Opinión
Habemus PP

Periodista
-Actualizado a
Pues resulta que Feijóo ha anunciado a los cuatro vientos que adelantará el congreso de su partido y en un astuto truco de mercadotecnia lo ha llamado “cónclave”. Ahora, ya me perdonarán, es imposible no imaginarse el percal y ver a los barones autonómicos cubiertos con vestiduras talares, Carlos Mazón tocado con birrete escarlata y Juan Manuel Moreno haciéndose besar el anillo cardenalicio mientras Alfonso Rueda prende el churrasco de la fumata blanca. Habemus PP. Entonces aparece Feijóo con modales pontificios a saludar desde el balcón de la sede de Génova mientras los feligreses aplauden con devoción y corean “Ayuso, Ayuso” en toda su santa cara.
El paralelismo papal es desafortunado. Al fin y al cabo, no existe cónclave sin sucesión y nada hace pensar que Feijóo quiera colgar los hábitos. Seguirá siendo presidente del PP a no ser que le dé un siroco y vaya a la COPE a mentar los enjuagues del hermanísimo de la presidenta madrileña y termine con la chola en una bandeja de plata como el bueno de Pablo Casado. Lo que pasa es que Feijóo está más quemado que la pipa de Chanquete porque Sánchez insiste en ser presidente a pesar de que la gente, el pueblo llano, las masas plebeyas le piden que dimita y convoque elecciones porque sí, porque yo lo valgo. Y Sanchinflas, erre que erre, resiste pegado con Loctite al trono.
La urgencia del cambio es un clamor. No hay más que ver la bacanal del sábado en la Plaza de Colón, la ebullición rojigualda, las cruces de Borgoña, Sánchez pírate, Gobierno traidor, etcétera. Dicen los envidiosos que el sarao fue un fracaso de afluencia y es verdad que la prensa vaticana tuvo que acompañar la noticia con imágenes de otros lugares y otros tiempos, manifestantes con mascarillas, panorámicas de la Plaza Cibeles, qué más da, no vamos a ponernos exquisitos por un quítame allá esas pajas. Lo más destacado es que estaban Esperanza Aguirre, Miguel Tellado y Javier Ortega Smith para cantarle las cuarenta al felón del Perro Sánchez y a la madre que lo parió.
Hay que acercarse a esos encuentros con curiosidad antropológica, disfrutar del despliegue, cuadrarse cuando suene el himno nacional, chunda chunda, extasiarse con las rumbas de José Manuel Soto, que galopan y cortan el viento entre estanqueras y exabruptos falangistas. Da gloria ver a Marcos de Quinto vestido de sargento chusquero mientras la clientela lanza vítores al rey y grita Arriba España conteniendo mucho el aire en la letra pe. Es importante demorarse en la lírica de los discursos y las pancartas, versos alejandrinos que brillan a la altura del mejor Pemán, Pedro Satánchez, hijo de Puigdemont, que te vote Gepetto.
Y así, mientras las tertulias domingueras debatían sobre cifras de asistencia, estallaba el notición en las páginas de El Mundo. El caso es que Esteban Urreiztieta ha publicado por entregas el folletín de los guasaps que se cruzaba Ábalos con el presidente. Y bueno. Los típicos pelmas de guardia andan dando por saco con el derecho constitucional al secreto de las comunicaciones. Varios juláis hasta se han atrevido a sugerir que la filtración procede de un juez o un policía. Que algunos funcionarios, Dios no lo quiera, han puesto nuestros recursos públicos al servicio del cónclave pepero.
Lo esencial es que Pedro el Guapo no solo tiene el país hecho unos zorros, sino que además utiliza en privado un vocabulario tan soez que se permite llamar a Lambán “petardo”. Ya veréis cómo en cualquier momento se le escapa un “cáspita” o un “mecachis en la mar serena”. Qué vergüenza, dice Feijóo en el Congreso, váyase y convoque elecciones. De momento, los querubines de El Mundo siguen tirando de la manta sin que sepamos aún cuántas milongas camperas quedan por ver la luz y cuándo fue la última vez que Sánchez dejó a Ábalos en leído. Al paso que vamos, no tardarán en encontrarle al presidente una tarjeta del Grupo Mondragón en el salpicadero.
El que pueda hacer, que haga. El que pueda aportar, que aporte. Id a la Plaza de Colón con gritos desquiciados, publicad viejas fotografías de la Cibeles, difundid los trepidantes emojis de los teléfonos de la Moncloa, empurad a Mónica Oltra, poned al juez Peinado viento en popa a toda vela a ver si conseguimos ganar en los tribunales todo lo que hemos perdido en las urnas. Repetid una y otra vez la palabra corrupción hasta que cale como una lluvia tonta y todo el mundo se tape la nariz al pasar por Ferraz y olvide la sombra alargada de la Gürtel, el ático de González Amador o el despiporre de la Generalitat en la DANA.
Da igual que los allegados de Ayuso tengan más enchufes que Red Eléctrica Española. Olvidad la pieza Cofely de la trama Púnica, las condenas por prevaricación en el caso Perla Negra o el pufo millonario de la desaladora de Escombreras. Lo que cuenta ahora es celebrar un cónclave de aquí te espero y asomar la cabeza en las encuestas. Hace falta un empujón, un revulsivo, un chute de esteroides para que las gaviotas del PP remonten el vuelo antes de que los buitres de Vox les coman la tostada. Hay que reunir a la crème de la crème, lo más granado del panorama social de modo que que la derecha española vuelva a ser por fin una, grande y libre.
Lo siento, es imposible no imaginar un cónclave hasta la bandera con pregón de Dani Carvajal y popurrís de Pitingo. Hay veteranos de Krasny Bor, becarios de The Subjective y un animoso cancán de togados. Juan José Padilla torea una estatua de Millán-Astray mientras Bertín Osborne cuenta chistes de gangosos y mariquitas. Mario Vaquerizo canta “Paquito el chocolatero” en el momento en que Feijóo se ajusta la tiara y sale al balcón de Génova para saludar a los devotos, que aplauden con entusiasmo y corean “Ayuso, Ayuso” en toda su pontificia cara. Pobre muchacho. No gobierna ni su partido pero quiere gobernar España.
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