Opinión
No disfrutes en vacaciones: el negocio de la culpa

Por Toni Mejías
Periodista
Necesito unas vacaciones de las vacaciones, hemos afirmado casi todas alguna vez en la vida. Las vacaciones están sobrevaloradas, nos dice aquel que no ha doblado el lomo en la vida. Vacaciones activas. Vacaciones multiaventura en familia. Las mejores rutas de montaña que hacer estas vacaciones. Diez lugares que no puedes perderte en esa ciudad que hace poco desconocías. No descanses, no pares, agótate, no desconectes. Haz fotos a todo. Prueba ese plato de ese restaurante, aunque hagas una cola de tres horas. No te tumbes a la bartola. No mires las musarañas. No hagas la siesta. No desperdicies tus horas libres tomándote esa caña en el chiringuito hablando de cualquier banalidad. Y si has decidido entregarte al placer de no hacer nada, de comer lo que te apetezca, de echarte algún vino de más, de contemplar la vida pasar sin mayores preocupaciones. Si has elegido que las vacaciones son para descansar y disfrutar prepárate para que septiembre llegue con una buena dosis cargada de culpa.
La industria de las dietas mueve miles de millones al año en todas sus vertientes. Por ello, necesitan de las inseguridades de sus clientes para seguir generando tanto dinero. Si volvieras de las vacaciones feliz, contento con lo disfrutado, bebido y comido y no con la sensación de que “ahora toca cuidarse” muchas personas dejarían de ingresar ingentes cantidades de dinero. No hay más que ver los folletos de los supermercados de las primeras semanas de septiembre. La ropa o equipamiento deportivo es lo primero que te venden para que quemes tus culpas. Hay anuncios televisivos y radiofónicos que hablan de los excesos veraniegos. Los gimnasios te hacen ofertas tentadoras porque saben que después de vacaciones y de navidades es donde más clientela van a ganar, aunque sea de forma temporal. Los nutricionistas pesocentristas se frotan las manos estos meses sabiendo que venden humo y no soluciones reales y que acabarás volviendo.
Nunca un negocio en el que la gran mayoría de los clientes no consiguen su objetivo ha sido tan rentable. Aunque está claro que el mayor volumen de sus ingresos lo consiguen gracias a que el usuario siempre necesita nuevos milagros y consejos. Porque han basado esta estafa en cargar la culpa al consumidor. Si no consigues tus objetivos con estas dietas que te estoy proporcionando, es tu culpa, no te has esforzado lo suficiente. No te has matado de hambre. No te has quemado en el gimnasio. Te has dado ese caprichito de finde. Esa cerveza que te tomaste la tienes pegada en la lorza. Eres estúpido. Por suerte, tenemos esta nueva dieta que nos ha llegado directamente desde EE. UU. que te promete bajar 5 kilos en pocos días. Solo tienes que seguir unos sencillos pasos. ¿No lo has conseguido? Eres un fracaso de persona. Afortunadamente, no todo está perdido. Pero necesitas más fuerza de voluntad y comprar mi nuevo curso détox.
Nunca importan los condicionantes genéticos, económicos y sociales. No les importa tu salud, solo tu dinero. El cuerpo de una persona depende de múltiples factores y la alimentación y el ejercicio son solo una pequeña parte de ello (y esto también tiene, como dije, condicionantes), pero nos han vendido que si queremos podemos modificar nuestro cuerpo. Y si no lo conseguimos, no valemos. Han diseñado un sistema excluyente donde han señalado a los cuerpos gordos como inválidos, vagos e insalubres. Un mundo donde la gente flaca tiene privilegios y por ello los nuevos ricos de Silicon Valley han decidido mazar su cuerpo como sinónimo de éxito y riqueza. Lejos queda aquella imagen de ricachón gordo y con puro. El nuevo símbolo de poder es la de un cuerpo flaco y fuerte y los gordos son los nuevos pobres. Por eso mismo necesitan que sientas culpa, que sientas fracaso, que sientas flaqueza, que sientas que eres el principal responsable de tu situación.
Dormimos peor, estamos más cansados y tristes porque se nos exige estar continuamente siendo productivos y estar alerta y activos. Tu reloj te recuerda que debes levantarte y moverte. Las redes sociales te muestran los bonita que es la vida si tienes un cuerpo 10. Los alimentos te recuerdan constantemente cuántas calorías estás consumiendo como si fuera algo más que un número orientativo. El día a día se ha convertido en un continuar de horas donde debes estar todo el rato cultivando tu cuerpo y/o mente. Por ello el descanso ya no es válido. Nos han prohibido aburrirnos. Nos han prohibido disfrutar de las vacaciones y aprovecharlas para descansar, desconectar del mundo y despejar la cabeza. Por ello, si lo consigues, lo siento mucho. Harán que tu vuelta a la realidad sea un infierno. Y trabajar ya es suficientemente una mierda como para que tengas que volver a ver a tus compañeros de trabajo con una mochila cargada de culpa y no de buenos recuerdos de un bonito y fugaz agosto. Pero si tú no sientes culpa, ellos no sienten poder. Si no sientes vergüenza, ellos no sostienen su negocio. Las vacaciones no están sobrevaloradas. Lo que está sobreestimado es que el trabajo dignifica. Hoy más que nunca, la pereza es un derecho. Y si por leer no somos mejores, que diría María Pombo, yo os aseguro que no son mejores los que van al gimnasio y cuentan calorías.
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