las tareas habituales. Aquellas que no pudieron, colgaron objetos en sus balcones, como sus delantales, apoyando la jornada.

En aquella ocasión, a las puertas del 8M de 2018, un movimiento de periodistas se unió activamente a la huelga, en lo que se conoció como las periodistas paramos. Reivindicaban derechos laborales, pusieron el ojo en la precariedad, en la necesidad de la corresponsabilidad en los cuidados, en el acoso sexual y en el fin de la mirada patriarcal en los enfoques de los medios de comunicación. En pocas horas, un manifiesto salido de un grupo de mujeres periodistas había recogido más de 8.000 adhesiones, dando un impulso final a un movimiento que se venía fraguando desde años atrás. 

Entonces muchas feministas comenzaron a hablar de una cuarta ola del feminismo, sumando este crecimiento de reivindicaciones y de participación a las precedentes, como la lucha por los derechos ciudadanos, que en la ilustración habían dejado fuera a las mujeres. O la que se produjo hacia finales del siglo XIX y principios del XX impulsado por las sufragistas, que exigían el derecho al voto de las mujeres. Y la que arrancó en los años 60 y 70 del siglo pasado del feminismo radical, caracterizada por el comienzo de la crítica a un sistema patriarcal que abarcaba todos los espacios: la violencia sexual, los estereotipos y todo aquello que eran los pilares en los que se asentaban las desigualdades. 

Para muchas, esta cuarta ola estaba caracterizada por la lucha contra las violencias sexuales que abrió el movimiento del #Metoo en 2017 en Estados Unidos y luego el #Cuéntalo. Para otras, estaba centrado en la lucha por la diversidad. Si bien no todas comparten la división en olas de los empujes del feminismo, muchas afirman que existen momentos de avances y otros de menos actividad y mayor reflexión.

Justa Montero, activista feminista y social, no comparte la división en olas. "Es una clasificación del feminismo occidental y del norte", pero afirma que el gran surgimiento de las luchas que se vivieron en 2018 "han tenido como centro la diversidad. La pujanza del feminismo tiene que ver con la articulación de luchas, de situaciones donde la violencia juega, sin duda, un papel muy importante, pero en el que el factor clave es la capacidad de articulación de esas realidades tan diversas", afirma. 

Begoña San José, activista feminista y sindicalista, tampoco se ve reconocida en una clasificación del feminismo como olas. "Me parece que es una forma de explicar de manera esquemática, teórica y a distancia épocas en que el feminismo ha sido pujante, como cuando hablamos del sufragismo o reivindicaciones del feminismo en períodos históricos". San José es más partidaria de hablar de que el feminismo tiene momentos álgidos, y en este sentido "el período de los últimos diez años, desde el estallido del 15M en 2012, donde las más jóvenes confluyeron con el feminismo preexistente", marca un momento de inflexión en nuestro país. "Y creo que tuvo un mérito enorme por las dos partes. Porque las jóvenes, que no reverenciaban a las feministas anteriores, dejaron de hacer ascos a las organizaciones feministas que existían, y muchas organizaciones feministas, no todas, entendimos que había que estar con ellas".

Para Rosa Cobo, profesora de Sociología del género en la Universidad de La Coruña, la cuarta ola es una realidad y se ha hecho presente denunciando la violencia sexual. "Esta ola tiene dos ejes fundamentales: la lucha feminista contra las violencias sexuales y la lucha contra la desigualdad económica y la precarización de las mujeres. Es decir, pelear contra el capitalismo neoliberal, que tiene un proyecto para las mujeres: convertirnos en servidoras laborales, sexuales, reproductivas (donde entran los vientres de alquiler) y servidoras domésticas, lo que compone un mapa de esclavitud velada del norte hacia el sur". 

Teresa Meana: "El feminismo tiene la capacidad de hacer global lo individual"

"En el 8M de 2018 paramos el mundo y entonces muchas dijimos: lo que se nos viene ahora encima. Cómo van a contraatacar. Y no tardamos en verlo", apunta Teresa Meana, activista feminista, filóloga y experta en lenguaje inclusivo.  Meana confiesa no saber si existen las olas, pero lo que sí tiene claro es que "el feminismo tiene la capacidad de hacer global lo individual y no hay otro movimiento que consiga esto". 

La virulenta reacción del patriarcado

La reacción llegó y, tal como preveían muchas, fue virulenta. La entrada de una fuerza de ultraderecha negacionista de la violencia hacia las mujeres y de los derechos LGTBI en las instituciones tuvo mucho que ver con esa contestación. Discursos que hasta ese momento se creían superados, como el derecho al aborto o la necesidad de avanzar en igualdad o educación para conseguirla, fueron duramente contestados por un movimiento internacional y reaccionario orquestado contra estos derechos. El movimiento feminista fue acusado, incluso, de haber sido el responsable de la extension de la pandemia de la covid-19 en nuestro país, y durante los últimos tres años de pandemia, la desmovilización y la incapacidad de tomar las calles supuso un duro golpe a un movimiento en auge. El impacto de la guerra en Ucrania, con el avance del mensaje bélico, con el incremento de los precios y el aumento de la precariedad, es otro de los factores señalados por muchas para evidenciar la influencia de los factores externos.

Pero no sólo esto. El desmembramiento y los conflictos internos dentro del propio movimiento feminista también han sido un factor importante a lo largo de los últimos años. Desde hace dos, las movilizaciones del 8M y del 25 de noviembre, Día Internacional de la lucha contra la violencia machista, han propiciado una fractura que se materializa en las calles con convocatorias de manifestaciones diferenciadas y un distanciamiento en torno a algunos debates que el feminismo mantiene desde hace años dentro de su propio seno, como el abolicionismo. También el debate y la aprobación de la ley trans supuso una brecha dentro del propio movimiento.

Justa Montero: "Es prácticamente imposible que un movimiento social pueda mantener ese nivel de movilización tan alto durante tanto tiempo"

Para Justa Montero, es prácticamente imposible que un movimiento pueda mantener ese nivel de movilización tan alto durante tanto tiempo. "Los movimientos sociales tienen ciclos y hay momentos en los que estás en la cresta de la ola y luego no es que se produzca un reflujo o un retroceso, sino que necesitas respirar y pensar, recuperar fuerzas, surgen otras cosas que es necesario articular y reflexionar. Y no quiere decir que no vayas avanzando". De hecho, esta activista cree que siempre sigue habiendo un movimiento hacia adelante, "algo que ha mostrado la aprobación de la ley trans -que no sólo se ganó en la ley, sino también se ganó socialmente-, o la lucha por los derechos de las trabajadoras del hogar o las Kellys". 

Begoña San José también es optimista. Para esta activista, lo que sí queda de las grandes movilizaciones del 2018 y del 2019 es que el "el feminismo se ha convertido en un movimiento de masas, cuando antes era un movimiento más restringido". "Yo tengo confianza, porque creo que los cientos de miles, o incluyo millones, de mujeres que salieron a las calles en el 2018 quedan como experiencia vital y colectiva. Si eres feminista un día eres feminista toda la vida", añade.

Rosa Cobo, por el contrario, ve desde 2018 un debilitamiento del movimiento feminista debido a la organización de fuerzas de reacción patriarcal. "Se ha puesto en pie un discurso de la nueva derecha, un discurso de inferioridad de las mujeres, en el que ellos proponen que ocupemos lugares secundarios. El motor en contra es el lobby económico que gira en torno a la pornografía y los vientres de alquiler, que es una fuerza brutal para el neocapitalismo, haciendo de esas economías ilícitas elementos fundamentales. Se consumen mujeres. Lo englobaría en la rearticulación de la reacción patriarcal".

Teresa Meana: "Veo el futuro con mucha esperanza, porque los avances feministas son imparables"

Teresa Meana, por el contrario, mantiene el optimismo. "¿Parón del feminismo? No. Es cierto que hay divisiones, pero la lucha continúa y avanza. No hay más que mirar la lucha y las conquistas de las Kellys, de las trabajadoras de la fresa en Huelva, de las de Inditex... Las conquistas son irreversibles", señala. "No es un momento dorado, es cierto, pero veo el futuro con mucha esperanza, porque los avances feministas son imparables y, como dicen las organizaciones de mujeres migrantes, juntas somos fuertes, y tejidas, invencibles".

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