Opinión
La moda machista del "tratamiento de princesa"

Periodista
-Actualizado a
No mirar, no hablar y dejarse "cuidar". Es el "tratamiento de princesa", la moda que desde Estados Unidos está en las redes sociales. Todo empezó con un vídeo en TikTok de una mujer, Courtney Joelle, que alcanzó los cinco millones de visualizaciones. Incluso semanas después fue retirado por el mensaje social que trasladaba, debido a la presión social, pero luego lo han vuelto a activar. Si buscamos qué es el "tratamiento de princesa" en Internet, la Inteligencia Artificial nos dice que se refiere a la forma en que una mujer es tratada en una relación, con un "cuidado especial, atención y respeto". Visto así, parece que no saltan las alarmas pero, ¿qué es ese cuidado especial?
Pues según narra ese vídeo viral, la cosa cambia bastante. Como ejemplo, Joelle relata cómo debe comportarse una mujer si un día de lluvia acude con su pareja a un restaurante. Si no hay aparcamiento en la puerta, él debe aparcar en segunda fila, llevarla a ella dentro del establecimiento y luego salir a buscar una plaza para el coche. Mientras, ella permanecerá en espera y en silencio. Hasta que no llegue su pareja, no podrá retirarse el abrigo, que se lo entregará a él para que este se lo dé al guardarropa. Luego, siempre será él quien pregunte por su mesa reservada. Cuando se sienten, y si el camarero pregunta qué va a tomar, deberá guardar silencio. Devolverá una mirada al esposo y esperará a que este pida por ella, porque "él sabe lo que hay que ordenar para la cena".
Según ella, el esposo es el que debe lidiar en todo momento con lo que suceda, porque es él el que "te saca" de casa para tratarte como a una princesa. Eso pasa, reconoce, porque "él sea masculino" y responda ante toda la "logística". En su vídeo, recuerda que la mujer no puede llevar la acción, y que no hay que hablar salvo que "él te hable de forma directa", porque tampoco tienes que "rellenar" los silencios que se produzcan en la conversación ni tampoco "hay que reír a carcajadas". Tú, como mujer, solo espera que él haga, diga u ordene.
Joelle defiende que no se siente "oprimida" por esta situación, sino que se siente "especial, como una auténtica princesa". (Inciso: la verdad, creo que hasta Cenicienta o Pocahontas tenían más iniciativa). Pero vuelvo a su vida. Joelle reivindica en el vídeo este trato porque ser "femenina, es ser suave y tranquila". Para justificarlo, manifiesta que las "mujeres más elegantes y encantadoras" no llaman la atención ni mantienen contacto visual. Por supuesto, toda esta tendencia se enmarca en el movimiento de tradwives y en esas influencers que se reparten por toda la red con la reivindicación de que las mujeres vuelvan a casa.
El vídeo provocó apoyos pero también críticas que denuncian que no es "nada romántico ni un juego", sino que es un "modelo infantil de dependencia en relaciones de adultos". Luego ha surgido un reto viral entre parejas en TikTok, donde ellas preguntan a ellos si determinadas acciones como comprar flores, pagar las cenas o dejar de seguir a todas las mujeres a las que ellos sigan en Instagram, es lo mínimo que se puede pedir en una relación o ya equivale a un trato de princesa. Esto se parece también un poco a aquel reto de la prueba del bote en TikTok, donde una mujer después de abrir un bote de mermelada, vuelve a cerrarlo para que lo abra su marido, para que él se sienta útil. En los comentarios, las mujeres sostienen que es la forma de mantener una relación durante años, porque desactiva la parte masculina de la mujer que dice "poder hacer todo" y que margina a los hombres.
En fin, podemos pensar que estar en TikTok es muy moderno, pero contiene mensajes que no se los escuché nunca defender ni a mi abuela. Recuerdan más a las mujeres de la antigua Grecia o Roma que debían guardar silencio y tener un tutor que hablara y decidiese por ellas.

No se trata de quién abre la puerta o pide la cena. Se trata de quién tiene voz, quién decide y quién tiene plena autonomía en la relación. Si romantizamos la obediencia, normalizamos la desigualdad. Y esa historia, ya la vivimos. Y no deberíamos volver a contarla.
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