Opinión
Un nuevo mapa alrededor de Sánchez

Por Guillermo Zapata
Escritor y guionista
El pasado jueves Felipe González, hasta antes de ayer (bueno, quizás un poquito más que antes de ayer) la vaca sagrada entre las vacas sagradas socialistas, anunció que no votaría al PSOE. No ya el partido que fundó, sino más bien el partido con el que se fusionó cultural e históricamente en los tiempos de eso que llamábamos "Régimen del 78".
No es el primer socialista en bajarse del barco, el expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, ya apoyó a Ayuso frente a su propio partido en las últimas elecciones, lo que le costó la expulsión. González es, sin embargo, el más importante.
La semana pasada salió una encuesta en la que se preguntaba si la ciudadanía creía que Pedro Sánchez debía dimitir por la corrupción en el PSOE. El electorado de Vox y el PP decía que SÍ con cifras en torno al 90%, nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, en el lado izquierdo se daban los siguientes resultados. El 90% de los votantes de Sumar decían que NO. El 71,5% de los votantes de Podemos decía que NO. Mientras que los votantes socialistas tenían la cifra más baja del bloque: 61,6%. Casi un 40 por ciento de los votantes decían que debía dimitir.
Ya hemos hablado muchas veces aquí de que los datos sueltos no tienen un significado en sí mismos. Podría darse el caso de que esos votantes del PSOE tengan un compromiso enorme contra la corrupción, podría darse el caso de que tuvieran miedo a que Sánchez haya dejado de ser un buen candidato, pero también podrían haberse derechizado. De la misma forma, los votantes de Sumar y Podemos podrían estar distinguiendo una diferencia fuerte entre Sánchez y el PSOE y también podrían estar defendiendo la continuidad de la legislatura sin que eso implique un afecto específico hacia Sánchez.
Hace pocos días terminé de leer Un País Entre Dos Tiempos, un ensayo brillante de Vicente Rubio Pueyo, que a caballo entre España y los Estados Unidos, analiza los dos grandes ciclos políticos de los últimos quince años en España: El 15M, los municipalismos y Podemos, y posteriormente Vox, el Gobierno de coalición y el sanchismo.
En el libro se señala la figura de Sánchez a través de dos conceptos. Uno es el "transformista gramsciano" y otro es el "mediador evanescente" psicoanalítico. Los dos nos marcan, en clave más singular o más oportunista (una ambigüedad que siempre está en el sanchismo) a una herramienta de la que se sirve la sociedad para atravesar el umbral de un modelo a otro, de unos consensos a otros. Un mecanismo para atravesar la incertidumbre cuando se está, cómo dice el título del ensayo, entre dos tiempos.
Bajo este paradigma tiene sentido que el lado de la sociedad que tiene más ganas de impulsar transformaciones y construir consensos nuevos empuje hacia la continuidad de Sánchez, tiene sentido también que quien plantea a todas luces un cierre reaccionario le odie… Y también tiene sentido que el sujeto político que se ha quedado en un lugar intermedio tenga cierta división o desorientación. La corrupción socialista es también el signo de un PSOE que no está a la altura del proyecto político del sanchismo, que para construirse tuvo que vampirizar la energía transformadora del ciclo de cambio y para gobernar ha tenido que incorporar a los dos grandes "otros" del consenso constitucional del régimen del 78: el independentismo vasco y el catalán.
Eso explicaría también la posición del Gobierno español con respecto al aumento del presupuesto en defensa y el proyecto de rearme Europeo a través de la OTAN. Sánchez es muy consciente de dos fenómenos simultáneos. El primero es la frágil pero consistente cadena de poderes conectados que construye la coalición de gobierno: la coalición Sumar y la mayoría de investidura, que simplemente no soportaría la pleitesía al Gobierno Trump. Y al otro lado, una tradición popular del socialismo español desde 2003 (y antes) con la guerra de Iraq que detesta la guerra y que detesta el Trumpismo y a la extrema derecha.
Esos mimbres son suficientes para tener una posición diferenciada en la OTAN, pero no para ganarla. Para ganar la posición en la OTAN. el otro elemento que parece clave ha sido la posición estratégico-militar de las naves de Rota y Morón en las operaciones militares estadounidenses empezando por la agresión ilegal a Irán, por hablar de lo inmediato. Ese gozne ha permitido a España negociar sin romper con la OTAN. Eso nos habla de un problema en otra parte.
La autonomía europea como sujeto político internacional está en pañales. La pregunta no es hoy si romper con la OTAN o no, sino cómo hacer eso posible y para ir a dónde.
Hemos conseguido mantenernos en el ya excesivo 2%, pero también se ha demostrado la condición de isla española en el contexto europeo. Las reunión de la OTAN fue un ejercicio de servilismo al Trumpismo. La reacción de Von Der Leyen a la agresión de Israel y Estados Unidos a Irán, los mensajes filtrados de Rutte hacia el propio Trump o la lamentable relación que ha establecido el Gobierno laborista británico con el Trumpismo da cuenta de hasta que punto es urgente construir alianzas europeas que defiendan su autonomía estratégica y un modelo de sociedad basado en los derechos humanos, un nuevo sistema de bienestar y la transición climática.
La propuesta del PSOE ha sido presentar a Carlos Cuerpo, Ministro de Economía, a la presidencia del Eurogrupo. Es una forma de tomar la iniciativa, pero dirigida por una de las figuras más neoliberales del Gobierno progresista, que dedicó su tiempo a bloquear la reducción de la jornada laboral.
Por ahí no es.
Comentarios de nuestros socias/os
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros socias y socios, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.