Opinión
Podemos ficha a Benzemá
Por David Torres
Escritor
Una de las grandes ventajas de internet es que deja rastro escrito. Antes, cuando desayunábamos en los bares, no nos daba tiempo a registrar todos los comentarios de los parroquianos acerca de fútbol o política. Además está feo sacar la libreta y que te sorprendan apuntando una frase a vuelapluma. "¿Me está espiando, amigo?" me preguntó una vez un cuarentón con cara de pocos amigos y tres carajillos encima. Seguramente se pensaba que yo era un detective contratado por su mujer. Tragué saliva y dije: "No. Es que soy escritor, sabe. Me vienen las ideas de golpe y tengo que anotarlas". "Pues ande con cuidado, eh, no se le vaya a venir una hasta aquí y se la tenga que devolver".
Gracias a la proliferación de comentarios anónimos en las noticias de los periódicos virtuales, ya no se corre el peligro de confraternizar en exceso con estos pilares de opinión. Los giros idiomáticos, los exabruptos, la sintaxis alternativa, los puntos suspensivos e incluso las faltas de ortografía revelan la personalidad del autor. Lo que se pierde en indumentaria, gestos y olores se gana en análisis textual. Con un poco de entrenamiento, se puede detectar si al otro lado de la pantalla teclea un taxista aburrido o una farmaceútica en horas bajas, Mariló Montero o un becario de la FAES. Hay comentarios tan transparentes que hasta se vislumbra en las palabras el palillo entre los dientes, oxidado de vermú.
Algunas de las mejores ocurrencias pueden rastrearse en las noticias referentes a los últimos fichajes de Podemos, que hierve como el banquillo del Real Madrid. En principio, no se diferencian mucho de los oleajes que produce cada piscinazo de Florentino: unos aplauden, otros abuchean. Es al descender a ras de frase cuando se advierte el perfume exacto de la animadversión, el mismo que llevó a algunos tertulianos de guardia a gruñir ante la eclosión de Pablo Iglesias y sus muchachos con un calificativo que no se oía en tal tono de desprecio e indulgencia desde aquellos lejanos tiempos del 36: "Intelectuales, bah".
Juantxo López de Uralde, ex director de Greenpeace: "Que se vaya a pescar ballenas". Juan Antonio Delgado, ex portavoz de la Asociación Unificada de la Guardia Civil: "Cogollito de Tudela". Victoria Rosell, portavoz de Jueces para la Democracia: "Ponte a fregar". Juan Pablo Wert, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Castilla La Mancha y hermano del ex ministro de Cultura: "A ver si os ponéis de acuerdo en cuál es Caín y cuál Abel". Julio Rodríguez, general del Ejército del Aire y ex Jefe del Estado Mayor: "Chusquero a reacción".
Como era lógico y previsible, los berridos del Fondo Sur tras el fichaje del filósofo y escritor Santiago Alba Rico por Podemos han sido comparables a los del aterrizaje de Gareth Bale en el Bernabeú. Desde sus guiones para la Bola de Cristal hasta su apoyo a los bombardeos de la OTAN en Libia, a Alba Rico le han hecho un traje de huesos de aceituna en el que resuena como bajo profundo la racial y atávica desconfianza hispánica hacia el pensamiento y la cultura: "Éste se cree muy listo porque ha leído mucho, ¿a que sí?" Un profesor, una jueza, un general, un ecologista, un filósofo. Es mucho mejor fichar a Carlos el Yoyas, como hizo Ciudadanos. O, ya puestos, a Benzemá.
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