Opinión
La brújula y el cronómetro

Por Pablo Batalla
Periodista
-Actualizado a
Visité Las Médulas por primera vez hace un par de meses, y parado ante los impresionantes castaños centenarios que poblaban el paraje, me preguntaba por el milagro de que nunca hubieran ardido. Ahora, han ardido. Ha ardido todo en ese espacio Patrimonio de la Humanidad, un cruce de lo natural y lo antrópico, testimonio de la asombrosa minería romana: miradores, museos... y los árboles. Los jóvenes y los viejos, gruesos y nudosos como sabios ents de Tolkien, verticales a duras penas, ante los cuales uno sentía el vértigo del tiempo no menos que ante las peñas desnudas de tierra rojiza, roídas por Roma hasta la médula, para extraer de ellas el oro.
El vértigo lo da ahora pensar que vi sin saberlo, los últimos días, algo que llevaba siglos clavado en el mismo suelo, y que podría haber visto un peregrino del tiempo de los Reyes Católicos. Alguno de los castaños tenía seiscientos años, y en su desgraciada combustión late una metáfora de nuestra era al completo. Vivimos en general los ultimísimos estertores, no siempre advertidos, de cosas nacidas en 1945, 1789, 1492, quién sabe si incluso en el año 300.000 antes de Cristo, cuando el primer homo sapiens se daba el primer garbeo por las mesetas de África. A veces no lo parece, porque a veces ocurre también con esas cosas lo mismo que con los árboles: la dramática sequedad que los va volviendo yesca prospera en el interior de un exterior intacto.
El tiempo antropocénico es el tiempo geológico ocurriendo a la velocidad del tiempo histórico. Para los que aspiramos a un mundo justo, también es un tiempo para sustituir la brújula por el cronómetro. Lo explican Daniel Carralero, Marta Victoria y Cristóbal J. Gallego, los autores de Un lugar al que llegar: mapa político de la transición energética, un libro recientemente publicado por la exquisita editorial Levanta Fuego. Hoy ya no se trata, no, de llegar a Utopía, sino de evitar la llegada de Distopía; una carrera contrarreloj por evitar que el planeta se vuelva simplemente inhabitable.
La humanidad no acaba de dejar de procrastinar esa tarea. Con respecto a Las Médulas, se lamenta el arqueólogo Javier Sánchez-Palencia —que en su día lideró los trabajos que condujeron a la declaración de Patrimonio de la Humanidad— de los 800.000 euros que la Junta de Castilla y León se gastó en organizar rutas de BTT por los canales de la red hidráulica romana, y que mejor se hubiera gastado en planes de prevención de un incendio como este. Las rutas podrán anunciarse ahora como una travesía por Mordor, una Sauron experience, porque seguimos más concentrados en el capital que en la vida. En monetizar los estertores. Lenin decía célebremente que los capitalistas le venderían la soga al verdugo que los ahorcase. Hoy le venden el mechero al pirómano que nos prende fuego a todos.
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