Opinión
El PP al bollo y el muerto al hoyo

Por Anibal Malvar
Periodista
Dos de los más poderosos presidentes autonómicos del PP cargan con muertos sobre sus conciencias. Suena fuerte. Ella suele vestir de rojo sangre, con deletéreo orgullo de parca fatale. A él le quedan los trajes que parece un sepulturero de película del far west, lo que acaso signifique que algo siente. Sería un consuelo. Son los Nexus-7291 y Nexus-228, Isabel Díaz Ayuso y Carlos Mazón. Ambos replicantes coincidieron en la conferencia de presidentes que convocó Pedro Sánchez este viernes en el palacio barcelonés de Pedralbes.
Rastreo, sin éxito, el álbum del acto en busca de una foto en la que se vea a Ayuso y Mazón haciendo un privado, sonriéndose coquetamente y en animada charla, quizá intercambiando hazañas, batallitas y exterminios. Pena que no exista tal documento gráfico para la posteridad.
El PP no cultiva nada bien las relaciones con sus muertos. El vivo al bollo y el muerto al hoyo, parece ser el lema del partido. En 2003, el Ministerio de Defensa del popular Federico Trillo repatrió a 62 militares españoles desde los frentes de Afganistán y Kirguistán en un destartalado Yak-42. Los soldados habían advertido de que el avión era un ataúd con alas, pero ni sus mandos marciales ni los políticos escucharon sus terrores. Porque eran terrores, se supo después.
Murieron todos tras precipitarse el pájaro en Trebisonda. El Gobierno de José María Aznar organizó un funeral de Estado dos días después. Los 62 ataúdes envueltos en la gloriosa bandera rojigualda y el rey Juan Carlos rindiéndoles honores de héroes, ahíto de solemnidad. Solo deslucieron el hermoso acto los familiares de los muertos, empeñados en protestar porque sabían de antes que aquel Yak-42 era una chatarra.
Más tarde se comprobó que el Gobierno había acelerado las autopsias de sus héroes y que en aquellos ataúdes había trozos humanos mezclados, repartidos al azar. Las prisas por realizar aquel funeral de Estado y televisarlo simultáneamente en todas las cadenas pudieron con Aznar y Trillo, que comparten con Ayuso el discutible gusto de figurar en paradas militares como napoleoncillos de civil. Ansiosos, ordenaron que se repartieran a ojo de buen cubero brazos, piernas y cabezas (siento la crueldad frankensteiniana y que me disculpen los familiares, pero así fue).
Con los 192 muertos del atentado yihadista del 11M contra los trenes de Madrid tampoco se anduvieron con muchos miramientos. Pilar Manjón, madre de uno de los fallecidos, asegura que se cruzó tiempo después con Francisco Álvarez Cascos, exministro de Aznar, y le escuchó decir: "Por esa puta y cuatro muertos perdimos las elecciones". Y es que, tres días después de la matanza, se votaban las generales, y el Gobierno del PP intentó, con burdas mentiras, convencer al pueblo español de que había sido ETA. Hubieran ganado de calle si lo hubieran conseguido. Y no les importó cambalachear con los muertos una vez más.
Podría relataros varias circunstancias de este jaez desde entonces hasta la pandemia y la DANA, pero no quiero convertir esta columna en una selección de relatos de Edgar Allan Poe, Lovecraft y Ambrose Bierce.
A diferencia de aquellos muertos, los 7.291 de Ayuso y los 228 de Mazón añaden un singular rasgo muy acorde con los tiempos: estos 7.519 son víctimas del negacionismo científico que abrazan sin pudor las derechas modes y ultras de todo el planeta desde hace rato.
La dama negra de Madrid dictó su particular triaje sin consejo científico ni médico, con gestitos y a lo loco, como gusta hacer las cosas: los que paguen seguro privado tienen derecho a hospitalización y, los que no pagan, quedan condenados a morir asfixiados en las residencias sin otra atención médica que la de los barrotes de la cama donde agarrarse en la agonía. Muy científico no suena.
Ahora sabemos que también los muertos de Mazón se hubieran podido salvar de la DANA si el presidente valenciano hubiera escuchado a los científicos. En el juicio que se celebra en Catarroja, declaró el otro día uno de esos científicos, José Ángel Núñez, jefe de Climatología de la Agencia Estatal de Meteorología en el País Valencià. Testificó que la Aemet llevaba nueve días avisando al Gobierno de Mazón de que los cielos preparaban una gran ofensiva. Se llevó las manos a la cabeza cuando, a la una del mediodía, escuchó a Mazón asegurando en los medios que no había que preocuparse, que la DANA se desplazaba hacia la Serranía de Cuenca. Ningún científico le había sugerido tal posibilidad. Se la inventó o se la dijo su cuñado.
Se mofó Mazón también de la autoridad científica cuando la universidad valenciana decidió suspender las clases, y el president se burló de su catastrofismo en una reunión con sindicatos y empresarios.
O sea, que el PP no simpatiza mucho ni con científicos ni con sus muertos. Ya han contratado empresas vinculadas a la Gürtel para la reconstrucción tras la DANA. Se mezcla con el viento un trasegar de sobres por la comunitat. Ellos al bollo y el resto al hoyo.
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